Capítulo 6

128 6 0
                                    

Lo observaba como acomodaba su corbata frente alespejo mientras me ajustaba el broche de mis zapatillas. No me cansaba deverlo, tal vez nunca ocurriría, sus simples acciones logaban en mi una sonrisade oreja a oreja, de sentir esas extrañas pero agradables palpitaciones. Meconvertía al instante en una boba. Me descubrió mirándolo y sonrió, devolví lasonrisa temerosa y bajé la mirada al instante. La relación de novios que notuvimos parecía que la estábamos viviendo, me sentía una chiquilla enamorada quecon la mínima acción ya caía a sus pies.

— Y... ¿Cómo conoces a esta persona? —preguntécuriosa y tratando de desviar mi atención en su elegante imagen. — Nunca lohabías mencionado.

— Uh, sí, nunca lo había mencionado — acarició su barbilla. —lo que ocurre es que hace mucho que no sabía de Dereck. Él fue quien mecontactó. Lo conocí cuando el abuelo me mandó a Irlanda ¿Lo recuerdas?

Cómo no recordarlo, pasé un mes sola en casa, a pesar que elabuelo me pidió que acompañara a Jonghyun a ese viaje, no debía de hacerlo puesJong se había ganado el viaje por sugraduación de secundaria y no era justo que yo lo disfrutara también. Sólotardé dos días con ese pensamiento luego me arrepentí, lo extrañaba mucho.

Asentí a su pregunta y mientras escogía los zapatos siguiócontando.

— En ese campamento conocí a Dereck, nos hicimos amigos ypor un tiempo hablábamos, después perdimos el contacto hasta ahora. Quierehacer negocios conmigo y por supuesto recordar viejos tiempos.

— ¿Es soltero? —seguí preguntando.

— ¿Por qué? ¿Estás interesada? — Sin mirarme respondió conotras preguntas.

Fruncí el ceño ¿Qué pasaba por su mente? Una preguntainsignificante era posible que Jong la convirtiera en un problema.

— Tranquila bonita, es broma. Y Sí está casado, me pidió quete llevara así la conocías y platicaras con ella.

— Yo no sé Alemán.

— Y él no sabe coreano y míranos, somos muy buenos amigos.No te preocupes Dereck y su esposa dominan el inglés como si fuese su lenguanatal.

* * *

Parpadeé varias veces, mis ojos se pusieronblancos de la sorpresa ante majestuosa casa, a pesar de no residir en Corea noescatimó en gastos al escoger una casa a no ser que piensen vivir aquí.

La chica que nos recibió nos acompañó ala sala y nos ofreció un poco de vino. Con una sonrisa acepté y sólo bebí unsorbo.

— Se parece mucho a la casa del abuelo. —murmurémientras olía el exquisito vino añejado.

— Sí. —Respondió Jong con un hilo de voz, su tristeza eramuy obvia no le gustaba hablar del abuelo. Apretó mi mano y suspiró.

La puerta del lugar se abrió al par y el amigo de Jongapareció. Nos levantamos y dejé la copa en la mesa de centro y lo observémejor. Nada que ver con Jong y sin embargo, eran muy buenos amigos. La sonrisade mi esposo apareció y fue a estrecharle la mano y darle un fuerte abrazo, seescuchaba el golpeteo en sus espaldas. Jong tenía muchas costumbresoccidentales bien arraigadas, ya que, a pesar de ser coreano el abuelo Kim leinculcó muchas de sus raíces.

— Vaya, vaya, vaya. Bauer en persona.

— Pero Kim el casarte te ha hecho crecer unos centímetrosmás.

A change of plansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora