chapter thirteen

1.1K 150 42
                                    


La noche anterior Ana se había ido a dormir pensando en todo lo que había ocurrido ese día, pensando en la situación de Margarita, y el problema en el que se había metido con Daisy y Merlín, y pensando en Rey y lo que le había contado de su pasado y su familia. Ana estaba segura de que lo que el chico le había contado no era ni la mitad de todo lo que guardaba respecto a esos temas, y estaba segura de que si conseguía la ayuda de Delfina o Salo para poder empezar terapia todos podrían notar un cambio, una evolución en Rey.

Todavía no había vuelvo a ver al chico, por lo que no sabía qué había ocurrido con el pedido a Delfina y Salo, cuando había ido a servirle el desayuno a los chicos notó la ausencia de Rey, pero prefirió no preguntar y simplemente esperar. Había pensando en escribirle, para ver si estaba bien o no, pero le parecía demasiado invasivo de su parte. Sí, el chico le había contado parte de su historia familiar, pero no sabía que tanta confianza había entre ambos y cómo se sentiría Rey si veía un mensaje de ella preguntando sobre ese tema.

A la otra que no había visto desde la mañana era a Margarita, a quien sí le había escrito y había recibido como respuesta un simple "Estoy bien, nada de qué preocuparse.", sin emojis, sin signos de exclamación, ni siquiera sin algún sticker de esos llenos de corazones que la chica usaba seguido. De forma instantánea Ana supo que no estaba bien, pero Pipe le había dicho que su amiga había ido a andar en bici para despejarse, por lo que asumió que necesitaba tiempo para ella.

La chica de los ojos chocolate se encontraba en el patio del Hangar, regando con tranquilidad la huerta que había armado junto a Luca en una zona apartada del mismo, donde por lo general los chicos del programa no llegaban.

— Me desnuda tu partida, quedé sola con la herida. En le medio de los mundos ni tu aire se respira. —las palabras brotaban de sus labios siguiendo la pista que salía del parlante de su teléfono, guardado en el bolsillo de su pantalón. Ana se movía entre los distintos sectores de la huerta, acomodando algunas hojas para tratar de que crecieran en otra dirección, cortando algunas que estaban secas y tirando un poquito más de abono en las zonas donde consideraba que hacía falta— De qué me sirve la boca si no puedo mirarte, ni hablar, ni gritarte. Dime ¿para qué? ¿Para qué te conocí? —la chica no había escuchado los pasos que se acercaban, demasiado entretenida en su tarea, de espaldas al resto del patio donde una figuraba estaba de pie, su cuerpo recargado en uno de los árboles que había junto a la huerta disfrutando de la pequeña serenata que Ana estaba dando— De qué me sirven los ojos si no puedo besarte, sentir, olvidarte. Dime, ¿para qué? ¿Para qué te conocí?

Unos aplausos llamaron la atención de Ana en el momento en la melodía terminó y su teléfono pasó a reproducir otra totalmente diferente. Ana se sobresaltó, casi cayendo de culo en el piso, de no ser porque atinó a frenar la caída con sus manos manteniéndose como si fuera un cangrejo.

— Bastante desubicadas las plantas como para no aplaudir después del show que les diste. —comentó con tono divertido cuando había terminado de aplaudir, sonriendo de forma tal que sus ojos estaban casi cerrados— Ya que ellas no lo hicieron me parecía justo que lo hiciera yo.

Ana negó con su cabeza, sonriendo y colocándose de pie con un poco de dificultad a la vez que el chico dejaba de reposar el peso de su cuerpo en el árbol para acercarse a donde estaba ella.

— Ya estoy acostumbrada a recibir silencio a cambio, son un público difícil. —respondió la joven encogiéndose de hombros. La chica sacudió la tierra de sus manos en el delantal que llevaba puesto, para agarrar la regadera que había dejado a un lado, acercándose al chico— ¿Todo bien? Hoy... Hoy temprano no te vi cuando fui a llevarles las cosas del desayuno.

king of my heart | rey; margarita 🌼Donde viven las historias. Descúbrelo ahora