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La noche caía pesada y silenciosa sobre Seongnam. Las luces de las calles parpadeaban débilmente, proyectando sombras inquietantes sobre los edificios. Las ramas de los árboles susurraban al viento, como si supieran algo que nadie más sabía. Jungwon había tenido un día largo, lleno de clases, exámenes, y la rutina escolar que lo dejaba exhausto. Finalmente, estaba en casa, con su habitación en penumbras, y se dejó caer sobre la cama, buscando un momento de paz.
Pero mientras la ciudad se hundía en el sueño, alguien más estaba despierto, alguien que observaba desde las sombras, detrás de una máscara. Ni-ki, con el característico rostro de Ghostface cubriendo el suyo, estaba agazapado bajo la ventana de Jungwon, sus ojos oscuros fijos en la figura adormecida del chico. No era su primera vez acechándolo, aunque Jungwon nunca se había percatado de ello.
Para Ni-ki, aquello era algo más que una simple obsesión. Al principio, él mismo no supo explicarse por qué no se limitaba a acechar a Jungwon como a los demás. Había algo en él, en la calma con la que caminaba por los pasillos de la escuela, en su sonrisa casi imperceptible cuando pensaba que nadie lo veía. Ni-ki había intentado convencerse de que esto no era más que otro juego, otra víctima en su lista, pero Jungwon no era como los demás. Por eso, aún lo observaba en silencio, sin saber si debía acercarse más… o alejarse para siempre.
El viento hizo que una rama golpeara contra la ventana de Jungwon, y este abrió los ojos, sobresaltado. Su mirada se posó en el cristal, donde creyó ver una sombra. Se quedó inmóvil, sus sentidos alerta, el corazón latiéndole en el pecho.
"¿Quién está ahí?", murmuró en voz baja.
Ni-ki, aún oculto, contuvo la respiración. No había planeado que Jungwon lo notara. A pesar de su naturaleza meticulosa, algo en esa noche había hecho que bajara la guardia. Quizás era la emoción de estar tan cerca, o tal vez el simple deseo de ser visto, de no seguir siendo una sombra. Sin embargo, en lugar de huir, deslizó un papel doblado bajo el marco de la ventana antes de desaparecer entre los árboles.
A la mañana siguiente, Jungwon encontró la nota. El papel estaba arrugado, como si hubiera sido apretado con fuerza antes de ser dejado ahí. En letras claras, y con una caligrafía sorprendentemente ordenada, estaba escrito:
"No estoy aquí para asustarte... sino para conocerte. Nos veremos pronto, Jungwon."
Jungwon sintió un escalofrío recorrer su espalda. No sabía quién había escrito esa nota, ni cómo había llegado hasta él, pero una inquietud inexplicable se apoderó de su mente. Durante el día, trató de convencerse de que era solo una broma, un truco de alguien de la escuela. Sin embargo, no podía evitar revisar una y otra vez el papel, repasando las palabras. Su nombre estaba allí, tan claro, tan directo. Quienquiera que fuera sabía más de lo que dejaba entrever.
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