⋆𐙚 doce ⋆𐙚

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Ni-ki no podía recordar cuándo su obsesión por Jungwon había dejado de ser algo manejable y se había transformado en un torbellino de pensamientos incontrolables

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Ni-ki no podía recordar cuándo su obsesión por Jungwon había dejado de ser algo manejable y se había transformado en un torbellino de pensamientos incontrolables. Todo giraba en torno a Jungwon: su sonrisa, su risa, la forma en que caminaba, cómo se movía, cómo hablaba. Cada detalle alimentaba el fuego que ardía dentro de él.

El problema era que ya no bastaba con verlo de lejos o escucharlo hablar. Necesitaba más. Quería ser la única persona en su mundo, la única que tuviera acceso a cada rincón de Jungwon.

La sombra de la obsesión

Una noche, mientras Jungwon dormía en su apartamento, Ni-ki lo observaba desde la ventana. Había encontrado la forma de acceder al edificio sin ser detectado, como lo hacía siempre que se ponía la máscara de Ghost Face. Pero esta vez no llevaba la máscara. No estaba allí para causar miedo ni para cumplir con las acciones que lo habían llevado a ese oscuro camino.

Estaba allí porque necesitaba verlo. Solo verlo.

Jungwon se giró en su cama, y Ni-ki sintió un escalofrío recorrer su cuerpo al ver su rostro relajado bajo la tenue luz de la luna. Era perfecto. Demasiado perfecto para el mundo.

“No tienen derecho a verte,” murmuró Ni-ki para sí mismo, apretando los puños. “Nadie debería poder mirarte como yo lo hago. Nadie debería estar cerca de ti.”

El simple pensamiento de Jungwon hablando con otros, sonriendo a otros, lo llenaba de una furia que apenas podía controlar. Una parte de él sabía que estaba cruzando límites, que estaba dejando atrás cualquier rastro de lógica, pero no podía detenerse.

La ruptura interna

A la mañana siguiente, Ni-ki no pudo contenerse más. Encontró a Jungwon en la cafetería de siempre, sentado con unos amigos, riendo despreocupadamente. El ruido en su cabeza era ensordecedor.

¿Por qué estás con ellos? ¿Por qué no me buscas a mí? Yo soy el único que te entiende.

Cuando Jungwon notó su presencia, levantó la mano para saludarlo con una sonrisa. Pero algo en esa sonrisa, algo en la forma en que parecía tan despreocupado, rompió lo que quedaba de control en Ni-ki.

Sin pensarlo, se acercó y tomó asiento frente a Jungwon, ignorando las miradas curiosas de los demás.

“Ni-ki, ¿qué haces aquí?” preguntó Jungwon, un poco sorprendido pero aún amable.

“Quería verte,” dijo Ni-ki, su voz más baja de lo normal.

Jungwon inclinó la cabeza, confundido por el tono extraño en su voz. “¿Estás bien? Pareces… diferente.”

“Estoy bien. Mejor que nunca, de hecho,” respondió Ni-ki, su mirada fija en Jungwon con una intensidad que hizo que este último desviara la vista, incómodo.

Los amigos de Jungwon pronto se levantaron, quizás percibiendo la tensión en el aire. Jungwon los despidió rápidamente y volvió su atención a Ni-ki, quien seguía mirándolo como si fuera el único ser en el universo.

“Ni-ki, ¿qué está pasando? Me estás asustando un poco,” dijo Jungwon, tratando de sonreír para aliviar la situación.

“¿Por qué pasas tanto tiempo con ellos?” soltó Ni-ki de repente, su voz quebrada por algo que Jungwon no logró identificar de inmediato. “No te entienden como yo. No saben quién eres realmente.”

“¿Qué estás diciendo? Son mis amigos,” respondió Jungwon, frunciendo el ceño.

“No los necesitas. Me tienes a mí,” dijo Ni-ki, su tono cada vez más insistente. “Ellos no te protegerán. No harán todo por ti como yo lo hago.”

Jungwon se quedó en silencio, tratando de procesar las palabras de Ni-ki. Había algo profundamente perturbador en la forma en que hablaba, como si estuviera al borde de un colapso.

La confrontación

“Ni-ki, creo que necesitas calmarte. Esto… esto no es normal,” dijo Jungwon con cuidado, levantándose lentamente de su asiento.

Pero Ni-ki se levantó también, bloqueando su camino.

“¿Calmarme? ¿Por qué debería calmarme? Jungwon, tú eres todo para mí. Todo. No puedo permitir que nadie más te aleje de mí. Nadie entiende cuánto significas para mí,” dijo Ni-ki, y en sus ojos había una mezcla de desesperación y devoción que hizo que Jungwon retrocediera un paso.

“Ni-ki, esto no está bien. Necesitas ayuda,” dijo Jungwon, tratando de mantener la calma.

“Lo único que necesito eres tú,” respondió Ni-ki, y por primera vez, Jungwon sintió verdadero miedo.

Sin decir una palabra más, Jungwon salió apresuradamente de la cafetería, dejando a Ni-ki atrás. Pero mientras se alejaba, no podía sacudirse la sensación de que había algo irremediablemente roto en Ni-ki.

Ni-ki, por su parte, se quedó inmóvil por un momento antes de salir detrás de Jungwon. No iba a dejar que lo alejara. No ahora, no nunca.

 No ahora, no nunca

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⏰ Última actualización: 16 hours ago ⏰

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