C A E S A R
—Ah... —soltó un jadeo ahogado en cuanto mis dedos comenzaron a moverse en su interior. Sus pezones se endurecían con cada minuto que mi boca permanecía en ellos, lamiéndolos con devoción. Cuánto había extrañado la sensación de su cuerpo en mis manos, de explorar cada rincón y percibir cómo contenía sus gemidos.
—¿Extrañabas mis caricias? —inquirí mientras me adentraba más en él. Estaba más estrecho que antes, y eso me encendía aún más.
—Sí... —susurró, su rostro enrojecido mientras mordía sus labios en un intento de contener cualquier sonido que pudiera delatarlo. Esa resistencia suya me excitaba aún más; cada una de sus expresiones era un deleite, y el saber que era solo por mí hacía que mi deseo aumentara.
—¿Alguna vez te tocaste pensando en mí, cariño?
Él no se movía ni decía nada, solo dejaba escapar leves sonidos. Observé sus ojos, intentando no pensar demasiado en la posibilidad de que, en efecto, lo hubiera hecho.
—¿Lo has hecho? —insistí suavemente.
—Solo un par de veces... —admitió sin mirarme, el orgullo todavía reflejándose en su postura—. Pero no te creas tanto solo por eso.
—Estamos en problemas, cariño —susurré mientras mordía su clavícula. Sus largas piernas rodeaban mi cintura, y sus manos tiraban levemente de mi cabello—. Ahora tengo la necesidad de verte haciéndolo frente a mí.
Él negó repetidamente, mirándome como si acabara de decir la cosa más absurda del mundo.
—Claro que no lo haré —dijo, bajándose de mi regazo. Su cuerpo desnudo quedaba ante mi vista, firme y fuerte, un alfa que cualquier omega, beta o incluso otro alfa desearía tener en su cama. Pero él no era consciente de lo mucho que eso me afectaba; me irritaba, sí, pero también me llenaba de satisfacción porque era mío. Yo había sido su primera vez, sus primeros besos, sus primeras caricias, sus primeros gemidos. Todo en él había sido mío, y estoy seguro de que así seguiría siendo mientras yo viviera.
—Por favor... —supliqué, mi voz casi quebrándose—. Solo una vez, y no te lo pediré de nuevo.
—¿Por qué? No tiene nada de interesante verme haciendo eso —contestó, resistiéndose. Cuanto más se negaba, más aumentaba mi curiosidad.
—Cariño... ten piedad de mí, ¿sí? —le indiqué con la mirada hacia mi entrepierna, y pude ver cómo tragaba saliva, lo cual me divertía enormemente—. ¿Lo harás? ¿Complacerás a tu pareja? Sabes que hace mucho que no lo hago y...
—Y él.
Levanté la mirada, observando ese azul en sus ojos que me envolvía. Tenía una ceja en alto y sus brazos cruzados.
—¿Él? —pregunté, sinceramente confundido.
—Ese chico, Leewon.
No recordaba haber mencionado su nombre, pero luego comprendí por qué él debía saberlo. Sonreí al notar cómo, a pesar de su intento por ocultarlo, estaba celoso.
—¿Qué pasa con él?
—No me dirás que no te has acostado con él. Porque, honestamente, dudo que tu promiscuidad haya desaparecido de repente —dijo con frialdad.
—No he estado con nadie, cariño.
—Sí, claro... ¿cuántos?
—¿Cuántos qué?
—¿Con cuántos lo has hecho en este tiempo?
Negué repetidamente.
—Con ninguno.
Se detiene y me observa detenidamente antes de caminar hacia mí y, de repente, posicionarse entre mis piernas. Desde mi perspectiva, lo veo desde arriba, sin que él sospeche lo intensamente que me enciende tener esta vista suya. Es terriblemente tentador tener frente a mí a alguien con un rostro tan angelical, pero con un cuerpo que parece obra del mismísimo diablo, diseñada con la única intención de provocarme de la manera más cruel.
Porque, una vez que lo tocas, resulta imposible olvidarlo. Lo sé porque lo viví en carne propia durante el tiempo que estuvimos separados; recuerdo cuántas noches pasé deseándolo intensamente. Ni siquiera cuando mi primo intentó distraerme con otros, nada, nadie lograba despertarme una fracción de lo que Zhenya me hace sentir con un simple roce inocente.
Mis manos se aferran con fuerza a las sábanas mientras siento el contacto de su lengua, que se mueve con una destreza que hace que una corriente eléctrica recorra todo mi cuerpo. Tal vez no sea el más experimentado en esto, pero el hecho de que sea él quien lo haga es todo lo que necesito para disfrutarlo plenamente.
—Lo siento... —murmura con dificultad debido a lo que tiene en la boca—. Es demasiado grande...
Ya no puedo resistirlo, así que llevo una mano a la parte trasera de su cabeza y profundizo el movimiento, entregándome a la calidez y presión que me hacen estremecer. Al verlo con lágrimas de esfuerzo, siento que todo esto es demasiado para procesarlo de una sola vez. Finalmente, me derramo en su boca, y él no se aparta; lo recibe con una expresión de desconcierto.
—Dios... —mascullo, apenas logrando pronunciar palabra. Pero cuando lo veo tambalearse al levantarse y recostarse en la cabecera de la cama, me giro, sin poder apartar la mirada, y—. Oh, por Dios…
Contemplo, fascinado, cómo parte de mi esencia se desliza desde su boca hasta su trasero. Mis ojos captan cada detalle mientras él sonríe, claramente deleitado por mi reacción.
—¿No querías ver? —pregunta, y su mano baja hasta la zona, donde introduce un dedo, provocando un ligero espasmo que transforma su expresión. Aunque yo mismo lo toqué hace poco, es como si la vergüenza o la inexperiencia le otorgaran a su propio toque un matiz especial. Quizá porque sabe que esto es algo que, en teoría, no debería hacer él, sino otros. Sin embargo, sus ojos fijos en los míos mientras lo hace me encienden de una forma indescriptible—. Ah, sí… —susurra de tanto en tanto. Los movimientos de sus dedos aumentan poco a poco, y el aire entre nosotros parece arder. Yo, por mi parte, trato de contenerme, sintiéndome el hombre con la mayor fuerza de voluntad del mundo. Si no me he lanzado sobre él es porque estoy esperando el momento justo y...
—Maldición —no aguanto más, y llevo una mano a mi miembro, estimulándome no solo con el tacto, sino también con la vista, que es sencillamente cautivadora. Él ríe, antes de murmurar mi nombre, que suena casi como un gemido profundo desde su garganta—. No deberías hacer eso, cariño.
—¿Tan buena es la vista?
—La mejor, después de otras dos —respondo, cerrando los ojos mientras un escalofrío me recorre. Esto no es suficiente.
—¿Y… cuáles son esas dos?
—Esta ha pasado a ser la tercera. La segunda es verte de espaldas mientras te penetro profundamente.
La imagen se instala en mi mente y siento que estoy a punto de perder el control.
—¿Y la primera?
—La primera es ver tu rostro cada día y noche a mi lado, amor. Eso sí que es el verdadero paraíso.
No escucho más que un suave y prolongado gemido que me indica que acaba de alcanzar su clímax con mis palabras. No sé qué hice bien en una vida pasada para merecer a este hombre en la presente, pero no podría estar más agradecido.
—Solo quiero decirte que ni pienses en intentar salir de aquí, cariño.
—¿Eh?
—Será una noche larga y ardiente.
—Vaya, creo que estoy jodido, ¿no?
—Totalmente… y por mi causa —digo, besándolo con desesperación. Sé que un solo día no será suficiente para apaciguar todo este fuego que arde en mi interior—. Espero que este reencuentro sea de tu mayor agrado.
• LA PAREJA DE UN MAFIOSO •
BY SHADOW PLOTTER
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LA PAREJA DE UN MAFIOSO || CAESAR X ZHENYA
FanfictionNadie era consciente de cuánto se deseaban mutuamente. Era un secreto oculto, algo que debían mantener en la sombra, pero la intensidad de su pasión era tan grande que ambos anhelaban poseerse completamente. Zhenya era un agente de élite, un profesi...