S e i s

141 36 0
                                    

«

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

«...¿En qué estará pensando tanto?», me pregunto mientras lo observo sentado, mirando hacia el exterior y fumando. ¿Hace cuánto no lo veía así? Me resulta extraño, pero hay algo en ello que me reconforta.

—Veo que te deshiciste de los comunicadores —dice de pronto. Instintivamente, llevo la mano a mi oído, donde antes llevaba el arete que usábamos como dispositivo. Continúa—. Hace un momento, me preguntaste: ¿por qué? —Levanto la cabeza, sorprendido de que él saque el tema. Asiento y él sonríe—. Yo solo reflexioné, ¿sabes? No creo ser un hombre que hable a la ligera sobre lo que le importa, pero tú... tú lo dejaste claro desde el inicio, Zhenya —exhala el humo lentamente—. Me causaba gracia verte luchando con todas tus fuerzas para aparentar ser uno de los míos. Parecías odiar todo lo que tenía que ver con este mundo, con nosotros, y sin embargo, persistías. Me adulabas, acatabas cada orden, no discutías... más de una vez te escuché maldecirme cuando pensabas que estabas a solas, y sin embargo, al día siguiente, allí estabas, frente a mí, con esa sonrisa resplandeciente, dispuesto a soportar otro día a mi lado.

Sonrío sin dejar de mirar hacia la ventana; no esperaba que recordara tanto.

—Eso me gustó —prosigue—. De alguna forma, despertó algo en mí. Claro, para entonces ya sabía quién eras realmente, un agente de élite de esa maldita agencia, y eso me hizo gracia también —guardo silencio, escuchándolo—. Saber que hacías todo lo posible por cumplir tu "deber" me resultaba... emocionante. Y me pregunté: ¿hasta dónde estará dispuesto a llegar para cumplir su misión? Me imaginé tantas cosas, pero en aquel momento solo pude pensar en tu sonrisa. ¿Sabías que cuando sonríes te ves aún más... atractivo? —inquiere de pronto, mirándome. Sacudo la cabeza negando, y él sonríe levemente—. Eso fue lo que pensé entonces. ¿Cómo hacer para que me sonrías solo a mí de esa manera? Y luego, otros pensamientos extraños llegaron a mi mente. ¿Qué pasaría si te hiciera llorar? ¿Cómo se verían esos ojos azules tuyos con lágrimas resbalando por tus mejillas? Pero me debatía: "¿Debería? ¿Podría? Él es el enemigo". Me repetía una y otra vez, tratando de apartar esas ideas estúpidas, pero cada vez que te veía, era imposible no pensarlo. Y cuando llegaba la noche, eras tú quien aparecía en mis pensamientos.

Lo observo levantarse y acercarse hasta arrodillarse frente a mí, tomando mi mano como lo hizo aquella vez hace años. Lleva más cicatrices de las que puedo recordar.

—Pero luego me dije: ¿por qué no hacerlo? Pensé en las muchas cosas que podría hacer para provocar tus lágrimas o tu ira, cualquier cosa que te hiciera sentir algo, y que me mostraras ese lado tuyo. La única idea que me quedó fue esa... ¿y si lo hago a través del sexo? Tú, un alfa... yo, un enigma. ¿Llorarías de ira o de placer bajo mi control? ¿Se enfurecería tu orgullo o me suplicarías que continuara? Todas mis ideas convergían en lo mismo: si lo hacía, podría verte en todas tus facetas. Y vaya que lo hice.

Ruedo los ojos. Es irritante escucharlo hablar así, recordando cómo yo mismo libraba una batalla interna en aquel entonces.

—Superaste mis expectativas, Zhenya. A pesar de ser un alfa, me diste mucho más de lo que esperaba. Con el tiempo, me descubrí deseándote: tu cuerpo, tu calor, tu aroma tan embriagante, la forma en que pronunciabas mi nombre en mi cama, o cómo lucías cuando dormías a mi lado. Pasaron los días y el tenerte junto a mí cada noche se convirtió en lo que más esperaba, y cada mañana ansiaba despertar y saber que aún estabas allí, conmigo —se detiene, dejando el cigarrillo y tomando ambas de mis manos—. Cambiaste mucho en mí, Zhenya, aunque ni siquiera yo lo sabía. Tu llegada fue inoportuna; eras mi enemigo y matarte formaba parte de mis planes, pero no pude hacerlo. Deseaba tenerte más tiempo a mi lado, y encontré formas de retenerte. Y lo logré... lo logré cuando vi en ti una chispa de duda respecto a lo que habías venido a hacer. Eso me hizo extrañamente feliz. Yo te había hecho dudar, y me complacía saberlo. Solo el tiempo sabe cuánto imaginé situaciones absurdas contigo, cosas que jamás habrían pasado por mi mente. Ya no quería dejarte ir, pero tampoco deseaba que te quedaras solo por mí. Sabía que, por más egoísta que fuera, no podía arrancarte de lo que eras.

LA PAREJA DE UN MAFIOSO || CAESAR X ZHENYADonde viven las historias. Descúbrelo ahora