—¡Mierda! —exclamó Lexa, buscando en cada bolsillo de su abrigo y en el bolso de cuero que llevaba. —¡Mierda, mierda, mierda!
Repitió antes de golpear el cristal que la separaba del taxista.
—Disculpe, ¿puede llevarme de regreso por favor?
— Por supuesto, señorita —respondió amablemente el hombre.
Pues claro, ¿Cómo le iba a molestar? ¡El taxímetro estaba girando de todos modos!
—¡Mierda! ¿Dónde diablos lo dejé? Esperemos que no lo haya perdido —murmuró para sí misma, pasándose una mano por su cabello castaño, y luego comenzó a buscar en cada bolsillo nuevamente, esperando haber buscado mal; pero el resultado fue el mismo: ni rastro de su celular.
¡Iba toda su vida allí, y la mitad de la de su jefa!, si se consideraba la agenda con las citas guardadas.
Después de varios minutos en el tráfico de Nueva York, el taxi se detuvo en el punto de partida y Lexa salió del auto. Sin saber cuánto tiempo tardaría, decidió pagar y despedir al taxista, llamaría a otro.
Tan pronto como entró en el enorme atrio del rascacielos "Griffin Inc." Los guardias nocturnos la miraron asombrados.
—Lexa, ¿Qué haces aquí? —le preguntó uno de ellos.
—Perdí mi celular. No es que te hayas encontrado uno por ahí, ¿o sí? —preguntó esperanzada, dirigiéndose hacia los torniquetes.
—No —respondió mientras los demás simplemente asentían con la cabeza.
—Subiré a las oficinas con la esperanza de encontrarlo allí —pasó su gafete por el escáner y bajó la barra de acero; mientras se acercaba a los ascensores mantuvo la vista baja en busca del móvil, podría haberse caído al suelo.
Presionó el botón de llamada y esperó.
—¿Cómo diablos no me di cuenta de que ya no lo tenía conmigo? —se preguntó en voz alta mientras las puertas del ascensor se abrían silenciosamente y ella entraba, luego seleccionó el último piso.
Una vez que llegó a las oficinas de dirección se dirigió con paso decidido hacia su puesto de trabajo, que se encontraba frente a la gran puerta doble del despacho e la jefa de la empresa donde trabajaba desde hacía casi cinco años.
No había encontrado nada en el suelo, así que tal vez estuviera sobre el escritorio. Dejó su bolso y se quitó el abrigo para no obstaculizar sus movimientos y comenzó a buscar, abriendo todos los cajones. Por suerte era una chica ordenada y no había papeles ni expedientes que pudiera esconder, ¡pero no veía la más mínima señal de un teléfono!
—¡Mierda! —volvió a maldecir, pasándose ambas manos por el pelo.
¡Un momento!
Antes de irse había tomado un café con Lincoln, la asistente de la señora Nolvon, tal vez lo había dejado en la sala de relajación.
Se dirigió con paso decidido hacia la habitación en cuestión, atravesando los pasillos desiertos, abrió la puerta y encendió la luz. Miró por todas partes, ¡hasta en el frigorífico!, pero su teléfono celular no estaba allí.
Ahora la desesperación le estaba quitando la claridad; volviendo sobre sus pasos, examinó todas las oficinas, comprobando el suelo y espiando cada escritorio, aunque fuera poco probable. Revisó entre los cojines de los sofás de la sala de espera, entre las plantas en macetas; al final casi quiso llorar cuando se hundió en la silla detrás de su escritorio.
Miró el teléfono fijo y en un último destello de claridad, una última esperanza: ¡cogió el auricular y marcó su número de celular!
¡Al primer timbrazo, el milagro! Lexa se levantó de un salto y escuchó el timbre de su teléfono proveniente del único lugar que aún no había revisado y en el que realmente no había pensado, ya que era prácticamente sagrado y donde nunca dejaba nada personal.
¿Cómo diablos acabó su móvil en el despacho de su jefa? Buena pregunta, lástima que no tuvo una buena respuesta.
Colgó el teléfono y miró la puerta doble cerrada. Bueno, necesitaba su celular e iba a recuperarlo, sin importar cómo llegara allí.
Se acercó a la puerta y la abrió; curiosamente, la luz del escritorio no estaba apagada como ella hubiera esperado: ¿tal vez la señora Griffin todavía estaba en el trabajo? Estaba a punto de pedir permiso para entrar cuando, abriendo un poco más la puerta, vio su cabellera rubia apoyada en el borde del escritorio; estaba de espaldas a la puerta, estaba en mangas de camisa y su falda estaba subida hasta las caderas, solo después de unos segundos Lexa se dio cuenta de que estaba suspirando y gimiendo.
Frente a ella había grandes ventanales que daban a la ciudad inmersa en la noche y la joven, incapaz de mover un solo músculo, vio todo reflejado en esa oscuridad. Sus ojos verdes se abrieron y por un momento dejó de respirar mientras su corazón saltaba a su garganta, latiendo locamente: arrodillada frente a su jefa estaba una chica que le estaba practicando sexo oral.
Sabía que debía cerrar la puerta y salir corriendo lo más rápido posible, pero estaba congelada, no podía mover ni un solo músculo y esa vacilación era fatal.
De repente su jefa miró al frente y se encontró con la mirada de Lexa en el reflejo del cristal. No hizo una sola señal, no detuvo a la joven, al contrario, pasó una mano por su cabello, como queriendo animarla, manteniendo contacto visual con Lexa, a quien luego le dedicó una leve sonrisa llena de picardía.
Lexa tragó saliva, un escalofrío recorrió su espalda; lentamente retrocedió, luego se alejó de la puerta, agarró su abrigo, su bolso y salió corriendo lo más rápido que pudo.
Estamos de vuelta con una nueva traducción de @Natory28 ♥♥♥
Gracias por leer, votar y comentar. ♥
ESTÁS LEYENDO
Her the devil (Clexa)
FanfictionTraducción Clexa 💚🩵 Lexa Woods lleva casi seis años trabajando como asistente personal de Clarke Griffin. Su relación siempre se ha limitado exclusivamente a las jornadas laborales desarrolladas en las oficinas de la multinacional propiedad de Cla...