Lexa gimió molesta por la luz que se filtraba por una rendija que dejaban las cortinas corridas y se tapó la cabeza con el edredón. Afuera estaba lloviendo y el suave sonido de la lluvia la adormeció; era una pena que en cierto momento alguien haya decidido que ya no era hora de dormir.
—Tengo que salir pronto —murmuró Clarke junto a su oreja, mientras deslizaba una mano por su espalda desnuda.
—Entonces deberías pedir el desayuno, darte una ducha y vestirte —dijo Lexa arrastrando las palabras, con voz soñolienta.
—Te perdiste una parte importante —dijo, besando la base de su cuello.
—¿Buenos días?
—Exactamente —confirmó, acariciando su trasero.
—Pero no estoy despierta y me estás molestando —replicó Lexa, comenzando a sentir que algo se agitaba por dentro.
¡Maldita atracción!
—Si no estás despierta, ¿cómo sabes que te estoy molestando? —preguntó recostándose encima de ella, besándola de hombro a hombro, mientras con una rodilla le separaba las piernas —Si no estás despierta, podría hacerte lo que quiera, sin que te des cuenta —añadió mordiéndola entre los omóplatos, frotando lascivamente su intimidad en sus nalgas.
Lexa suspiró, levantando un poco su trasero, apoyando su frente contra la almohada, sintiendo el deseo crecer a niveles indescriptibles. Los jugos de Clarke mojaban su cuerpo y ya se sentía empapada.
—Cállate y dame tus malditos buenos días —jadeó Lexa, ahora impaciente por sentirla dentro de ella.
En un instante Clarke entró en ella con tres dedos y, Lexa, mordió la almohada para no gritar.
Por unos segundos la rubia permaneció quieta, besándola en los hombros, luego se levantó con un brazo extendido y comenzó a moverse dentro de ella lentamente, primero retirándose luego entrando de nuevo, provocando en Lexa un gemido de placer que no hizo más que excitarla aún más.
Después de todo, cada sonido que Lexa hacía cuando tenían relaciones sexuales la volvía loca, ¡parecía que estaban diseñadas para hacerla perder completamente el control!
—Clarke —dijo Lexa entre gemidos; se giró un poco, colocó una mano sobre su cuerpo y la empujó hacia atrás hasta que se detuvo. Quería cambiar de posición, quería montar esos dedos que la volvían loca. Y así lo hizo, se levantó, se montó a horcajadas sobre ella y guio la mano de Clarke dentro nuevamente, besándola apasionadamente.
Clarke la sostuvo con la otra mano, acariciándola por su espalda, dejándola a cargo, deslizando su mano por ese hermoso cuerpo, respondiendo a sus ardientes besos, perdiéndose dentro de ella, llenándola cada vez que bajaba sus caderas sobre sus dedos. que la llenaban por completo.
Lexa se pasó ambas manos por el cabello y la miró a los ojos, esos abismos de un azul profundo que la dejaban sin aliento y encantada cada vez. Por un momento se detuvo. Clarke deslizó su mano por su espalda.
—¿Qué sucede? —murmuró.
—N-nada —respondió Lexa contra sus labios, antes de besarla y comenzar a moverse nuevamente con mayor determinación, gimiendo contra su boca, aferrándose a ella hasta el último suspiro, hasta que ambas fueron abrumadas por un poderoso orgasmo que las dejó exhaustas y satisfechas.
Por un momento permanecieron quietas, abrazadas, luego Clarke pasó su mano por su cabello castaño y la miró a los ojos.
—Me quedaría así todo el día, pero realmente tengo que irme o corro el riesgo de llegar tarde.
—¿Volverás tarde hoy también? —preguntó un poco triste.
—Espero que no, pero este imbécil está haciendo mi vida más difícil de lo que pensaba.
—Déjame regresar a Nueva York, tal vez tú podrías...
—No, quiero que te quedes aquí conmigo, luego iremos a París —se negó por enésima vez.
—Las cosas se están poniendo más complicadas de lo esperado y no puedo darme el lujo de quedarme sentada aquí sin hacer nada. Dijiste que...
Clarke se levantó abruptamente.
—Sólo dije que hoy pienso terminar con este negocio, luego iremos a París —respondió en un tono que no admitía respuesta; que por supuesto Lexa ignoró.
—¡No puedes obligarme a quedarme aquí! ¡No soy tu juguete!
—¿Por qué carajo tienes que seguir hablando así de ti misma? ¿Así es como te trato?
Lexa se levantó. —¡Acabas de sacar tus dedos de mi vagina! ¿De qué otra manera se supone que debo hablar de mí? —gritó fuera de sí.
—¿Y no podría ser que acabas de hacer el amor con tu novia? ¡No, ¿verdad?! ¡En tu maldita mente, acabas de terminar de ser follada como una puta! ¿Entonces sabes qué? ¡Vete! Vuelve a Nueva York y folla con quien quieras. ¡Ya no me importas una mierda, Lexa! — dicho eso, le dio la espalda y fue a encerrarse en el baño.
Lexa se quedó helada; había aceptado seguirla a Europa principalmente porque se sentía atraída por la posibilidad de pasar tiempo con Clarke, pero el trabajo las había mantenido alejadas más de lo esperado, y pasar sola la mayor parte del día la había obligado a reflexionar sobre su situación, haciéndola sentirse como la amante pagada por la pareja rica, arrojándola a la desesperación, haciéndola sentir humillada y, en cierto modo, sucia. Porque por mucho que lo intentara no podía creerle a Clarke cuando la definía como su novia, aún lo veía como una ficción utilizada para mantener a raya a esas amantes que podrían haberla denunciado por quién sabe qué violencia. Por eso siguió prestándose a esa farsa.
Se dejó caer al borde de la cama, apoyó los codos en las rodillas y puso la cabeza entre las manos. ¿Pero a quién quería engañar? No había seguido sometiéndose a la voluntad de Clarke para mantenerla a salvo de posibles denuncias, sino porque quería desesperadamente estar con ella y era consciente de que esa era la única manera de mantenerla atada a ella.
Cuanto más mantuvieran esta farsa, más posibilidades tenía Lexa de hacer que Clarke se enamorara de ella.
Levantó la cabeza de repente y abrió mucho los ojos: ¿enamorarse de Clarke?
¡Dios, estaba enamorada de Clarke!
Todo se dio solo para eso, porque la amaba, y su mente, consciente o no, lo había procesado todo: ¡para acercarse cada vez más a la mujer que deseaba con todo su ser!
Se levantó de la cama y entró al baño, deteniéndose para mirar a Clarke mientras estaba en la ducha. Clarke pasó una mano por la puerta de cristal empañado y la miró ligeramente frunciendo el ceño.
—¿Sigues aquí?
Lexa entró en la ducha, llevó su mano a la nuca y la besó.
—Hice el amor con mi novia —murmuró luego contra sus labios.
Clarke arqueó una ceja.
—No tengo tiempo para discutir por eso otra vez.
—Te espero aquí, y lo volveremos a hacer cuando regreses —insinuó con una sonrisa.
—¿Por casualidad eres bipolar? —preguntó con sospecha.
—No, solo estaba pensando.
—Está bien —afirmó Clarke, aunque todavía no muy convencida —Te dejaré ducharte, tengo que arreglarme y salir ya —le dio un beso firme y salió de la ducha, dejándola sola.
Lexa sabía que este repentino cambio de dirección no era convincente, pero la convencería con el tiempo: todo lo que hacía falta era tener paciencia. Sonrió mientras metía la cabeza bajo el agua caliente y se relajaba.
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Her the devil (Clexa)
FanfictionTraducción Clexa 💚🩵 Lexa Woods lleva casi seis años trabajando como asistente personal de Clarke Griffin. Su relación siempre se ha limitado exclusivamente a las jornadas laborales desarrolladas en las oficinas de la multinacional propiedad de Cla...