Capítulo 11.

104 18 5
                                    


Si esto era el infierno, podría seguir ardiendo hasta consumirla, ¡porque ella no quería que esto terminara nunca! No quería que esas manos dejaran de tocarla, deslizándose por su cuerpo tembloroso de deseo, sobre la piel que ardía bajo el lascivo tacto; o que aquellos labios dejaran de tocarla, pecaminosos y húmedos, hirviendo de lujuria; que los dientes ya no mordieran la carne firme y temblorosa, sacudida por gemidos y suspiros.

Lexa jadeó, presionando su cabeza contra la almohada cuando la lengua de Clarke se deslizó húmedamente por la parte interna de su muslo, mientras apoyaba su pierna en su hombro, acariciando su costado y luego mordiendo su ingle.

Ella gimió mientras levantaba ambos brazos por encima de su cabeza, apretando su rubio cabello entre sus dedos, arqueando un poco la espalda, ofreciéndose completamente a la voluntad de Clarke. Gimió más alto de placer cuando el aliento de su amante le hizo cosquillas en su ahora empapada abertura, luego la hizo estremecer al lanzar su lengua contra ella, provocándola en el clítoris y luego moviéndose hacia abajo y chupando los grandes labios húmedos con su esencia, haciéndola suspirar cuando la penetró con su lengua.

Lexa de repente abrió mucho los ojos, jadeó y dejó de respirar por un momento mientras la lengua de Clarke se movía más rápido, tocando más y más profundamente. Dejó que su cabeza volviera a tocar la almohada y un gemido surgió de su garganta; Cada fibra de su cuerpo se tensó y curvó los dedos de sus pies mientras la lengua de Clarke se volvía más insistente, sacándola cada vez más de su mente.

—Oh Dios... —jadeó en medio de un creciente disfrute, sintiendo cada célula de su cuerpo vibrar como nunca antes. 

La lengua de Clarke continuó hundiéndose dentro de ella, sintiendo las paredes de Lexa contraerse de emoción, no le dio un respiro, hasta que Lexa gimió, temblando, ahora fuera de control.

Luego, Clarke se levantó sobre un brazo, se encontró cara a cara con ella y la miró a los ojos febril de deseo. Lexa respiraba pesadamente, tenía la frente un poco húmeda, y la miraba casi implorante. Una sonrisa llena de picardía apareció en los labios de Clarke y acercó dos dedos a los labios levemente temblorosos de su compañera, induciéndola a chuparlos, humedeciéndolos así con saliva.

Lexa, completamente sometida por Satán, hizo lo que le habían impuesto en silencio, y cuando los dedos fueron retirados de su boca, se encontró con la lengua de Clarke reclamando con fuerza la suya, mientras la mano de su amante se deslizaba por su cuerpo hasta llegar entre sus piernas, de nuevo en el centro nervioso empapado.

Lexa gimió contra los labios de su pareja cuando uno de los dedos de esta última la penetró, moviéndose lentamente, para luego detenerse y empujar nuevamente. La joven se aferró al brazo de Clarke entreabriendo la boca, conteniendo la respiración, mientras ella la penetraba mirándola a los ojos, juntando sus labios contra ella, saboreando el gemido de placer resultante.

Lexa movió sus caderas, permitiéndose ese contacto profundo y Clarke tomó posesión de su boca nuevamente, agregando el segundo dedo dentro de ella, luego retirándolos e insertando tres. La compañera se mordió el labio inferior, aferrándose a su espalda, rascándosela, jadeando y moviendo sus caderas en medio de la excitación.

Clarke la miró y perdió completamente el control: aumentó el ritmo de la penetración. Verla disfrutar fue lo más emocionante que jamás había presenciado; cuanto más gemía, más quería que ella lo hiciera. De vez en cuando se tragaba un suspiro, la besaba con entusiasmo y luego volvía a mirarla y se excitaba cada vez más. Empujó sus dedos con vehemencia, sintiendo la piel arder donde Lexa clavó sus uñas y la aruñó, perdida en su propio disfrute. Decidió hacerla correrse así y ya luego pensaría en el resto. Curvó sus dedos y los movió nuevamente, los ojos de Lexa se abrieron y se quedó sin aliento y Clarke sonrió satisfecha en cuanto sintió sus jugos inundar su mano, conteniendo un gemido ahogado.

—¡Dios! —jadeó la joven, dejando caer la cabeza sobre la almohada, atravesada por espasmos de placer. 

Mientras aún temblaba por el orgasmo que acababa de tener, Clarke sacó los dedos, se arrodilló entre sus piernas, la agarró firmemente por detrás de las rodillas e hizo que sus intimidades chocaran con una estocada firme que una vez más dejó a Lexa sin aliento.

Durante unos segundos permanecieron inmóviles, mirándose a los ojos; entonces Clarke agarró las manos de Lexa entrelazando sus dedos y las sujetó contra la almohada, continuando empujando con fuerza creando esa fricción que la estaba volviendo loca, gruñó contra sus labios de donde salió un gemido ronco.

Los movimientos estaban adquiriendo un ritmo rápido y salvaje. Ojos con ojos, boca a boca; arrancando besos de fuego; mordiendo vorazmente; gimiendo, jadeando.

Sus cuerpos brillaban con sudor hirviente, entrelazadas en ese abrazo que las consumía como un fuego.

Clarke volvió a tomar posesión de la boca de Lexa, turgente y caliente; la exploró con su lengua por enésima vez, saboreándola nuevamente, perdiéndose en su calor, sin dejar de empujar contra su amante, sintiéndose muy cerca del clímax de ese maravilloso coito.

Otro empujón firme y todo su cuerpo quedó invadido por una intensa ola de placer que la dejó sin aliento. Clarke gimió roncamente contra los labios de Lexa; apretó sus dedos con los de ella y la empujó nuevamente. Sintió el calor concentrarse en su manojo de nervios a punto de explotar, abrió sus ojos encontrándose con los verdes y brillantes de Lexa, un escalofrío de placer recorrió su espalda y chorreó en total éxtasis, jadeando contra los labios de su pareja, que poco después, alcanzó la cima del placer por tercera vez.

Por un momento Lexa cerró los ojos; cuando los volvió a abrir estaban lánguidos y podía respirar con un poco de dificultad. Clarke le soltó las manos, alejándose un poco para mirarla mejor, luego se inclinó nuevamente y la besó en la boca, lentamente.

—Ducha —dijo, separándose.

Lexa la sintió separarse, permaneció inmóvil y con el rabillo del ojo la vio entrar en el baño principal; poco después oyó el agua de la ducha correr y soltó un profundo suspiro, pasando una mano por su cabello húmedo mientras miraba el techo.

No es que hubiera esperado besos y abrazos al final de todo, pero ciertamente no era agradable que la dejaran allí, sola, todavía caliente por el increíble sexo, y solo para apresurarse a meterse en la ducha. 

¿Fue tan desagradable hacerlo con ella? ¿Y cómo debería comportarse ahora? ¿Qué esperaba Clarke, salir del baño y ya no encontrarla en la cama?

Se sentó mirando a su alrededor, incapaz de pensar racionalmente en qué hacer, pero quizás lo mejor sería vestirse y marcharse sin causar molestias. Se sentó en el borde de la cama, lista para levantarse, cuando Clarke apareció en la puerta.

—¿Entonces? —preguntó mirándola atentamente.

Lexa frunció el ceño, confundida.

—¿Qué?

—¿Vienes o no?

—¿A dónde? —preguntó aún más confundida.

—A ducharte, —respondió Clarke, con un tono que parecía implicar que era obvio.

La joven no pudo ocultar una expresión de sorpresa.

—Entonces, tú querías decir...

Clarke se acercó de un salto y, tomándola de la mano, la hizo levantarse para luego atraerla hacia sí.

—¿Pensabas que había terminado contigo? —preguntó Clarke, riendo ligeramente.

—¿No? —susurró, insegura.

—Dulzura... apenas he comenzado —murmuró contra sus labios.


Gracias por leer, votar y comentar. ♥

Que nuestra querida escritora italiana vea que les está gustando su historia. 😊♥

Her the devil (Clexa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora