De vuelta en el más allá, Becky y Álex deambulaban por los pasillos oscuros y polvorientos del hostal. La falta de Sam dejaba un vacío en el aire que, aunque silencioso, era palpable, y Becky no podía evitar sentirse incompleta. Se preguntaba constantemente si podía haber hecho algo para evitarlo. A su lado, Álex la observaba en silencio, y aunque su mirada reflejaba una especie de familiaridad, Becky no sentía ni paz ni alegría. Era como si una bruma espesa lo rodeara, y, aunque no lograba recordar del todo, percibía algo inquietante en su presencia. Álex se le acercaba con una familiaridad que debería ser reconfortante. Intentaba concentrarse en sus palabras amables, en las historias que relataba sobre el pasado que supuestamente compartieron, pero cada vez que se rozaban o le hablaba, Becky sentía una especie de repulsión, como si parte de ella se resistiera a estar cerca de él.
Fue en una de esas noches de silencio en el hostal cuando Becky sintió una presencia extraña. No era la primera vez que pasaba. Al principio, pensó que era su imaginación, un reflejo de su soledad y nostalgia por Sam, pero con el tiempo se dio cuenta de que lo que notaba era real. Algo —o alguien— parecía flotar en los límites de su percepción, como una figura etérea esperando ser descubierta.
La presencia se manifestó por primera vez en una ráfaga de aire que recorrió su espalda, un susurro suave que sus oídos apenas podían captar. Posteriormente, creyó oír una risa lejana y cálida en el comedor vacío; y en el jardín interior, donde el aroma a tulipán, llenaba el aire y le traía una paz inexplicable. Incluso en los momentos de mayor calma, como cuando dormía, sentía un delicado toque en su mano, como si alguien estuviera velando por ella.
Becky comenzó a notar que cada noche, el mundo que conocía se desvanecía y una nueva realidad emergía ante ella. En una de estas noches, mientras vagaba por el antiguo hostal, sintió un tira y afloja en su interior. Al caminar por los pasillos, notó que las luces titilaban y las sombras danzaban, como si el ambiente estuviera cargado de electricidad. Fue entonces cuando, en un rincón apartado vio cómo en el espejo polvoriento de la planta más alta del hostal aparecía una figura borrosa a su lado con una sonrisa cálida y adorable, quien dibujó en el espejo una F, una R, dos E y una N. "¿Eres tú?", preguntó Becky. Freen asintió con una sonrisa suave y triste. Pequeños fragmentos de su vida pasada volvían a ella en destellos: escenas fugaces de risa, un sentimiento de pertenencia y seguridad inefable. Becky quería acercarse a ella, pero no podía. Freen simplemente le sonrió y negó con la cabeza, dos gestos que dejaron huella en el corazón de Becky. Era como si una barrera invisible las separara, manteniendo a Becky en un mundo donde el contacto físico era un sueño inalcanzable.
Sin embargo, a medida que se volvían a ver, Becky comenzó a notar cambios sutiles. Cada noche, Freen se volvía más definida, aunque su silueta parecía fluctuar como si estuviera atrapada en una dimensión intermedia. Era una mujer, de rostro sereno y mirada penetrante. La belleza de Freen desafiaba hasta a la Muerte. Sus ojos le transmitían mil palabras de consuelo y ternura.
En una de sus coincidencias, Freen se volvió hacia Becky con una expresión de anhelo; a través de sus ojos se reflejaba el deseo de estar juntas, de tocarse, de fundirse. Becky, embriagada por la magia del momento, dio un paso hacia Freen. Por primera vez, en un acto de pura voluntad, extendió la mano. Se dio cuenta de que podía sentir el calor de la mano de Freen cuando esta se acercaba; el roce de sus dedos era como un destello de luz que la atravesó.
—¿Puedes sentirme? —susurró Freen.
Becky asintió, notando como una ola de calidez recorría su cuerpo, como si una parte de ella, perdida desde su muerte, regresara a casa.
ESTÁS LEYENDO
Más allá de la muerte
RandomUn relato corto GL inspirado en la Becky fantasma del videoclip de LYNK "No worries" junto a la ilusión de ver a Freen como fantasma en la película tailandesa "Rider" (estreno en diciembre de 2024). Argumento: Rebecca, un nuevo espectro en un hosta...