Más allá de la muerte

3. El poder del tacto

Al tocarse, la electricidad recorrió el cuerpo de Becky. Sus manos se entrelazaron, y el calor de Freen la atravesó, avivando un fuego que había estado dormido demasiado tiempo. Las miradas se encontraron, y sin necesidad de palabras, entendieron que este era el momento que habían estado esperando. Freen se acercó lentamente, sus labios a escasos centímetros de los de Becky, cada instante cargado de un deseo que vibraba en el aire.

Becky, en un acto de valentía, cerró la distancia entre ellas. El beso fue suave al principio, un roce que se transformó rápidamente en un torrente de pasión. Era como si cada uno de sus recuerdos compartidos, todos los momentos perdidos, fluyeran llenando el espacio entre ellas con todo lo que habían sentido. Freen llevó sus manos a la cara de Becky, acariciando amablemente su mejilla con el pulgar como si temiera que se desvaneciera.

Con cada beso, la pasión crecía, sus cuerpos se movían al unísono en una danza etérea. Era un baile de dos almas que se habían encontrado como si hubiera sido por primera vez, donde el tiempo se desvanecía y solo existían ellas dos. Solo ellas importaban. Las manos de Freen exploraban el contorno de Becky, mientras ella se aferraba a su cintura, ajustándose a su figura, sintiendo la suavidad de su vestido espectral. Sus corazones, aunque no palpitaban, latían al unísono.

Finalmente, sus frentes se encontraron, y ambas respiraron con dificultad. En sus ojos brillaba una mezcla de amor y anhelo, sabiendo que esto marcaba la continuación de un pasado que todavía no había muerto.