4. La verdad

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La última noche en la que Becky fue al encuentro de Freen, se topó inesperadamente con Álex. Mientras caminaban por el pasillo, él la atrapó de repente, su mano envolviendo su muñeca. Todo su cuerpo se paralizó. Sus ojos se encontraron, y por un momento, todo pareció en calma. Pero esa calma se desvaneció rápidamente, reemplazada por un torrente de recuerdos oscuros que comenzaron a desbordar su mente. Becky sintió un escalofrío recorrer su espina dorsal mientras las imágenes se apoderaban de ella: una risa que tornó en un grito, un rostro oscurecido de celos. La discusión que había tenido con él antes de su muerte se repetía como un mantra.

La noche en que Becky murió, llegaba a casa tras una cita con Freen. Álex estaba en el cuarto de estar, esperándola.

-¿Álex? ¿Cómo has...? -preguntó Becky, dejando a medio enviar un mensaje a Freen.

-Siempre la eliges a ella, Becky. Siempre -respondió Álex.

-¿De qué estás hablando?

-No puedo soportar verte tan cerca de ella, como si no te importara lo que siento. Yo he estado contigo desde el principio. ¿Por qué ella tiene que interferir?

Freen, que quería volver a ver a Becky aunque solo fuese un rato más, acudió a su casa por sorpresa, encontrándose la escena.

-Lo nuestro terminó hace mucho tiempo, Álex.

-¿Sabes lo que me duele? Ver cómo te ríes y disfrutas con ella, como si yo no importara en absoluto. ¿Acaso no soy suficiente? ¿De verdad crees que Freen te quiere más que yo? ¡Es una locura! -terminó diciendo sujetándole la muñeca.

-No quiero perderte por alguien que no te merece.

-Álex, suéltala.

-Pero ¡quién tenemos aquí! La roba novias.

-Yo nunca fui tu novia.

-¿Te das cuenta de lo que haces? Me estás obligando a pelear por lo que es mío. No puedo soportar perderte. ¡No puedo! -gritó, apretando la muñeca de Becky.

En un arranque de furia, Álex tomó un cuchillo que había en la mesa y lo alzó, mirando a Becky con desesperación.

-Si no puedes estar conmigo, ¡no estarás con nadie!

El tiempo pareció detenerse. Becky se levantó del suelo tras el empujón de Álex y, con el corazón en la boca, lanzó un grito desesperado.

-¡NO! ¡FREEN! -gritó mientras corría hacia ella.

Pero era demasiado tarde. Álex apuñaló a Freen con el cuchillo. Ella cayó al suelo. Su mirada se perdía en el vacío.

-¿Qué he hecho? -murmuró Alex, sus ojos llenos de horror y arrepentimiento.

Becky llegó a su lado, pero no pudo hacer nada más que sostener la cabeza de Freen entre sus brazos.

-No... Freen, no... -sus lágrimas caían, formando charcos en el suelo.

El alma de Freen comenzó a separarse de su cuerpo, su espíritu flotando hacia lo desconocido. Antes de desaparecer por completo, miró a Becky.

-Siempre estaré contigo... -fue su último susurro antes de que su esencia se desvaneciera, dejando solo un eco en la habitación.

Becky, en medio de su dolor, sintió un cambio en el aire, como si la vida se escapara junto con la de Freen. Álex, consumido por el remordimiento, se dejó caer al suelo, sin poder evitar que su llanto resonara en la habitación.

-Lo que he hecho... -se repetía, atrapado en la culpa y la locura.

Desesperado y abrumado, Álex, en un momento de pánico, tomó el mismo cuchillo que había usado contra Freen. Sin poder controlar su locura, se lo dirigió a sí mismo.

-No puedo vivir con esto... -murmuró mientras miraba el cuchillo.

Becky, viendo el movimiento, se abalanzó hacia él para evitar lo que estaba a punto de hacer, muriendo por accidente en su lugar.

La noche de la tragedia, Álex había dejado el lugar en estado de pánico. El eco de sus propios gritos resonando en su cabeza. Había tomado un taxi que lo llevó lejos, sin rumbo fijo, mientras la realidad se desvanecía a su alrededor. Su mente estaba en un caos total, atormentado por la imagen de Becky y Freen. Sabía que el tiempo se le acababa, que la policía pronto daría con él.

Durante los días siguientes, se ocultó en el pueblo de al lado. La soledad y la culpa lo consumían, pero su instinto de supervivencia era más fuerte. Tras unos días vagando en las afueras, encontró un hostal que le serviría para esconderse al menos, por unas noches. Los trabajadores decían que el hostal estaba lleno de ecos y sombras, que había fantasmas... "Pamplinas", pensaba, pasando de responder.

Pero en aquella noche de Halloween la vio. Pensó que se estaba volviendo loco, pero Becky parecía tan real...

Más allá de la muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora