— Nat... — Maria bajó el arma, dando dos pasos vacilantes hacía su esposa antes de detenerse.
Natasha tragó, su cuerpo adolorido completamente anhelante de enterrarse en los brazos de su mujer, pero negó con la cabeza antes de dirigir sus ojos errantes a Kate. — Le rompiste la nariz. — Acusó a su hermana menor.
— Estaba oscuro y no era su casa. ¡Me puse un poco nerviosa! — Se quejó Yelena, quitando bruscamente el cinturón donde había colocado el cable que le salvó la vida a la niña de las caderas de Kate.
Natasha simplemente rodó los ojos antes de caminar hacia Kate, alejándose de Peter, quién lucia ligeramente perdido. — Déjame ver eso... — Susurró una vez estuvo frente a la chica.
— No... — Kate gimoteo, girando el rostro lejos de las manos gentiles que intentaban tocarla. — No, Nat, duele.
— Por supuesto que duele, te peleaste con una Viuda Negra. — Murmuró Natasha con cansancio, finalmente logrando que Kate la mirará para poder estudiar su rostro con cuidado. — Te la acomodare, ¿Si? Respira hondo, cariño.
— Nat...
— Será un segundo. — Prometió Natasha con un deje de tristeza. — El dolor solo te hace más fuerte. — Kate respiro hondo finalmente, asintiendo con la cabeza. Natasha realmente no podía culparla si estaba asustada, no solo por su nariz. La arrojaron de un tejado y se había peleado con la Viuda Blanca. — Bien, respira y aguanta la respiración a la cuenta de tres... Uno, dos... — Natasha coloco ambas manos en el tronco de su nariz y la acomodó con un sonido desagradable. — Tres.
— ¡Carajo! — Kate chillo, pero para su crédito no hubo lágrimas, solo una respiración temblorosa cuando Natasha la abrazo.
— Ésto. — Susurró Natasha, con algo duro y feo en su voz que hizo que Kate se alejara lentamente del cálido abrazo. — Ésto, — Gruñó, con destellos del recuerdo de un planeta desierto, un hombre rubio en el suelo con la cabeza abierta y sangrado, y su voz ronca en sus últimos momentos: Dile a mí familia que los amo, había dicho. Diles que papi lo intentó, y que siente no haberse retirado completamente de verdad todas las veces que lo dije. — es la razón por la que hacemos planes y los seguimos. — Señaló su nariz y luego el borde de la azotea. — ¿Lo entiendes ahora?
Dile a Laura que lo siento, Nat.
— Si, señora. — Kate asintió, avergonzada.
Natasha la fulminó con la mirada, apretando peligrosamente el hombro de la chica más joven antes de decidir que Kate, está vez, había entendido. Luego se giró y le lanzó un cuchillo a Yelena, quién lo atrapó entre sus dedos con la facilidad de años de entrenamiento en cuerpo lleno de cicatrices.
— ¡Guau! — Murmuró Peter ante los increíbles reflejos, pero todos lo ignoraron.
— Qué cálida bienvenida, Sestra. — Yelena alzó una ceja, jugando con el cuchillo peligrosamente. Luego vio inclinó la cabeza hacia Maria, que nuevamente había levantado su arma y apuntaba a Yelena sin titubear. — ¿Le dirías a tu esposa que guarde su juguete?
— ¿Qué haces aquí? — Natasha preguntó, pero aún así le hizo un gesto a su esposa de que estaba bien y podía enfundar su arma.
Yelena sonrió de repente, un contraste enorme con la asesina despiadada de hace unos minutos. — Alguien contrato a una Viuda Negra a matarte, lo cual, por cierto, es muy irónico. — Se río buenamente por unos segundos. — Aunque tienes suerte de que Sonya ya no acepte ese tipo de trabajos. Me contacto de inmediato ni bien le informaron el objetivo.
— ¿Quién la contrató? — Nat demandó saber.
— Por eso vine a Nueva York, a investigar. — Explicó con facilidad. — Adivinaras mí sorpresa cuando vi a tu pequeña mascota y ella intentó usar su arco conmigo.
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Hawkeye, the legacy.
Короткий рассказLa cuestión es que ella no murió en Vormir (se sintió así, pero no lo hizo), en cambio, Clint uso una de sus flechas trucadas en ella, y él fue quién saltó. Ahora, un tiempo después, Natasha Romanoff tiene que aprender a vivir en un mundo que se rec...