Mi niña interior

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Mi querida niña,
estaba esperando... esperando a que nos viese, que nos aceptase como somos, no como quiere que seamos. Mi pobre niña interior, tan inocente, tan rota.

Alguien preguntó donde quedó esa niña que abrazaba, cantaba, que se la veía reír más. Y aunque no contesté, mi mente lo hizo y dolió. Esa niña murió cuando fue creciendo, porque la fueron rompiendo, porque quiso crear una armadura para protegerse, porque salió lastimada más de lo que llegó a pensar. Tiempo después se dio cuenta que estuvo en modo automático sin darse cuenta y vio lo rota que estaba.

Mi pobre niña, tan ilusionada por ser querida, porque la quisiese. Mi niña, tu yo más adulta está cerrando por fin esas heridas que ni sabías que las tenías. Está sanando, está amándose. Y ¿sabes qué le duele? Que esa niña pequeña empezase a sentirse incomoda con los abrazos; que cuando veía a sus amigas hacerlo, ella no se acercarse porque se sentía incomoda. Que ya no cantase a pulmón, que se avergonzase de bailar, que empezase a sentir las inseguridades que él iba dejando caer.
Pero no pasa nada, pues lo estoy arreglando, porque ya no has soportado verte y no quererte; ya era hora de que te apreciases. Así que pequeña yo, es hora de amarte (amarte y no quererte, porque el amor es más profundo que el querer y tú ya has querido, por lo que es hora de amar todo de ti).
Tu personalidad, lo que te hace ser tú, es de las pocas cosas que has ido trabajando durante mucho tiempo, con la que has ido armando pieza por pieza tu forma de ser. Es lo poco que no ha podido cambiar, ya que cambiaste por ti - ya sea porque te gustaba esa personalidad o para salvarte -, sea lo que sea, fue por y para ti. Es de lo que nunca te has avergonzado ni te has dejado influenciar. Y está bien, lo está para mí.

Nuestra mente jugó con nuestros pensamientos y se lo permitimos. Mi pequeña niña, ese ha sido uno de los grandes errores que hemos cometido. Por ello, si pudiera darte un consejo, sería este:
Empieza a quererte y no dejes que aquellos que se llaman familia te rompan, porque no están para eso sino para apoyarte, recogerte y levantarte. Te han hecho daño, no dejes que te destruyan por completo.
Para saber con quien sentirme segura de mi familia, tuve que hartarme de no quererme para empezar a tener consciencia de todo lo que han hecho; fue como sanar mi pequeña yo para comenzar a verles tal y como son, y no como mi subconsciente creó. Y es que a veces la mente es el ínfimo enemigo de uno mismo y conmigo jugó durante mucho tiempo porque se lo permití. Así que mi niña, quiérete, amate; pues aunque puedas dar amor a otros sin quererte a ti misma, te aseguro que serás más feliz cuando te ames. Yo lo hago y he mejorado por y para mí.
Ese sería mi consejo para ti, mi pequeña niña.

Amate,
tu yo más adulta.

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