El miedo de lo conocido

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Cuando mi madre sale de la casa y escucho un ruido de un coche, corro para ver que no sea mi padre, realmente deseo que no sea él, que no viene para molestar. Y me duele, porque no tengo miedo de que sean ladrones o algo por el estilo, no, tengo miedo de que sea mi padre. ¡Mi maldito padre!
Mi primer pensamiento es que sea otra persona y que no sea él, que no haya venido; para no verle, para no pasar un mal rato, no tener que estar pensando que decir para que luego lo use en mi contra... Y esto, no debería ser así, nunca. Un hijo no debería temer a sus padres (pero pasa), no debería preocuparse por cosas como esas. Y no sabéis lo que duele pasar por ello, porque espero que no sepáis lo que se siente.
Por eso, cada vez que alguien se queja de su padre, de que le castigó, de que no le da la paga, entre otras cosas, me molesta. Vale que cada uno tiene sus problemas familiares y todas esas cosas, pero que por ello digan que es un mal padre... te doy el mío para que veas que el tuyo no lo es, y entonces, podremos hablar de lo que es un mal padre.

¿Has tenido miedo de entrar a casa? Pero no a cualquiera, a la tuya, uno de los lugares seguros donde deberías sentirte tranquilo, a gusto. Un lugar donde él ya no vive, donde deberías respirar sin agobio; pero que por ser el padre puede entrar, y entonces, solo toca esperar y desear que no esté en ella. ¿Lo has sentido? Porque lo estuve sintiendo durante cinco años aproximadamente y después de que él renunciase a sus hijas, no nos dejó en paz. No, señoras, claro que no. Porque su pasión es joder a su familia para su satisfacción.
¿Por qué teniendo hobbies caros o no tan caros, tiene que venir y molestar? ¿Por qué si ha renunciado a nosotras, nos quiere arruinar? ¿No hemos tenido suficiente, no he tenido suficiente con su tortura? ¿No me has lastimado suficiente, no es suficiente 15 años?

He vivido en un miedo constante que apenas me dejaba vivir, y a pesar de sentir, ahora puede que sea consciente que estuve viviendo en automático. Y cuando por fin sentí que podía respirar, otro volvió a crear inseguridad, ¿por qué son los hombres, los más cercanos a uno, los que te hacen dudar de ti?
Deseé tener un padre como tú, porque fuiste uno bueno para ella, pero la edad te empezó a consumir y ya no quise tenerte, porque al final te estás convirtiendo en otro monstruo para crear nuevas inseguridades que nunca tuve. Salí de una celda para entrar en otra y no quiero volver a antes, porque estaba empezando a creer en mí. Así que, por favor, no vengas a quitármelo. Por favor, no lo hagas, necesito este nuevo yo para seguir creciendo y amando.

Siempre me recuerdas que eres familia y que por eso me quieres —lo haces sonar como un deber al que estás obligado y no porque nace de ti— y yo debo quererte. No lo siento así, he sentido amistades que son más como familia que la propia. Tardé en sentirme parte de mi propia familia, así que no, no debo quererte por serlo. Además, ¿deber? Recuerdo que usabas esa palabra y no poder; "debes quererme" a "puedes quererme", ¿ves la diferencia?
Estás con ese pensamiento de obligación y no de opción, yo no obligo a mis mascotas a quererme, las dejo elegir; de niña quería a mis padres porque lo eran, pero crecí y elegí amar a mi madre (por estar para mí, por protegerme) y no querer a mi padre (por todo el daño que me hizo). Ese es el amor de familia: la elección, no la obligación. Hay padres que abandonan a sus hijos ¿por qué lo hacen si son familia y esta debe quererse? Por eso, no es obligatorio quererlos, porque la familia no es obligación.

Lo siento por tener el carácter que tengo, por ser así, de verdad que lo hago, pero el carácter es difícil de apagar y la personalidad de forjar; nací con este carácter (fuerte, explosivo, fácil de sacar) y estuve años creando mi personalidad para que no me rompieran más. Pero la familia de alguna u otra manera es capaz de entrar con más facilidad en esa coraza —en un principio, no me sentía en casa con mi madre y mi hermana, no obstante, acabé sintiéndome en casa con ellas—. Siento que no te guste, pero de verdad que he intentado apaciguarlo para que estés contento, lo hago hasta que no puedo más (porque te recuerdo que todos tienen su límite y yo he guardado mucho durante años), lucho contra mí misma para mantenerte feliz y tú no lo ves porque no me conoces de casi nada, a penas hemos pasado tiempo juntos, no hemos convivido durante tanto y ahora me estás viendo como soy —con todas y cada uno de mis defectos y virtudes—.

Pedir lo siento cuando no eres culpable es tan doloroso; cuando intentas mejorar para que se sienta bien él y te sigue reprochando, se siente mal, cansado, doloroso. Lo estoy intentando, de verdad que lo hago, pero es difícil mantener a raya un carácter fuerte, muchas veces sale sin más, sin que te des cuenta. No quiero odiar a otro miembro de la familia, a otro hombre; así que por favor no me lastimes más.

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⏰ Última actualización: Nov 19 ⏰

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