Caos Entre Los Pines.

⚜️Cap.1⚜️

________ POV.

El sol de la tarde acariciaba suavemente mi rostro mientras me sentaba en el porche, observando cómo las hojas caían lentamente de los árboles. Las niñas, Tina y Tyra, ya tenían dos meses y estaban creciendo rápidamente. Stanford y Stanley, cada uno cargando a una de las pequeñas, se encontraban a mi lado, compartiendo este momento de tranquilidad.

Stanford sostenía a Tina dormida, él la observaba con una ternura que pocas veces había mostrado. Sus ojos brillaban con un amor profundo mientras la acunaba suavemente. Stan, por otro lado, tenía a Tyra en sus brazos, dándole biberón, y aunque su expresión era más ruda, no podía ocultar el orgullo y la alegría que sentía al sostener a una de sus hijas.

De repente, el sonido de un autobús rompiendo la calma del lugar nos hizo desviar la atención. Miré hacia el camino y vi cómo Dipper y Mabel bajaban del autobús con entusiasmo, sus rostros iluminados por la emoción de volver a casa.

-¡Dipper! ¡Mabel! -grité, levantándome del asiento y agitando la mano para llamar su atención.

Ellos corrieron hacia nosotros, sus mochilas rebotando a cada paso. Mabel fue la primera en llegar, abrazándome con fuerza.

-¡Te extrañamos tanto! -dijo con una sonrisa radiante.

Dipper llegó justo detrás de ella, abrazándome también.

-Nos alegra estar de vuelta -dijo, su voz llena de sinceridad.

Stanford y Stanley se acercaron con las niñas, y Mabel soltó un pequeño grito de alegría al verlas.

-¡Son tan adorables! -exclamó, acercándose a Tina, quien estaba en los brazos de Ford.

-Mabel, Dipper, les presento a Tina -dijo Stanford con una sonrisa orgullosa-. Y esta pequeña es Tyra -añadió Stan, levantando a la bebé para que pudieran verla mejor.

Dipper se inclinó para observar a las niñas más de cerca, su expresión llena de asombro y ternura.

-Son preciosas -dijo, acariciando suavemente la mejilla de Tyra.

Mabel, con los ojos brillantes, miró a Tina y luego a mí.

-¡Dipper, les pusieron los nombres que escogimos! -dijo Mabel, su voz llena de felicidad-. ¡No puedo creerlo!

Dipper sonrió ampliamente, compartiendo la alegría de su hermana.

-Eso es increíble -dijo, mirando a las niñas con orgullo.

-No puedo esperar para pasar tiempo con ellas -dijo Mabel, su voz llena de emoción.

Nos quedamos allí, todos juntos, disfrutando de la calidez de la tarde y de la alegría de estar reunidos de nuevo. Las niñas, ajenas a todo, se acurrucaban en los brazos de sus padres, mientras nosotros compartíamos historias y risas, fortaleciendo los lazos que nos unían como familia.

Finalmente, decidimos entrar a la cabaña. El aire fresco del interior nos recibió, y pronto escuchamos pasos apresurados desde la tienda.

-¡Dipper! ¡Mabel! -gritó Soos, apareciendo con una gran sonrisa en el rostro-. ¡Bienvenidos de vuelta, chicos!

Wendy no tardó en seguirlo, saludando con entusiasmo.

-¡Hey, chicos! -dijo, abrazando a Mabel y luego a Dipper-. Se les extrañaba por aquí.

-¡Nosotros también los extrañamos! -respondió Mabel, devolviendo los abrazos con igual entusiasmo.

Después de los saludos y las risas, nos dirigimos a la sala. Stanford y Stanley se sentaron en el sofá, cada uno con una bebé en brazos. Dipper y Mabel se acomodaron en los sillones cercanos, mientras yo me sentaba en una silla junto a ellos.