Capítulo V

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Lyall

Hace tres semanas que no veo a Emma ni he sabido de ella, no le he escrito, no por falta de ganas de hacerlo. Me he esforzado en contenerme por respeto.

A pesar de estar ocupado en reuniones y proyectos, mi cabeza siempre tiene un espacio donde sólo está ella. Cierro los ojos y la veo.

Sus hermosos ojos azules como el mar a medianoche. Son ardientes y vivaces. Sus labios rosados y carnosos, tan suaves y delicados. Su piel de blanca como la porcelana. La manera en la que se sonroja y como finge que nada le afecta. Su melena lisa y castaña cayendo hasta su cintura como una cascada.

Puedo sentir mis manos acariciando su piel. Sus pechos turgentes a mi tacto. Su trasero redondo y respingado. Sus piernas bien definidas. Su vagina húmeda y rosada que se hincha y sensibiliza  al besarla.

El aura misteriosa que la rodea me atrae con una fuerza insuperable. Su testarudez. La lucha interna que se libera dentro de ella tratando de ocultar lo que siente, sin embargo, su mirada me confiesa la verdad que sus labios no pronuncian.

Emma, ¿qué voy a hacer contigo?

He sido un hombre reservado. He cumplido mis fantasías cuando he querido sin lastimar a nadie, porque valoro mucho los sentimientos humanos. Pero ella me provoca sensaciones y deseos que no puedo pasar por alto.

Estando aquí he rechazado a varias chicas con las que solía tener noches de sexo, porque mi mente no deja de pensar en Emma. Esto me está volviendo loco. Es como una obsesión, se metió en mi piel y no puedo ni quiero sacarla de allí.

Cuando vuelva a Londres , iré a buscarla y cueste lo que cueste traspasaré las murallas que ha levantado alrededor de sus sentimientos. Haré que baje sus defensas y se sienta segura a mi lado. Que su miedo y su deseo de huir se desvanezcan.

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