Capítulo VIII

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-¿Papá? -Susurro.

Él está dormido sobre el sofá. Ha llegado borracho y discutido con mamá como siempre.

Me alejo y camino hacia la habitación donde está mi madre.

Está sentada en la cama frente al espejo viéndose la espalda llena de moretones.
Me acerco y agarro una crema analgésica.

-¿Puedo ayudar? -Mi voz apenas es audible.

Mamá me mira con ojos llorosos. Sus ojos almendrados reflejan una tristeza que me hace doler el corazón.

-Ven aquí, cariño. -Palmea el espacio junto a ella.

Le hago caso y me siento a su lado.

-Sé que no soy la indicada para decirte esto…-Lagrimas comienzan a rodar por sus mejillas.-Pero hazme feliz y cuando seas una mujer adulta, no cometas los mismos errores que yo. No toleres lo que yo he permitido a tu padre. Nunca, Emma. -Se tapa el rostro con ambas manos mientras solloza.

-Ya me lo he prometido a mí misma...

-¿Emma? -Escucho una voz cálida y conocida.  -Emma, despierta, por favor. -Son como ecos a lo lejos.

Lentamente abro los ojos, siento que mis párpados pesan como plomo.

Un par de ojos grises me miran con preocupación.

Amplio mi campo de visión poco a poco y me doy cuenta que estoy en una habitación blanca, escucho el pitido de una máquina indicando los latidos de mi corazón.

Cierro los ojos de golpe. Siento como si mi cabeza estuviera atravesada por estacas.

-¿Qué ha pasado? -Me asusto al escucharme. Mi voz suena ronca y siento la garganta llena de arena.

-Tuviste un accidente cuando ibas de camino al trabajo. -Escucho la voz de Sara que aparece junto a Lyall. Está llorando.

Lo último que recuerdo es mi ataque de pánico en el auto y mi dificultad para conducir.

-¿Cómo te sientes? -Lyall toma mi mano.

-Como si varios camiones hubieran pasado sobre mí. -Arrastro las palabras.

-Es entendible. El impacto del choque te sacó del carro. Los doctores dicen que es un milagro que sigas viva. Gracias a Dios no sufriste lesiones graves en la cabeza, sólo te fracturaste la pierna izquierda.-Echo un vistazo a la pierna  enyesada que se alza un poco por encima del nivel de mi cuerpo. Tuerzo la boca a causa del dolor.- Tuviste una pequeña lesión en el brazo derecho. Y unos cuantos rasguños y heridas que tuvieron que suturar, pero estarás bien. -Indica Lyall.

Sara se acerca a mí y me da un beso en la frente.

-Qué susto me has dado. -Se limpia las lágrimas con un pañuelo. -Llamaré a Boston para avisarle a tu familia.

-No, por favor. No quiero preocuparlos…

-Pero Emma…

-Por favor. -Le suplico. -Ya se lo diré yo, ¿vale?

Ella asiente de mala gana.

-Pero no te podemos dejar sola. Y yo tengo que viajar la siguiente semana a Canterbury por un proyecto en un restaurante, el propietario quedó encantado con mi trabajo cuando inauguraron el hotel, ¿recuerdas?

-Sí, me da mucho gusto. -Sonrío débilmente.-Vete, sobreviviré.

-Siempre tan testaruda. Yo me puedo hacer cargo.-Se ofrece Lyall.

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