Capítulo X

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Cristales rotos, manchas de sangre y lágrimas es todo lo que puedo ver.

Mi padre respira agitadamente después de haber descargado su ira contra mi madre. Contengo la respiración para que no note que estoy escondida detrás del sofá y me siento impotente por no poder ayudar a mamá. Las lágrimas corren por mis mejillas silenciosamente.

Escucho que se aleja y da un portazo antes de irse de casa. Una vez más se marcha dejándonos destrozadas. Escucho los quejidos de mamá y la veo hacer un esfuerzo para ponerse de pie.

Ahogo un grito al verla. La mitad de tu cara está hinchada, su ojo derecho está cerrado y morado a causa de la inflamación, su mejilla destrozada con marcas de una mordedura.
Me acerco corriendo a ella y entre gimoteos la abrazo.

-Mamá, ya no más, por favor…-Suplico entre lágrimas.

Ella me ve y observo en sus ojos vergüenza y decepción.

-Será la última vez. No puedo seguir permitiendo este sufrimiento que no sólo me afecta a mí sino a ti, mi pequeña Emma. Mi dulce Emma, no mereces esta infancia…-Rompe en sollozos.

Cierro los ojos con fuerzas, esperando despertar y que sólo sea una pesadilla…

Despierto jadeando y con el corazón latiendo tan rápido como un caballo desbocado sin frenos. Sólo una pesadilla o quizás un recuerdo convertido en eso.

Bajo a la cocina y encuentro a Lyall frente a la laptop, recordé que me había comentado que debía iniciar un proyecto que requiere toda su atención.

-Buenos días, Lyall. -Alza la vista en cuanto oye mi voz.

-Buenos días, pequeño girasol. -Sonríe. Hace tres días descubrió que los girasoles son mis flores favoritas y desde entonces no deja de llamarme así. -Tu desayuno está en la despensa. Cereal con fresas y  yogurt griego.-Se encoge de hombros.

Una sonrisa sutil aparece en mis labios.

-Gracias. -Paso junto a él para buscar mi desayuno.

Ha pasado una semana desde que Sara se fue de viaje por motivos laborales y estar tanto tiempo con Lyall compartiendo el mismo espacio me ha hecho verlo de una forma menos prejuiciosa y más amable. Cabe destacar que sus padres lo han llamado varias veces porque quieren verlo y él sólo se ha limitado a decir que está muy ocupado. Situación que me hace sentir un poco culpable, aunque en el fondo agradezco que esté aquí.

Estos días me han servido para conocerlo y saber más acerca de su persona. Es un hombre sereno y paciente. Amable y servicial. Bondadoso y honesto. Independiente y seguro de sí mismo. En silencio estoy comenzando a admirarlo.

Me siento frente a él con mi tazón de cereales con fresa y yogurt griego y procedo a degustarlo. Simplemente lo mejor.

-¿Emma?

-¿Sí? -No dejo de comer. Me siento tan hambrienta.

-¿Te sientes bien? Cuando llegaste te noté un poco triste. -Sus palabras me toman desprevenida. Continuo revolviendo los cereales y masticando.

-Seré honesta. -Bebo un poco de agua. -Tuve una pesadilla. Una de tantas que he tenido a lo largo de mi vida. -Suspiro.

-¿Puedo saber qué tipo de pesadillas? -Estira su mano para tomar la mía. Sus ojos grises están llenos de preocupación.

Dudo un momento, pero creo que por primera vez puedo abrirme con alguien sobre este tema.

-Mis padres se casaron después que cada uno tenía su vida laboral resuelta. Papá era o es, no sé dónde estará ahora, ingeniero industrial y mi mamá una arquitecta paisajista como Emma. Papá siempre anhelo tener un hijo varón, pero se llevó una gran decepción cuando su primera hija nació.-Hago una pausa para tomar aire y fuerza mental para continuar. -Desde joven él tenía problemas con el alcohol, cuando conoció a mamá ya estaba recuperado de eso, pero después de mi nacimiento recayó ya que intentó varias veces tener un hijo varón con mi madre y en el proceso sufrieron tres pérdidas, ningún embarazo fue concluido.-Mis ojos escuecen.

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⏰ Última actualización: 5 days ago ⏰

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