Diferentes (parte 1)

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CHIARA

–Creo que ya es hora de que nos vayamos a dormir– dijo Lucas.

Ya eran las 2 de la mañana. Llevábamos desde hace dos horas recordando anécdotas, riendo y festejando.

–Yo también lo creo, necesito descansar un poco, la verdad.

–Pues, venga, a dormir se ha dicho– dijo Alex, levantándose del sillón para acompañarlos hasta la habitación de invitados.

Después de un par de minutos, Alex volvió y se sentó otra vez conmigo, abrazándome.

–¿Estás feliz, princesa?

–Mucho, loquillo, muchísimo.

–¿Me puedo unir al abrazo yo también?– preguntó mi madre desde la puerta, con una gran sonrisa.

–Claro que sí, mami.

Mamá se sentó entre nosotros, nos abrazó y nos dio un beso en la cabeza a cada uno.

–Feliz cumpleaños, peques.

–Gracias, mami– respondí yo.

–Que mayores están mis dos niños, ya tenéis 18 añitos. ¿Quién me iba a decir a mí aquel día que, en ese hospital, iba a conocer a los dos amores de mi vida?– contó mi madre.

–Te queremos muchísimo, mamá– dijo Alex.

–Bueno, yo ya me voy a ir a dormir, pequeñajos, pero antes de ir a la cama, os quiero dar a gift from your father. He left this letter written for you for this very special date.– dijo mamá y nos dio un pequeño sobre.

–Thank you, mom. Good night.

Mamá se fue a dormir y nos quedamos Alex y yo solos, otra vez, pero, a diferencia de las otras veces, esta vez con un sobre.

–¿Lo abrimos?

ALEX

–Venga.

"Hola, enanos.

Hoy es un día muy especial para vosotros, es vuestro cumple.

Seguramente, yo no estaré ese día con ustedes porque mi enfermedad está dejándome cada vez más débil y no creo durar mucho más. Por eso, os he escrito esta carta.

Espero que seáis felices y, si no lo sois, buscad la manera de serlo, porfavor. Ténganse siempre entre ustedes, que es el mayor regalo que nos pueden hacer a mí y a vuestra madre.

Recuerden que siempre voy a estar cuidándolos desde donde quiera que esté y muy orgulloso de lo que sois.

P.D.: El otro papel tiene una dirección y la explicación de esta, abridlo mañana.

Os ama,

Papá"

Las lágrimas caían por mi cara y, cuando me giré a ver a mi hermana, vi que ella estaba igual.

–Le echo mucho de menos, loquillo– dijo en un sollozo mi hermana, tirándose encima de mí para que la abrazara.

–Y yo, peque, y yo– dije mientras le daba caricias en el pelo.

Nos quedamos así por un buen rato, hasta que me di cuenta que se estaba quedando dormida.

–Venga, princesa, vamos a dormir.

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⏰ Última actualización: Nov 02 ⏰

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