Warhammer - Los Hijos de la Malicia

OSCURO PASADO

¡Saludos! Lamento la tardanza pero entre el trabajo y la escuela había estado bastante atareado. Pronto actualizare trasfondos, subiré nuevo personaje y más historias. Espero que les guste.

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"Pocos son los elegidos que consiguen sobrevivir a las ensoñaciones de la Noche de la Muerte. Menos aún aquellos que logran emerger del Caldero con los ojos bañados en bronce fundido, encendidos por el odio de nuestro dios oscuro. Estos verdaderos elegidos son incorporados al culto y entrenados en los rituales más secretos, para alzarse como los máximos maestros de la muerte, sólo superados por el propio Khaine." --- Sobre los Discípulos de Khaine.
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Las criaturas gemelas parecieron mirar al Discípulo con fiereza, cuando éste se acercó a las puertas; eran inmensas, de seis metros de alto, hechas de hierro forjado con la sinuosa figura de un oscuro dragón rampante labrado en cada una de ellas.

-<El símbolo del Rey Brujo>- pensó Saturos.

La guardia de infinitos le observaba, con las armas desnudas en las manos. El capitán que le flanqueaba los saludó con un movimiento de cabeza, y los guardias se apartaron con una reverencia. Entonces se acercó y empujó las puertas, que se abrieron con facilidad.

-Pasa, y no intentes nada estúpido- dijo el capitán de la guardia.

Saturos avanzó frente a él, y las puertas se cerraron a sus espaldas. Se encontraba en una pequeña sala octagonal, iluminada por docenas de luces brujas. Sus ojos discernieron la infinidad de figuras de dragones labradas en ónice que rodeaban la estancia. En el fondo de la misma, una alta plataforma se encumbraba sobre el suelo; desde ella, un par de brillantes ojos rojizos relumbraban sobre un puntiagudo trono de hierro.

Saturos sostuvo fijamente la mirada del Rey Brujo, hasta que este comenzó a hablar. La voz no sonaba como salida de una garganta viva; era dura, e inflexible como el hierro, con una aspereza que hacía retumbar toda la sala con cada palabra emitida.

-¿No te postrarás ante mí, elegido de Khaine?

Cualquiera se habría acobardado ante la incandescente mirada, y la amenaza de la voz; pero Saturos se mantuvo impasible.

-Segun entendí- fue su respuesta- se me solicitó como Discípulo de Khaine. Así que no me encuentro ante ti como vasallo, sino como agente del templo. Y como tal, no estoy en posición de rendirte pleitesía.

El Rey Brujo se inclinó hacia el frente y sus luminosos ojos se entrecerraron; un aura de calor emanaba de la junturas de su armadura, haciendo rielar visiblemente el aire que le rodeaba. Saturos se dio cuenta del peligro; pero antes de que pudiera hacer o decir nada, una risa femenina reverberó por la sala.

-Te dije que era el indicado- dijo la dulce voz de Morathi. La reina avanzó por la plataforma, balanceándose sinuosamente, hasta posarse a un costado de su hijo. Su porte era majestuoso y seductor, con finos rasgos cuya belleza se realzaba con la cruel expresión de su rostro. Vestía escasas y muy ceñidas prendas negras, con hilos de oro que sujetaban su largo y lustroso cabello negro. La fuerza de su presencia era tangible, y Saturos se sintió más intimidado por ella que por su hijo; exudaba poder y sensualidad por los poros, y el Discípulo intentó controlar el deseo que le afloró a la piel. Se removió, inquieto en su lugar de pie, cuando los fríos y crueles ojos de la reina se centraron en él, atravesándolo hasta el tuétano de los huesos.

-Tráelo- dijo el rey brujo

El capitán de la guardia hizo una reverencia, y se alejó con grandes zancadas. Durante unos minutos la sala quedó en silencio total, hasta que el capitán regresó con un par de infinitos que arrastraban a un druchii; su vapuleado cuerpo estaba lleno de sangre y vómito, y llevaba el rostro cubierto con una mascara hecha con la cara de una otrora hermosa mujer humana. A Saturos le pareció atisbar una mueca de repentina furia en la cara de la reina cuando el prisionero fue arrastrado dentro la sala; pero la expresión apenas y duró una fracción de segundo, por lo que no estaba seguro.