ɢᴏɴɢꜰᴏᴜʀᴢ ౨ৎ˚₊‧ ꒰ ∂єαя тσωєя ꒱ ꩜ .ᐟ
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El príncipe Leehan lleva años
esperando a que el elegante y
caballeroso príncipe mencionado
en la maldición que se le fue
establecida v...
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¿Se acuerdan cuando les dije que para Taesan Leehan es alguien inocente e inofensivo? Bueno, Tae recién se está dando cuenta de que es todo lo contrario, Leehan siempre fue su mayor amenaza.
— Taesan~ – lo llamaba con una expresión bastante sádica en su rostro mientras alzaba el jabón.
El mombrado estaba a la defensiva justo delante de él, amenazándolo con una cacerola —. No, aléjate.
— Tienes que bañarte si quieres dormir en la cama.
— No – Taesan, queriendo poner en práctica lo mucho que ha mejorado la agilidad de su cuerpo, empezó a correr para evitar al rubio.
— ¡Oye, no huyas! – Leehan intentó alcanzarlo sin mucho éxito. De repente se sintió muy arrepentido de haberlo ayudado a dominar sus piernas, ¿cómo diablos era tan rápido?
Taesan siguió corriendo, esta vez por fuera del hogar, y Leehan realmente se estaba esforzando por atraparlo, pero se empezaba a quedar sin aire y sus pies se iban ralentizando a la vez que se volvían torpes. Y en algún punto simplemente cedió al cansancio y se dejó caer en el suelo con la respiración entrecortada, sintiendo un gran alivio ahora que no se movía.
Estoy tan poco acostumbrado a la actividad física que no puedo más, maldijo en su mente, pensando que quizás debía fortalecer un poco su cuerpo.
Al no escucharlo corriendo detrás suyo, Taesan se detuvo. Viendo al rubio en el suelo y cabizbajo, fue invadido por una repentina preocupación pensando que quizás se había tropezado y se hizo daño, por lo que se acercó a revisar.
En cambio, Leehan le tomó rápidamente del antebrazo y alzó la mirada aún con la respiración entrecortada, pero volvía a notarse cierto sadismo en su expresión.
— Te tengo – soltó seco, haciendo que Taesan tragara duro.
— Ten piedad.
Leehan suspiró cansado —. Por favor, solo quiero que estés limpio.
Taesan estuvo a punto de negarse, pero Leehan — siendo consciente de que él mismo es su punto débil — hizo un pucherito exagerado, incluso su labio inferior empezó a temblar mientras le ponía ojitos al pelinegro. Tan tierno que era imposible decirle que no a pesar de saber que se estaba aprovechando de su adorabilidad para manipularlo. Pero bueno, como no era una petición inmoral y entendiendo que Leehan no le agrada ni un poco la suciedad, Taesan se dejaría manipular por ese lindo rostro.
Y así es como acabó dentro de la bañera llena de agua calentita con una expresión de pocos amigos. Y se hubiera salido de no ser porque Leehan estaba enjabonando sus alas con cuidado.
— ¿Ves que no es tan malo? – comenzó cuando vió que a Taesan le agradaba sentir sus manos limpiándole las plumas.
— Supongo... – dijo con simpleza. Luego dejó caer su cabeza hacia atrás para poder ver a Leehan aunque sea del revés — ¿No te quieres bañar conmigo? – cuestionó con algo de picardía en su tono.
— Oh, yo ya me había bañado – Taesan se decepcionó mucho con esa respuesta y volvió a posicionarse recto — La próxima vez será, ¿Vale? – dijo con inocente sinceridad.
Si me propones eso estaría dispuesto a bañarme como mínimo 3 veces al día, respondió Taesan desde su mente. No sería capaz de decirlo en alto.
Leehan se levantó del pequeño asiento que había puesto al lado de la bañera — Ya puedes quitarte el jabón. Te traeré una toalla – avisó antes de salir del baño y regresar a los pocos minutos, dejando la toalla a un lado para que Taesan la use al salir.
— ¿Sabes? Creo que esto es más relajante de lo que creía – finalmente admitió el pelinegro luego de recostarse en el borde de la bañera, intentando imitar lo que suele hacer Leehan cuando se bañaba. Siendo un búho no se había dado cuenta de ello, pero se le hace agradable sentir el agua caliente en su piel — Y si estás aquí es incluso mejor – comentó con un tono travieso. Mas no hubo respuesta ni reacción por parte de Leehan porque este no lo estaba atendiendo.
No se lograba apreciar todo el cuerpo desnudo de Taesan debido al agua llena de espuma, pero si se veían sus definidos pectorales y una pequeña parte de sus abdominales. Claro que Leehan no podía evitar mirar, siempre que vió cuerpos fornidos eran de los caballeros en el palacio, unos adultos ya maduros y con mucha experiencia en combate. Esta era la primera vez que veía a un adolescente de su misma edad teniendo un cuerpo así. Estaba algo sorprendido porque siempre creyó que los abdominales eran algo que salían solos a partir de cierta edad.
Con eso en mente, Leehan dirigió su vista hacia su propio vientre al levantarse la camisa.
— Definitivamente debo hacer ejercicio... – murmuró al aire algo insatisfecho cuando tocó su blanda y suave barriguita sin abdominales. Si Taesan tenía quiere decir que él también podría tener, ¿verdad?
Han usó una de sus alas para atraerlo hacia él sin llegar a tirarlo dentro de la bañera, y dejó un rápido beso en su vientre, haciendo reír a Leehan.
— Así estás más que perfecto.
— ¿Tú crees? Me veo muy debilucho...
— ¿Y qué tiene eso de malo?
— Cuando vivía como príncipe muchas criadas dijeron que viéndome así es normal que me castigaran.
Taesan gruñó enojado. No sabía exactamente qué es lo que Leehan había vivido en Busan, pero por ciertas cosas que este decía (como la de ahora) se hacía una idea de la deprimente infancia del menor.
— Suena similar a la maldita ley del más fuerte en el mundo animal. La odio – soltó con brusquedad, sorprendiendo a Leehan por el repentino mal humor. Con ello, Taesan se echó el pelo hacia atrás dejando su frente al descubierto —. Te veas débil o no, si eres inteligente puedes superar a cualquiera, Lele. Además, no estamos en ese infernal palacio y no dejaré que vuelvas a pasar lo que pasaste – tomó con cuidado la mano de Leehan hasta entrelazar los dedos —. Ya no tienes que preocuparte por esas cosas – finalizó ahora con un tono suave, haciendo a Leehan sonreír muy conmovido por sus palabras.
Y a pesar del alentador discurso de Taesan, durante los días siguientes Leehan intentó hacer ejercicio, pero viendo que lo dejaba extremadamente agotado sumado a lo doloroso que se sentía su cuerpo al finalizar, simplemente abandonó por completo la idea de fortalecerse y se auto convenció de que tener barriga de bebé realmente no era tan malo.
Bueno, más bien fue Taesan quien le hizo pensar así. El pelinegro se la pasaba constantemente recalcándole lo tierno que es su cuerpecito, y Leehan empezaba a sentirse muy lindo tal y cómo es, incluso sin tener músculos definidos.
Tal vez cuando sea más mayor sí trabajaría en su cuerpo, pero por ahora se enfocará en mejorar su capacidad de razonamiento, lógica y planteamiento estando satisfecho con su barriguita suave, una que Taesan empezó a acariciar y/o besar inocentemente siempre que podía.
Leehan se lo permitía sin problema. Cualquier muestra de afecto era bien recibida por el rubio, en especial si venía de Taesan.
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