Shinigami en el mundo ninja

Capítulo 167: Hermanos

La lluvia empezó a caer y los árboles escasos de la Tierra de los Arrozales ofrecían poco refugio contra el viento y la lluvia.

El sonido de las gotas de lluvia era agudo y claro.

En un claro dentro del bosque, dos hombres de cabello negro y ojos rojos estaban uno frente al otro.

—Itachi, finalmente nos volvemos a encontrar —dijo Sasuke con los dientes apretados, mirando fijamente al hombre que tenía delante—. Finalmente...

—Has crecido, Sasuke —respondió Uchiha Itachi con calma, con las manos en los bolsillos—. Pero es desafortunado...

—Todavía no has despertado el Mangekyō Sharingan.

Sasuke tomó la espada que llevaba en la cintura. —Me sorprende que hayas venido a buscarme.

—Me ahorraste la molestia de tener que buscarte.

En un instante, se movió, blandiendo su espada hacia Itachi.

—¡Ahora, dime a quién pertenece el otro Sharingan!

Itachi sacó un kunai y se enfrentó a Sasuke en un combate cuerpo a cuerpo.

Pero...

Para un observador externo, los dos hombres parecían estar quietos, inmóviles.

"¿Qué están haciendo?", preguntó Karin, frunciendo el ceño mientras se sentaba en la rama de un árbol, balanceando las piernas. "No están peleando ni hablando"

"Es una batalla de genjutsu", explicó Yin Nueve Colas en voz baja. "El Sharingan se destaca en el genjutsu"

"¿Es esa técnica llamada Tsukuyomi?", preguntó Naruto, viendo cómo cambiaban los ojos de Itachi.

Recordó su encuentro anterior con Itachi.

El dōjutsu que podía arrastrar el alma de una persona a un mundo bajo su control.

Karin asintió pensativamente.

Diez minutos después, sus chakras estallaron.

Sasuke miró hacia arriba, formando un sello con una mano frente a su pecho.

Itachi se agarró el ojo izquierdo. "Impresionante, Sasuke"

"Rompiste mi Tsukuyomi"

La energía natural se reunió y fluyó hacia el cuerpo de Sasuke mientras hablaba con calma. "No importa cuánto uses esos ojos, mi odio convertirá las ilusiones en realidad"

Su cuerpo comenzó a cambiar.

Aparecieron marcas púrpuras alrededor de sus ojos, y en el Sharingan carmesí de tres tomoe, el tomoe se retorció en ranuras verticales, exudando un brillo dorado sombrío contra el fondo rojo.