Sombras de Claddagh

Capítulo 13. Dobles caras

En el tercer piso, en el cuadrante norte de la mansión, Dael corre por el pasillo con rapidez, sus pasos resonando en las paredes. Al llegar, empuja al joven alto y de cabello negro que está forcejeando con Liam para abrir la puerta.

El joven, que se parece a Aodh pero es más joven, sin músculos y con una piel más pálida, retrocede tambaleándose. La puerta del dormitorio se cierra de golpe, ahogando los llantos histéricos de Liam. El eco de los sollozos se desvanece, dejando un silencio inquietante en el pasillo.

Dael da un paso al frente, apuntando con el dedo al joven con una expresión seria y sus labios fruncidos en una línea de desaprobación. El joven pálido le devuelve el ceño fruncido, sus ojos oscuros llenos de desafío. Dael mantiene su postura firme, sin apartar la mirada, mientras el joven se endereza, mostrando que no piensa retroceder.

—Céard atá á dhéanamh agat? (¿Qué estás haciendo?) — Reclama Dael, iracundo, su voz resonando en el pasillo.

Corban, el joven de cabello negro arquea una ceja delgada y oscura, encogiéndose de hombros con despreocupación. —: Aodhán dijo que me hiciera cargo de Liam. — Responde, su tono despreocupado y su expresión indiferente.

—Has entendido mal. — Responde Dael, negando con la cabeza de inmediato. —: Lo que sea que te haya dicho Aodh, lo has entendido mal.

El joven de cabello negro parece sorprendido por un instante, sus labios pálidos se entreabren antes de cerrarse con disgusto. —: No lo hice — Reniega con tono indignado, su ceño fruncido y sus ojos oscuros llenos de desafío.

Dael asiente, sin apartar la mirada del joven, y se coloca firme frente a la puerta, su ceño fruncido marcando la seriedad de la situación. —: Lo hiciste. ¿Sabes qué hora es? —Dice Dael, su voz cargada de autoridad. —: Son las cinco jodidas de la mañana, faltan más de dos horas para que inicie la rutina de Liam.

Levanta su mano y muestra el reloj en su muñeca, subrayando su punto. —: Aodh nunca diría que saques al niño de su rutina y menos que lo despiertes a las jodidas cinco de la mañana. Ahora vete o te golpearé el trasero.

El joven pelinegro retrocede unos pasos con sorpresa. Dael le hace un gesto con la mano para que se vaya. Corban entreabre los labios en protesta, pero al final los vuelve a cerrar y se marcha a pasos apresurados, sus pisadas resonando en el pasillo.

Dael se da la vuelta y entreabre la puerta despacio hasta que esta da un suave tope. Su mirada se baja al pequeño de cabello blanco que, entre lágrimas, se ha vuelto a quedar dormido en el piso. Dael suspira, sintiendo un nudo en el pecho, y se agacha para recogerlo con cuidado, acunándolo en sus brazos con calidez mientras lo lleva a la cama.

⸙⸙⸙⸙⸙

A la par de la ventana, la luz del sol se cuela a través del cristal, iluminando el pórtico trasero donde deambula el personal, sus figuras patrullando con paso firme. Con una suave melodía de fondo, Dael y Liam estiran los músculos de los brazos y piernas, moviéndose de un lado a otro, estirando y estirando. Luego comienzan a dar grandes zancadas y a saltar, sus movimientos sincronizados y llenos de energía.

—¡Voy a saltar más que tu mami! — Murmura Liam, sonriendo de oreja a oreja. Sus pálidas y regordetas mejillas se ruborizan, dándole un aspecto aún más adorable.

—Ah, ¿sí? — Murmura Dael, arqueando una ceja sin dejar de saltar. —: Eso lo veremos, bebé.

—¿Por qué tenemos que estirar antes de jugar con las pelotas? — Pregunta Liam, sus grandes ojos azules marinos abriéndose de par en par mientras sigue saltando sin parar.

Dael sonríe, su expresión llena de ternura. —: Estiramos para preparar nuestros músculos y evitar lesiones, bebé. — Explica con tono tranquilo y lleno de calidez. —: Así, cuando juguemos, nuestros cuerpos estarán listos y no nos lastimaremos.