Episodio 22: Beso por doble partida

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DEBBY

La lengua de Rupert Jones está invadiendo mi boca. Maldición, no, esto no está pasando. No solo me ha desnudado a la fuerza, sino que ahora me tiene acorralada entre sus brazos. Es enfermo, retorcido; él está casado con mi prima, lo recuerdo, pero cuando su mano se enreda en mi cabello, tirando de él para pasar su atención a mi cuello, mi mente se pone en blanco.

Soy incapaz de pensar en una salida. Respiro hondo. Lo peor es que mi cuerpo reacciona ante el suyo, ante sus caricias y voz, como si de verdad yo le perteneciera, cosa que no puede estar más lejos de la realidad. De pronto, levanta mi mentón; la oscuridad de su mirada verde me congela. Veo mi propio reflejo en el salvajismo de sus pupilas.

—Saca la lengua —demanda.

—No.

—Hazlo.

Trago grueso, hago lo que me pide. Rupert no pierde el tiempo y se la mete a la boca, mordiendo, succionando con fuerza. Él simplemente está besándome con la boca abierta, al tiempo que sus manos se deslizan por mi cintura, recorriendo mi espalda y mis nalgas.

—Sabes demasiado bien —dice con una voz ronca que me eriza la piel—. Joder, ¿por qué siempre arruinas mis planes?

Sus labios colisionan contra los míos de manera brutal, al mismo tiempo que me lleva hasta la cama. Me lanza y él enseguida observa mis pechos. Alzando mis manos por encima de mi cabeza, mi corazón se dispara y mi respiración se vuelve frenética.

—Me encantan tus tetas —aplasta uno de mis pechos con su mano, jugando con mi pezón—. Son hermosas, las mejores que he visto.

De pronto, las detalla más.

—Parecen más grandes que la última vez que te vi —ahora me fulmina con la mirada—. ¿Dejas que Winston u otro te mame las tetas?

Dejo de respirar. Si supiera que mis pechos aumentaron dos tallas y media por el embarazo y que he alimentado a su hijo con ellos, me asesina.

—No te quedes callada —pellizca uno de mis pezones.

—No —gimo.

Parece complacido con mi respuesta. Se inclina poco a poco, capturando mi pezón con su boca, metiéndoselo todo a la boca. Siento su lengua jugar con él; me excita demasiado. Mordiendo y succionando con fuerza hasta hacer un sonido "clop" cuando lo suelta. Para cuando pasa su atención al otro, me libera las manos y me aferro a sus brazos fuertes, mientras él vuelve a deslizar sus dedos en mi coño.

—Tienes que parar —pido en medio de un susurro apenas audible—. Tienes esposa.

—¿Sientes eso? —encaja más sus dedos, obligándome a abrir las piernas—. Tu coño me da la bienvenida porque sabe a quién le pertenece.

—Deja de decir esas cosas —pido.

—Si dejas que alguien más lo mire, toque o penetre, juro que te vas a arrepentir, rubia.

Suelto un quejido cuando aumenta el ritmo de sus dedos. Vuelve a besar mi cuello sin perder el ritmo.

—Tu coño es solo mío, tú eres de mi propiedad, siempre lo has sido.

—No soy tuya —refuto, recuperando la voz.

—Lo eres —sonríe colocándose en medio de mis piernas—. Me diste ese derecho la noche en la que decidiste entregarme tu virginidad.

Me quedo horrorizada con su polla. Joder, joder, esa mierda me destruyó hace dos años. Si hay algo de lo que pueda presumir él, no solo es de su talento como abogado del diablo, sino de su enorme polla. Y no miento cuando digo que es enorme, gruesa y venosa.

Amante De Honor #2 © [EN PROCESO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora