Episodio 26: El silencio del pasado

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DEBBY

El corazón me late desenfrenado. Desde que pisé un maldito pie en San Francisco, mi vida no ha tenido descanso. Quisiera regresar al pasado y evitar a toda costa no haber venido aquí, pero ya es demasiado tarde. No puedo escapar del diablo, quien conduce como un maníaco; su mirada verde es oscura y sus pupilas están dilatadas. Siento su rabia erizar mi piel y me tengo que sujetar con fuerza del cinturón de seguridad, de lo contrario, dejaré a mi hijo sin madre.

En un punto de la carretera, un auto se atraviesa y grito al pensar que nos saldríamos del carril, pero rápido vuelve a tomar el control y pisa con más precisión el acelerador.

—¡¿Quieres detenerte?! No pienso morir esta noche —exclamo con molestia y miedo.

No me presta atención; está tan metido en su mente que es como si estuviera hablando con una estatua.

—¡Rupert!

—Silencio, rubia, no estoy de humor —sisea sin apartar los ojos del camino.

—¿Y qué tengo que ver yo con tu estado de ánimo? —inquiero tragando grueso—. Bájame ahora mismo. Detén el auto.

—¿De verdad quieres llegar a ese punto? —su tono denota una nota oscura que me hace cerrar la boca al instante.

Tal vez sea mala idea contradecirlo ahora mismo; está actuando como un loco asesino serial. Me remuevo inquieta sobre mi asiento, aferrándome al cinturón de seguridad y rezando porque llegue en una pieza a donde sea que me esté llevando. Poco a poco, las calles me van pareciendo familiares.

—Ni de coña pienso pisar tu departamento otra vez —replico cuando se mete al estacionamiento subterráneo.

Sigue sin mirarme o dirigirme la palabra. En cuanto apaga el motor del auto, abro la puerta y corro hacia las afueras como si me estuviese persiguiendo el asesino en serie más peligroso del país; no me detengo a mirar atrás, mi instinto de supervivencia me dice que si me quedo, me mata.

—¡Auxilio! —exclamo cuando sus brazos fuertes me rodean la cintura y me cubre la boca con una mano.

—Compórtate, estas son la clase de cosas por las que no te elegí, eres infantil —me lleva a rastras al interior del estacionamiento.

Me quita la mano de la boca.

—Y estas son la clase de cosas por las que entre más lejos estemos, mejor para ambos —refuto con el mentón elevado—. Suéltame.

—Eso es un no.

Entramos al elevador; mejor dicho, me mete por la fuerza.

—¿No tienes una esposa que te espera en casa? ¿Una vida? ¿Un trabajo? Maldición, solo déjame en paz —intento presionar el botón del primer piso.

—Dije —me acorrala metiendo los dedos de su mano entre las hebras de mi cabello rubio—. Compórtate.

El dolor se dispara por mi cuero cabelludo. Remojo mis labios. ¿Por qué está tan enfadado? ¿Será porque ahora me ve como un peligro inminente para que se pueda quedar con la herencia de mi padre?

«Solo quiero que la pesadilla termine». Cierro la boca; cualquier cosa que quiera decir no servirá de nada contra él. Sus ojos enardecen en cuanto le sostengo la mirada, comienza a hacer un breve recorrido por mis labios, hasta llegar a mis pechos. Las puertas se abren y me lleva del brazo hasta su departamento.

—Pervertido —susurro.

En cuanto abre la puerta, me empuja y comienzo a tomar distancia.

—¿Por qué me has traído aquí? —inquiero con cautela—. Me parece que dejé claro que te quería lejos.

Amante De Honor #2 © [EN PROCESO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora