Episodio 31: Un corazón perdido

721 68 15
                                    

DEBBY

Duele, creí haber superado este maldito tema en cuanto me fui de San Francisco, al parecer, una vez más me he equivocado, estaba bien en Texas, incluso acepté el hecho de que no estaba hecha para que alguien alguna vez amara, ¿Qué esperaba? Me enamoré del hombre equivocado, de igual manera, debo acostumbrarme, nadie nunca ha luchado por mí, nadie se ha preocupado por lo que siento, y Rupert Jones, no es la excepción, nunca lo será.

Vine aquí solo para aclarar las cosas con el padre de mi hijo, América me hizo ver que lo mejor para Mateo es que tratemos de llevarnos bien, lo que menos necesitaba en estos momentos era un malentendido con el diablo, pero al escucharlo hablar de mí... me parece que ha acabado con lo poco que sentía por él.

Llego al elevador con el corazón hecho mierda, y mis ojos ardiendo, cuando su voz me eriza la piel.

—¿A dónde vas?

Tomo una larga bocanada de aire.

—Fue idea de América —expreso empujando mi dolor al abismo que se ha formado en mi pecho, para enfrentarlo, él es guerra, pero ahora mismo, me ha convertido en muerte—. Siento haber irrumpido de ese modo.

Mateo se cansa de jugar con mi collar, y descansa su cabecita en la curvatura de mi cuello, lo abrazo con fuerza, él es mío, lo único que tengo, el único hombre que me amará. El diablo se queda mirándonos por lo que me parece un largo rato.

—Entra —demanda.

—No, cambié de idea —niego con la cabeza, sabiendo que mi respuesta me puede llevar a otro alegato con él—. Escucha, han sido demasiadas cosas, hablemos en otro momento, quiero pasar tiempo con mi hijo.

—Nuestro —me interrumpe.

Frunzo el ceño.

—Como sea —me muerdo la lengua para no mandarlo a la mierda frente a Mateo—. No estoy de ánimo para verte.

—Habías venido a quedarte.

—Eso fue antes —murmuro por lo bajo sin cortar contacto visual con él.

—Lo que escuchaste...

—Tranquilo, no dijiste nada que no fuera cierto —un nudo se forma en mi garganta, pero me niego a llorar delante del imbécil—. No me afecta, ojalá pudiera regresar el tiempo y evitarte tantos problemas, pero Mateo no tiene la culpa de mis errores, si quieres odiar a alguien, que sea a mí, no me lo rechaces.

Rupert por primera vez muestra una emoción cuando hablo, su ceño se frunce y en sus ojos hay un brillo de algo... ¿Eso es arrepentimiento? No, imposible, él no tiene corazón, de hecho, ahora más que nunca pienso que él y Débora, son la pareja perfecta.

—Jamás rechazaré a mi hijo —espeta con firmeza, volviendo a parecer el mismo hombre frío de siempre.

Sus palabras me dejan cierto alivio.

—Me voy, nos pondremos de acuerdo después, ¿vale?

Las puertas del elevador se abren.

—¿A dónde irás?

—Regresaré a la casa de Sebastián, es donde vivimos Mateo y yo, es nuestro hogar.

No espero su respuesta, entro al elevador, escuchando la voz de América que me llama a lo lejos, pero es tarde, cierro las puertas del elevador y abrazo a mi bebé, las lágrimas se derraman por mis ojos, ¿Por qué nadie me puede amar? ¿Por qué nadie se la puede jugar por mí? Tonta Debby, tonta, mil veces tonta.

Mateo estornuda y me saca una sonrisa, es tan hermoso, que le doy besos en las mejillas, mismos que causan su risa.

—Mamá te ama, y papá también, solo necesita tiempo para que se acostumbre —le susurro—. Juro que jamás voy a permitir que nadie te haga daño.

Amante De Honor #2 © [EN PROCESO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora