EL VERDADERO AMOR ES DESINTERESADO: AMAR SIN ESPERAR NADA A CAMBIO

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No invites a tus amigos, sino a los pobres y lisiados. Mirad, hay dos modos de hacer bien las cosas: uno, cuando hacemos algo bueno y estamos deseando que nos lo agradezcan, nos lo recompensen o nos devuelvan el bien; y otro, cuando haces el bien solo porque te gusta hacerlo, porque sabes que es lo que debes hacer, sin esperar nada a cambio. Por eso Jesús dice: "Cuando hagas un banquete, no invites a tus amigos," es decir, aquellos que algún día te van a devolver la invitación, sino que invita a los pobres y lisiados, a quienes no tendrán los recursos para agradecerte ni devolverte lo que les has dado.

Fijaos que el amor no puede ser un comercio de sentimientos, como diciendo: "Te quiero para que me quieras; te doy para que me des," invirtiendo en el otro como en una operación comercial, para recoger algún día los resultados. Sin embargo, muchas veces oímos a padres, madres o profesores decir: "Qué ingratos son mis hijos, mis nietos o mis alumnos; con todo lo que les he dado, no me han devuelto nada." Es cierto, es una pena que sean así, pero también es verdad que lo que has amado, lo que has querido y dado a los demás, no lo has hecho para que te lo devuelvan. Te da pena ver, quizás, que sus corazones son pequeños o egoístas, pero eso te entristece más por ellos que por ti.

Por eso, preguntémonos si somos desinteresados o si somos de aquellos que, al hacer algo, siempre esperan algo a cambio, sobre todo con aquellos en quienes nos hemos volcado y les hemos dado mucho en términos de tiempo y favores. ¿Cómo reaccionamos cuando no responden? ¿Con pena, con enfado, con reproche, diciendo "qué malos son"? ¿O decimos, "Bueno, Señor, gracias por darme la oportunidad de portarme bien con ellos"?

Cuando las relaciones humanas son siempre interesadas, aparece la sospecha: "¿Por qué hace esto por mí? ¿Qué querrá de mí?" Hay quienes solo llaman o se ponen en contacto para pedir favores, y jamás se puede pedir algo a ellos. Sin embargo, también hay quienes dicen: "Oye, no quiero nada; es por el gusto de estar contigo, de quererte, de pasar un rato juntos."

Qué hermoso es saber que el Señor nos invita a ser desinteresados, a amar gratuitamente, a no buscar siempre una recompensa en todo lo que hacemos. Si no, no lo hacemos por la persona, sino que la utilizamos como un medio para obtener una recompensa. Aquellos que dicen: "Voy a hacer voluntariado para sentirme bien" deberían entender que el voluntariado no es para sentirse bien; es para amar, independientemente de cómo te sientas. Solo el amor que es gratuito es un amor verdadero; lo demás es comercio de intereses emocionales, espirituales y humanos.

TIEMPO ORDINARIO 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora