CAMINAR SOBRE EL AGUA: LA FE QUE SUPERA EL MIEDO

16 1 0
                                    

Mándame ir a ti sobre el agua. San Pedro estaba lleno de miedo; le parecía que Jesús era un fantasma en medio de la tempestad. Los apóstoles también estaban aterrorizados. Pedro le pide una señal y el Señor le dice: "Bueno, si efectivamente soy el Hijo de Dios, ven a mí sobre el agua." San Pedro, que es valiente, confía y se pone a caminar, pero cuando se da cuenta de lo que está haciendo, el miedo le invade de nuevo y comienza a hundirse. Entonces, el Señor lo toma de la mano, lo saca y lo coloca de nuevo en su regazo para que continúe caminando con Él.

¿Cuántas veces nosotros también, al mirar atrás, vemos la cantidad de disgustos que hemos tenido que soportar, las cosas valientes que hemos hecho, que con nuestras propias fuerzas hubieran sido imposibles? Nos damos cuenta de que ha sido el Señor quien nos ha hecho capaces de vivir, soportar, aceptar y superar situaciones que, si nos las hubieran contado antes, habríamos dicho: "No puedo, soy incapaz."

Lo malo es que muchas personas, aun habiendo tenido experiencias bonitas con Dios, pueden volver a tener miedo. Mirad, el miedo surge solo, como el pelo que cortas pero vuelve a crecer. Es como la mala hierba en un jardín: aunque la cortes, si la raíz queda, vuelve a salir. Esto ocurre por el pecado original, pero no debe importarnos. Cuando experimentemos miedo al enfrentar situaciones que nos superan –una enfermedad, falta de trabajo, disgustos familiares, un hijo que no responde, exámenes que parecen imposibles– es el momento de invocar a Jesús: "Señor, hazme caminar otra vez sobre el agua."

Si Dios ya te ha conducido a lo largo de tu vida en tantas situaciones que, en su momento, no comprendías pero, al reflexionar después, reconoces que Él siempre estuvo ahí, pregúntate: ¿Cuáles son esas cosas que crees que están por encima de tus posibilidades? ¿Cuáles son esas situaciones de vida que, solo de pensarlas, te aterran? Si no tienes ninguna, fantástico, pero tarde o temprano llegará un momento en que dirás: "O me ayudas Tú o me rindo; o me das la mano o me hundo como San Pedro."

Ese es el momento de la gracia. La gracia es un poder sobrenatural que está por encima de cualquier fuerza de la naturaleza: sea el viento, el llanto, el dolor o la muerte. La gracia de Dios en ti, contigo, te hará capaz de alcanzar cualquier meta que el Señor te proponga. Por eso, todo consiste en invocar el nombre del Señor, decir: "Jesús, quiero contar contigo." Cuando sientas que te hundes, que la situación se escapa de tus manos, que todo parece ir a una velocidad que no puedes controlar, llama y di: "Señor, sálvame, que me estoy hundiendo. Ayúdame." Y Cristo no dejará de acudir.

TIEMPO ORDINARIO 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora