LO ETERNO Y LO PASAJERO: UNA REFLEXIÓN SOBRE LA PALABRA DE DIOS Y LA VIDA

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Cielo y tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. Todos comprendemos que hay cosas que están llamadas a terminar con el tiempo. Por ejemplo, cualquier fenómeno biológico tiene un comienzo, un crecimiento, una madurez y un final. Por eso, Jesús afirma que el cielo y la tierra incluso pueden pasar. Sí, podría llegar un día un asteroide o una explosión del Sol y desaparecería la tierra. Pero dice: "Mis palabras no pasarán", porque solo Dios puede ofrecernos la razón de la eternidad.

Estamos en el mes de noviembre, que comienza con la fiesta de Todos los Santos y, además, coincide con la solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, y con el final del tiempo litúrgico. Las cosas tienen un final, es cierto. Las cosas materiales sabemos que se acaban, pero lo único que no tiene final es aquello que está en comunión completa con Dios, que es eterno. El alma humana es eterna porque, como dice la Sagrada Escritura, Dios nos creó a su imagen y semejanza. Somos imagen y semejanza de Dios en lo que respecta al amor, porque podemos amar con una dimensión sobrenatural, con una dimensión espiritual que nos da capacidad de eternidad.

Por eso es importante entender que hay cosas que van a pasar: ese coche que tanto te gusta, esa ropa por la que te has peleado, ese sueldo que consideras esencial, esas vacaciones que planeaste... todo eso puede estar o no estar. Sin embargo, hay cosas que nunca pasarán: el bien que hayas hecho por los demás, el amor que tienes por tus padres, la entrega de tu vida a otros. Hay cosas que son eternas y cosas que son temporales. Sabemos que las palabras de Jesús, cuando las hacemos nuestras, y todo lo que en nuestra vida depende de ellas, será eterno.

Cuando Simón Pedro, confundido después del discurso sobre la Eucaristía, escucha a Jesús preguntar si también ellos quieren marcharse, responde: "Señor, ¿a quién iremos? Solo tú tienes palabras de vida eterna". Solo Jesús nos da una razón para la eternidad, una esperanza en la eternidad.

Es por ello que debemos invertir nuestras fuerzas y nuestro ser en aquello que no pasará, en lo que nace de la palabra de Dios o está motivado por ella. ¿Alguna vez has pensado en tu jornada diaria? ¿Qué cosas haces que son eternas? ¿Qué cosas haces que no van a terminar? ¿Inviertes mucho y pones todo tu corazón en lo que no es pasajero? En cambio, hay cosas importantes y bonitas, pero no son lo más importante. Hay que saber distinguir y elegir las batallas que queremos librar, implicando nuestros esfuerzos en aquello que es eterno.

TIEMPO ORDINARIO 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora