Era una noche tranquila en la casa de Martín. Sus padres lo habían dejado solo para asistir a una fiesta familiar, y él, emocionado, decidió aprovechar la oportunidad para jugar videojuegos hasta tarde. Con una bolsa de papas fritas y su refresco favorito a su lado, se acomodó en el sofá y encendió la consola.
El sonido de los videojuegos llenó la habitación mientras Martín se sumergía en su mundo virtual. La pantalla brillaba con colores vibrantes, y su personaje saltaba y corría por escenarios llenos de acción. La adrenalina corría por sus venas mientras competía con otros jugadores en línea. Sin embargo, a medida que el reloj marcaba la medianoche, una sensación extraña comenzó a instalarse en su pecho.
Afuera, el viento aullaba y las sombras de los árboles se movían como si danzaran bajo la luz de la luna. Martín ignoró el sentimiento y continuó jugando. Pero, de repente, su consola parpadeó y se apagó.
-¡No, no, no!,
-¿Que mierda paso?
Todo frustrado por lo que había sucedido. Intentó encenderla de nuevo, pero nada pasó. Fue entonces cuando escuchó un suave susurro, como si alguien estuviera hablando justo detrás de él.
-Martín...
La voz era baja y etérea, al escuchar esa vos Martín le heló la sangre. Se dio la vuelta rápidamente, pero la habitación estaba vacía. Con el corazón latiendo con fuerza, decidió que solo era su imaginación. Volvió a concentrarse en la consola, pero antes de que pudiera reiniciarla, las luces comenzaron a parpadear.
Las sombras se alargaron y el ambiente se volvió opresivo. Martín sintió que el aire se volvía más denso, como si algo estuviera acechándolo. La consola finalmente se encendió de nuevo, pero esta vez la pantalla mostraba un juego que nunca había visto. Era oscuro, con imágenes distorsionadas y sonidos inquietantes.
Intrigado, Martín tomó el control. A medida que avanzaba en el juego, las cosas se volvieron cada vez más extrañas. Su personaje se adentraba en un mundo sombrío, lleno de figuras oscuras y murmullos que parecían llamarlo por su nombre.
-Martín... ven...
Mientras Martín jugaba en el reflejo de la pantalla se reflejaba rostros de niños con ojos vacíos y sonrisas grotescas. Martín cada vez que los veía con el rabillo de los ojos se volteaba rápidamente llevándose la sorpresa que no había nada. Un escalofrío recorrió su espalda. Sentía miles de mirada, Martín al mirarse la mano se percató que las dos les temblaba , no podía creer lo que estaba pasando. No le daba miedo la oscuridad, si no lo que se estaba ocultando dentro de ella..
"Esto no es normal" pensaba y esa palabra siempre se repetía, se repetía, se repetía y se repetía.
"Esto no es normal"
"Esto no es normal"
"Esto no es normal"
-¡TENGO QUE SALIR DE AQUÍ!
Pero no podía dejar de jugar. Era como si una fuerza desconocida lo estuviera atrapando. Cuando llegó a un nuevo nivel, se dio cuenta de que las figuras en la pantalla estaban ahora detrás de él, sus sombras proyectándose en las paredes de la habitación. Martín se giró lentamente, pero solo vio su reflejo en la ventana. Sin embargo, en el reflejo, algo oscuro se movió detrás de él. Su corazón se detuvo.
.¿Quién está ahí?
Gritó, pero la única respuesta fue el eco de su propia voz. Decidido a acabar con la locura, apagó la consola. Pero el sonido del juego continuó sonando, como si la consola estuviera viva. Martín se dio cuenta de que el susurro había regresado, más fuerte y más insistente.
-Martín... no te vayas...
-¡Martín no te vayas!
MARTÍN NO TE VAYAS.
La voz era ahora clara, y la desesperación lo llenó de terror. Sin pensarlo, corrió hacia la puerta, pero al llegar a esta y agarra el picaporte comenzó a empujar para abrirlo pero esta estaba cerrada con llave.
-¡Mamá! ¡Papá!
Gritó, pero no hubo respuesta. Todo estaba en silencio, y la única compañía que tenía eran las sombras que parecían moverse a su alrededor. Finalmente, decidió regresar al salón, buscando su teléfono. Tal vez pudiera llamar a alguien. Pero al encender la pantalla, vio que no tenía señal. Desesperado, se sentó en el sofá, intentando calmarse. En ese momento, la luz de la habitación se apagó por completo, dejándolo en la oscuridad.
Sintió un escalofrío recorrer su cuerpo, y el susurro se convirtió en un grito ensordecedor.
-¡Martín!
-¡Juega con nosotros!
Las sombras comenzaron a moverse con rapidez, y figuras emergieron de la oscuridad. Eran niños, sus ojos vacíos y sonrisas retorcidas, extendiendo las manos hacia él.
-¡No!
Gritó Martín, empujando el sofá y retrocediendo. Las figuras se acercaban, y sus risas resonaban en el aire. Desesperado, se lanzó hacia la ventana, golpeando con todas sus fuerzas, pero no podía abrirla.
De repente, una de las figuras se adelantó, su rostro cada vez más claro.
-Juega con nosotros, Martín.
- Nunca te irás.
Era como si el tiempo se detuviera, y él entendió que estaba atrapado en un juego del que no podría escapar. En ese instante, el teléfono sonó. El sonido cortó el aire tenso y, en un parpadeo, todo se detuvo. Las sombras retrocedieron y la habitación volvió a la normalidad. Martín, confundido y aturdido, miró su teléfono: era una llamada de sus padres.
Con manos temblorosas, contestó.
-¿H....Halo?
¿Martín? ¿Estás bien? Volvemos a casa ahora
Era la voz de su madre era un bálsamo en medio del caos. Con un grito de alivio, corrió hacia la puerta y, esta vez, se abrió sin dificultad. Cuando finalmente salieron del coche, sus padres lo encontraron en el umbral, temblando. Y con un rostro pálido ¡Mamá, Papá¡ se escuchaba diciendo Martín con un rostro lloroso.
-Pero ¿Qué ha pasado?, preguntó su padre, alarmado.
Martín, incapaz de expresar lo que había vivido, solo murmuró:
- Solo quería jugar...
Pero cuando miró hacia atrás, el salón estaba en calma. Sin embargo, en la pantalla de la consola, un nuevo juego comenzaba a cargar, y el eco de risas infantiles resonaba en el aire, prometiendo que nunca lo dejarían ir.
-¡Juega con nosotros!
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Pequeñas Pesadillas
HorreurEs un libro que recopila varios momentos de las historias de terror clásicas un libro donde te puedes dejar llevar por la fantasía y el horror de estas historias. Déjate llevar por estás historias redactadas por mi. Algunas historias están basada...