Era la noche de Halloween, y el aire fresco estaba impregnado del olor a hojas secas y calabazas asadas. Sofía, de doce años, había estado esperando este día durante semanas. Este año, su pequeño hermano Lucas, de ocho años, estaba emocionado por acompañarla a pedir dulces en su vecindario. Sofía se disfrazó de bruja, con un sombrero puntiagudo y una capa negra, mientras que Lucas optó por un disfraz de pirata, con un parche sobre un ojo y una espada de juguete.
Cuando la luna comenzó a brillar, Sofía tomó la mano de Lucas y juntos salieron a la calle. Las casas estaban decoradas con telarañas, calaveras y luces de colores que titilaban en la oscuridad. La emoción los envolvía mientras recorrían las aceras, tocando puertas y gritando
-Truco o trato
A cada casa que visitaban. Los vecinos, encantados de ver a los hermanos, les ofrecían dulces de todo tipo: chocolatinas, gomitas y caramelos.
Después de un par de horas, su bolsa de dulces estaba llena y los dos decidieron explorar un poco más lejos de su calle habitual. Sofía sabía que había una casa al final de la calle, la Casa de los Vázquez, que había estado vacía durante años. Todos en el vecindario hablaban de lo extraña que era, con rumores de que estaba encantada. Pero esa noche, la curiosidad de Sofía la llevó a pensar que sería divertido asomarse.
-¿Vamos a la casa vacía?
Preguntó Lucas, con un brillo de emoción en sus ojos.
-Solo un vistazo, no te preocupes
Respondió Sofía, intentando parecer valiente. La idea de explorar lo desconocido era emocionante, aunque en el fondo sabía que había algo inquietante en aquella casa. Al acercarse, notaron que la puerta estaba entreabierta, como si los estuvieran invitando a entrar. Sofía se detuvo y miró a Lucas.
-¿Estás seguro de que quieres hacer esto?
Pregunto Sofía a ver si su hermano realmente estaba preparado para lo que viniera.
-Sí, por favor
Insistió Lucas, con una mezcla de miedo y emoción.
Así que, con el corazón latiendo rápido, Sofía empujó la puerta. Se abrió con un chirrido que resonó en el silencio. La casa estaba oscura, y el aire estaba cargado de polvo y una extraña sensación de abandono. A medida que entraban, Sofía encendió la linterna de su teléfono. Las paredes estaban cubiertas de retratos viejos y descoloridos, y un escalofrío recorrió su espalda.
-Es solo una casa vieja
Se dijo a sí misma, tratando de calmarse. Pero a medida que exploraban, Lucas comenzó a sentir que había algo más allí. En el rincón de la sala, encontró un viejo baúl cubierto de telarañas.
-Mira, Sofía
Exclamó Lucas acercándose al baúl.
-¿Qué hay dentro?
-Probablemente solo más cosas viejas
Respondió ella, pero la curiosidad pudo más que el miedo. Se acercaron y Lucas intentó abrir el baúl, pero estaba cerrado. Con un empujón de su hermano mayor, finalmente se abrió con un crujido. Dentro había disfraces polvorientos y viejas máscaras que parecían haber estado allí durante décadas. Mientras rebuscaban, Sofía se detuvo al oír un susurro débil.
-¿Escuchaste eso?
Preguntó, mirando a Lucas.
Él asintió, sus ojos grandes y asustados.
-Tal vez solo sea el viento
Dijo Sofía, pero no estaba segura. La sensación de incomodidad creció en el aire. Decidieron salir, pero cuando intentaron regresar, la puerta que habían dejado entreabierta ahora estaba firmemente cerrada.
-¡Sofía! , ¡Estamos atrapados!
Gritó Lucas, su voz resonando en la oscuridad.
-No entres en pánico. Solo necesitamos encontrar otra salida
Dijo Sofía, tratando de mantener la calma. Pero su mente estaba llena de pensamientos aterradores. Caminando por la casa, comenzaron a escuchar más susurros, como si alguien estuviera hablando en un idioma desconocido.
Finalmente, llegaron a una habitación en el fondo del pasillo. La puerta estaba entreabierta, y desde adentro provenía una luz tenue. Sofía tomó la mano de Lucas y lo condujo hacia la luz. Cuando entraron, se encontraron en una sala adornada con espejos rotos y muebles cubiertos de polvo. En el centro había un viejo espejo de cuerpo entero que parecía brillar con una luz sobrenatural.
-¿Qué es esto?
Murmuró Sofía, acercándose al espejo. Lucas, aunque asustado, no pudo evitar mirar. De repente, la superficie del espejo comenzó a ondular, como si alguien estuviera tratando de salir de allí.
Un rostro apareció en el espejo, una mujer con ojos tristes y una sonrisa que parecía vacía.
-Ayuda...
Susurró la mujer, y Sofía sintió un escalofrío recorrer su espalda. La figura parecía estar atrapada, y sus ojos suplicaban liberación.
-¡No la mires, Sofía!
Gritó Lucas, retrocediendo. Pero Sofía, atrapada por la mirada de la mujer, sintió que algo la atraía hacia el espejo. La mujer extendió la mano, y en un instante, la habitación se llenó de ecos de risas y llantos.
Sofía luchó por liberar a su hermano de su miedo, pero la mujer parecía estar llamando a Lucas, prometiendo algo dulce, algo que él deseaba.
-Ven, pequeño, ven a jugar...
Susurró, su voz resonando en la mente de Lucas.
- ¡No, Lucas! , ¡No te acerques!"
Gritó Sofía, empujando a su hermano hacia atrás. Pero en ese momento, el espejo explotó en un torrente de luz, y Lucas fue arrastrado hacia adelante, su cuerpo brillando mientras la figura lo atraía.
-No...
- ¡Lucas!
Sofía gritó, extendiendo su mano. Justo cuando parecía que su hermano iba a desaparecer, Sofía tomó su espada de juguete y la arrojó al espejo. En el instante en que el metal tocó el cristal, una explosión de luz envolvió la habitación. Sofía cerró los ojos y, al abrirlos, se encontró de nuevo en la entrada de la casa, con Lucas a su lado, temblando, pero a salvo. La puerta estaba abierta y la noche estaba tranquila. El espejo y la mujer habían desaparecido.
-¿Qué pasó?
Preguntó Lucas, confundido.
-Solo... solo fue un mal sueño
Respondió Sofía, aunque sabía que no era verdad. Mientras se alejaban de la casa, se giró para mirar una última vez, sintiendo que algo oscuro permanecía allí, oculto en la sombra.
Esa noche, mientras regresaban a casa con sus bolsas de dulces, Sofía supo que nunca volverían a jugar cerca de la Casa de los Vázquez. Algunos lugares estaban mejor dejados en el olvido, y algunas noches, el verdadero horror no eran los disfraces y las risas, sino lo que se escondía en la oscuridad, esperando una oportunidad para salir.
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Pequeñas Pesadillas
TerrorEs un libro que recopila varios momentos de las historias de terror clásicas un libro donde te puedes dejar llevar por la fantasía y el horror de estas historias. Déjate llevar por estás historias redactadas por mi. Algunas historias están basadas...