La Fiesta

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Era una noche de octubre cuando Valeria decidió organizar una fiesta en su casa. Su familia había salido de la ciudad por el fin de semana, y ella pensó que era la oportunidad perfecta para reunir a sus amigos y celebrar. La emoción llenaba el aire mientras los invitados llegaban, riendo y compartiendo historias.

La casa, una antigua construcción con madera crujiente y grandes ventanales, se llenó de música y risas. Valeria había decorado con calabazas y luces tenues, creando una atmósfera festiva. Sin embargo, había algo inquietante en la casa que pocos notaron: los antiguos retratos familiares en las paredes parecían observar a los invitados con miradas fijas. Mientras la fiesta avanzaba, el grupo decidió jugar a un juego de preguntas y respuestas que se tornó cada vez más intenso.

-¿Quién tiene miedo de lo paranormal?

Preguntó uno de los amigos, provocando risas nerviosas. Pero Valeria, que había oído historias sobre la casa, sintió un escalofrío recorrer su espalda.

-No hablemos de eso

Pero la broma ya se había hecho.

Más tarde, mientras la música sonaba y la gente bailaba, alguien sugirió jugar a La verdad o reto. Todos aceptaron, y las risas llenaron la habitación. Pero cuando le llegó el turno a Carla, la amiga más cercana de Valeria, decidió hacer un reto que sorprendió a todos

-¡Que alguien llame a los espíritus!.

La atmósfera se volvió tensa. Valeria dudó, pero las risas la impulsaron a buscar un vaso de vidrio y una hoja de papel. Juntos, trazaron un círculo y colocaron el vaso en el centro.

-Si hay algún espíritu aquí, que se manifieste

Dijo Carla, tratando de imitar lo que había visto en las películas.

Al principio, todos rieron, pero a medida que los minutos pasaron, el ambiente se volvió pesado. Las luces comenzaron a parpadear, y el vaso se movió ligeramente, haciendo que todos retrocedieran, con los rostros pálidos.

-Fue solo un golpe de aire

Dijo Valeria, intentando reírse, pero su voz sonaba tensa. Sin embargo, el juego continuó, y los fenómenos extraños no cesaron. Las puertas se cerraban de golpe y se escuchaban susurros apenas audibles que parecían provenir de las paredes.

La risa se transformó en nerviosismo, y alguien propuso que era mejor dejar el juego. Sin embargo, antes de que pudieran salir de la habitación, la música se detuvo abruptamente y el ambiente se volvió gélido. Un escalofrío recorrió la espalda de Valeria.

-¿Alguien apagó la música?

Preguntó uno de los chicos, pero nadie había tocado el equipo. Fue entonces cuando un grito resonó en la casa. Era el hermano menor de Valeria, que había estado durmiendo en su habitación. Todos se miraron, paralizados por el miedo.

Valeria corrió hacia la habitación, seguida de cerca por sus amigos. Al abrir la puerta, se encontró con una escena aterradora: su hermano estaba sentado en la cama, mirando hacia la esquina oscura de la habitación, donde no había luz. Su rostro estaba pálido, y parecía incapaz de moverse.

-¡¿Qué te pasa?!

Gritó Valeria, pero él no respondió. En su lugar, señaló con un dedo tembloroso hacia la oscuridad.

-Ellos están ahí", dijo en un susurro tembloroso.

Valeria, sintiendo una mezcla de pánico y preocupación, se acercó para abrazarlo.

-No hay nada, cariño. Solo es un sueño. Pero mientras lo decía, una sombra se deslizó rápidamente por el rincón, y Valeria sintió un frío abrumador.

De repente, las luces de la casa comenzaron a parpadear violentamente y las puertas se cerraron de golpe. Los amigos de Valeria, aterrorizados, comenzaron a gritar. La fiesta, que antes era alegre y festiva, se había convertido en un caos de desesperación.

-¡Salgan!

-¡Salgan de aquí!

-¡Maldita sea salgan de aquí!,

Gritó Valeria, intentando guiar a su hermano hacia la puerta, pero estaba bloqueada. El pánico creció cuando la música comenzó a sonar de nuevo, esta vez distorsionada y espeluznante. Las sombras en las paredes parecían cobrar vida, danzando y retorciéndose.

Los amigos intentaron abrir la ventana, pero estaban selladas.

-Oh dios....¡Esto no es real!

Exclamó Carla, pero sus palabras se perdieron en el griterío. Fue entonces cuando Valeria recordó las advertencias que le habían hecho sobre la casa.

-Necesitamos hacer que se vayan, gritó.

-¡Debemos pedirles que nos dejen en paz!. Juntos,

Comenzaron a repetir una frase que habían oído en un programa de televisión sobre espíritus:

-Si hay alguien aquí, no queremos hacerte daño, solo queremos irnos".

Las luces comenzaron a titilar más intensamente, y las sombras se agitaron en la habitación. La risa burlona de un niño resonó, y Valeria sintió que su corazón se detenía. De repente, todo se detuvo. Las sombras retrocedieron y la atmósfera se volvió opresiva. Una voz grave, profunda y resonante llenó la habitación.

-No se irán tan fácilmente.

La figura de un hombre apareció en la oscuridad, su rostro distorsionado y aterrador. Los amigos de Valeria comenzaron a gritar y empujarse, tratando de encontrar una salida.

-¡Apaga la luz!, gritó uno de ellos.

Pero antes de que pudieran hacerlo, el hombre avanzó hacia ellos. Valeria, en un último esfuerzo, tomó la mano de su hermano y le gritó a sus amigos:

-¡Sigan mi voz!

-¡Salgamos de aquí!"

Mientras todos corrían hacia la puerta, el hombre la bloqueó. Sin embargo, un rayo de luz iluminó la habitación, y Valeria, sin pensarlo, corrió hacia el hombre.

-¡Te llamamos para que te vayas!

-¡No queremos jugar más!

La figura se detuvo un momento, y en un instante de silencio, la habitación volvió a llenarse de ruidos extraños. Un viento gélido sopló, y las sombras se desvanecieron. Las luces parpadearon una última vez antes de apagarse por completo.

Cuando la oscuridad se disipó, todos se encontraron de vuelta en la sala de estar, en completa calma. La música había cesado, y el ambiente había vuelto a ser el de antes. Pero la casa ahora tenía una atmósfera pesada, como si lo que había ocurrido no hubiera sido solo un mal sueño.

Con un nudo en el estómago, Valeria miró a sus amigos y a su hermano.

-¿Están todos bien?

Preguntó, pero nadie respondió. En ese momento, supieron que la fiesta había dejado una marca en ellos. Al día siguiente, la casa quedó en silencio. Nadie habló de lo ocurrido, pero todos sabían que algo oscuro había despertado esa noche. Desde entonces, los amigos de Valeria nunca volvieron a ser los mismos, y la casa, que antes era un lugar de risas y alegría, se convirtió en un recuerdo aterrador de la noche en que la fiesta se tornó en una experiencia que jamás olvidarían.

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⏰ Última actualización: 4 days ago ⏰

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