Capítulo 1: ¿Quién es ella?

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Esta historia comienza con un graduado en la facultad de medicina forense; uno de los mejores en su año y con un perfil prácticamente inmaculado de principio a fin; ese médico soy yo, me presento ante ustedes: Me llamo Toby Black, tengo veintiséis años y vivía en Nueva Orleans en el estado de Luisiana en Estados Unidos; y hago incapié en ese "vivía" pues tengo el honor de poder contaros sobre lo que fueron mis primeros pasos como socio de una detective de talla mundial y perspicaz forma de resolver casos ¿Qué de quién hablo? Ella se llama Selene Margó y si sabías poco de ella, pues no hay nada mejor que presentarte su alocado, algo sangriento pero endulzado mundo en el que ella ha vivido por mucho tiempo.

Todo comenzaba un viernes catorce de septiembre de 2012, ese día me levanté con especial emoción de la cama de un sobresalto digno de una película cualquiera de esas que ves con un personaje altamente risueño; mi emoción de ese día se debía a que al fin había terminado mi carrera de medicina forense con una matrícula de honor, algo muy complejo en la que muchas veces todo se basa en conjeturas y analizar lo más minuciosamente un cadáver, que fue en lo que me especialicé, no solo pasó esto, que evidentemente me alzó una amplia sonrisa de oreja a oreja, mi azaña llegó a oídos de Scotland Yard a los pocos días de mi graduación, era algo inusual ver a alguien joven como yo con dicha carrera a mis espaldas perfectamente superada, la cosa fue a más cuando recibí esa llamada telefónica.

— ¡Buenas noches!- Saludó un hombre de voz rasposa al otro lado del teléfono.- ¿Hablo con el Sr. Black?

— Así es, soy yo. ¿Con quién hablo?

El hombre se aclaró la garganta un segundo. — Soy el inspector Brady de Scotland Yard y me gustaría hacerle una oferta de trabajo.

El inspector me explicó que su forense se estaba a punto de jubilar y un profesor de la universidad a la que fuí le comentó sobre mí y mi increíble paso, que era alguien entre un millón, con ello me concluyó que le gustaría que yo fuera a trabajar para ellos con orden inmediata, que el papeleo estaba listo y que solo tenía que ir a Londres, que lo del hogar tampoco sería ningún problema.

— ¿Qué me dice Toby? ¿A que no suena mal?- Me preguntó el risueño con una voz evidentemente amigable y que esperaba ansiosa mi respuesta, que apenas se podía formar en mi garganta, solo un puñado de sonidos de vocales intentando responder, podría parecer que el teléfono había dejado de funcionar correctamente si me demoraba mucho y no era esa la intención.

— Pues inspector... le digo que ¡Acepto!- Dije con mucha emoción y de repente pude oír un golpe en una mesa, de madera tal vez pues no pude distinguirlo correctamente.- ¿Qué ha sido eso?

— Nada amigo mío, no se preocupe por eso; le esperamos con ansias.- Respondió él procediendo a colgar, no sin antes mencionar que me harían saber con un par de días de antelación cuándo podría tomar el vuelo a Londres.

Y así fue, al día siguiente me comunicaron que mi vuelo sería solo un par de días después a la de la llamada, mi madre; una maravilla de mujer por cierto, no daba crédito a lo que escuchó y también rompió un poco en lágrimas pues me marchaba de casa para ir a trabajar a una de las sedes de policía más famosas del mundo sobre todo de la literatura y el cine. La maleta no suponía un problema, llevaba un par de utensilios, algunos trajes de color gris y mis libros favoritos de misterio jamás escrita, tres primeras ediciones de la saga de detectives del escritor Pierre Morga, un hombre con un don para escribír misterio y crimen. El vuelo se me hizo incluso más corto de lo que habría durado en otras condiciones, además por azares del destino no hubo molestias por ninguna parte de pasajeros a los que estos nos tienen acostumbrados, nada de golpes en el respaldo, nada de histéricos primerizos en un avión... todo iba en orden, demasiado en orden, esperaba que la ley de Murphy hiciera de las suyas tan pronto como pusiera un pie en el nuevo país. El aeropuerto de Londres era bastante concurrido, gente de aquí a allá con prisas para no perder vuelos, tomar algún aperitivo o las despedidas de los familiares y amigos, podía empatizar con ello, pasé por eso hace escasas seis horas atrás, el jet lag apenas lo notaba.

Los Casos de Selene MargóWhere stories live. Discover now