Dando un golpe contra el respaldo de la silla, el hombre rubio gruñó molesto al ver que la persona a la que esperaban no se dignaba a llegar, maldiciendo y ofendiendo al tipo encargado del niño que ha molestado y lastimado a su pequeño hijo.
Era increíble, ¿cómo el colegio permitía acceso a ese tipo de niños tan groseros? Era inaceptable, era inaudito ese tipo de comportamientos en un menor, y se lo haría saber a ese sujeto en el momento que lo viera. O eso creyó.
Corriendo con prisa por los pasillos del colegio, un joven llegó con la secretaria de dirección, misma que le dio acceso a la oficina del director donde los dos hombres mayores le esperaban.
—Lamento la demora— consiguió decir sin titubear a pesar de su cansancio y fatiga.
Cierto rubio le miró de pies a cabeza, dándose cuenta de que era el chico al que miraba de vez en cuando en los últimos meses: piel blanca y pecosa, un poco más bajo que él por una cabeza, un cuerpo esbelto que era escondido por sus prendas, manos delgadas que sostenían su móvil a la altura de su regazo, cabello verdoso y rizado, pero lo que más le robaron el aliento sin darse cuenta, fueron esos grandes y expresivos ojos esmeralda.
Carraspeando su garganta y mirando al director Aizawa que le miraba con una pequeña sonrisa burlona en su rostro, habló:—No se preocupe— dijo, jalando una de las sillas frente al escritorio para que el joven tomara asiento, mismo que le sonrió agradecido.
Después de ver que el señor Bakugo imitaba los movimientos del menor y ahora estaban ambos sentados frente a él, Aizawa procedió a hablar.
—Izuku— lo nombró con familiaridad—, lamento llamarte de repente, pero como se te fue avisado, tu pequeño hermano se ha metido en problemas.
—¿Me pueden explicar lo que sucedió?
—Bueno, de alguna manera u otra la pérdida de sus padres ha llegado a oídos de los niños, hubo burlas y demás y entre esas risas por lo que todos contaron estuvo involucrado el hijo del señor Bakugo— explicó, e Izuku miró al hombre que tenía junto a él, mismo que cubrió su boca con la palma de su mano y bajó la mirada—. La reacción de Jiro fue arrojar tierra en los ojos de su compañero, el niño está en la enfermería, afortunadamente no pasó a mayores, pero debíamos tomar cartas en el asunto.
—¿Y qué pasó con los otros niños? — preguntó con algo de molestia.
—Ya hablamos con sus padres y aceptaron su sanción, misma que Jiro deberá tomar. Pero haciendo eso de lado, sabes que esto no es un comportamiento normal en tu hermano, él solía ser aplicado y amable, pero todo eso ha decaído poco a poco desde el accidente y pérdida de sus padres, por esa razón te recomiendo que tome sesiones de terapia con nuestro psicólogo.
—Claro, entiendo, ¿alguna otra cosa más?
—¿Señor Bakugo? — Aizawa le preguntó al hombre que no le quitaba la mirada de encima al joven peliverde.
—No, creo que ya todos recibieron lo justo— respondió, y Aizawa levantó sus cejas por lo que escuchó, pues antes de que Izuku llegara no dejaba de decir todo lo que quería gritarle al pobre chico.
—¿Puedo llevarme a mi hermano?
—Claro.
Colocándose de pie, Izuku se marchó de la oficina sin decir una palabra más.
—Yo también me retiró — dijo Katsuki.
—Por supuesto, mantenme informado de la salud de Kyo.
Con un simple asentimiento el rubio salió de la oficina, corriendo con la gran suerte de que el joven peliverde se encontrara hablando con la secretaria, llevándolo a dar un par de pasos en otra dirección para mantener distancia. Al ver que el menor daba la vuelta, se encontró nuevamente con esos hermosos ojos.
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Dayligth [Baku-Deku]
RomanceA pesar de ser los seres más hermosos y preciados en la humanidad, los donceles vienen acompañados de combos de desdichas. Pero dentro de los matices grises, suelen haber colores brillantes escondidos. Cómo Izuku, que se volvería el dorado brillante...