Los niños en ese momento jugaban, reían y aprendían con las actividades de las profesoras. Una de ellas, se encontraba mostrándoles las etapas de crecimiento de las plantas y la importancia de ella, del cómo ayudaban en el ambiente y era importante cuidar de la naturaleza para un mejor futuro, dejándoles como tarea buscar entre los rincones cercanos pequeñas bolsitas rellenas de semillas, mismas que deberían plantar al regresar a casa y cuidar de ellas incluso después de florecer.
Buscando con tanta emoción, Kyo regresó victorioso al ser el primero en encontrar una de ellas, por otro lado, Jiro encontró su pequeño costalito al fondo de entre un montón de hojas secas, aunque para ese momento la mayoría de los infantes ya habían encontrado sus propias semillas.
—Ahora que todos tienen sus semillas, deberán hacer un juramento de cuidarlas. ¿Lo prometen?
—¡Sí! — respondieron todos al unísono.
—Bien, entonces todos tienen una hora de descanso para explorar y jugar mientras está la merienda, solo no vayan tan lejos, si ocurre algo avisen de inmediato.
Gritando con emoción, cada uno de los niños armó su propio grupo, comenzando a esparcirse por la zona para iniciar con el juego libre, aunque no todos pensaban de la misma manera, pues Jiro busco entre sus cosas una pequeña caja de plástico, su pequeña red y su pequeña cámara Fuji que se le fue obsequiada en su cumpleaños número cinco. Dirigiéndose hacia el pequeño arroyo que había cerca, no sin antes haberle avisado a su tío Aizawa.
Una vez en sitio, el menor comenzó a buscar entre los pequeños estanques de agua, encontrando una pequeña salamandra, pero al notar que se le dificultaría atraparlo, optó por tomar una foto.
Y así pasaba el resto de la hora libre pues desde aquel día del incidente prefería no convivir con ninguno de sus compañeros para evitar entrar en algún conflicto; buscando insectos con entusiasmo y fotografiándolos para después enseñárselos a su hermano mayor.
Estaba de regreso caminando junto al arroyo cuando de repente un grupo de niños fue hacia su dirección, entre empujones y risas accidentalmente lo empujaron, haciéndolo caer al suelo junto a todas sus cosas.—Oh... eres tú — dijo uno de los niños, mirando con molestia a Jiro—. Kyo, ten cuidado, o puede lastimarte otra vez.
El aludido, guardó silencio ante las risas de los demás, mirando con pesar al compañero que le prometió a su padre no volver a molestar, pero siendo consciente y testigo de las burlas que recibía por parte de los demás.
Jiro, intentó ponerse de pie por cuenta propia cuando sintió que el gorro que llevaba se le fue arrebatado.—¿Qué haces con un sombrero tan tonto? — preguntó otro del montón.
En el momento en que vio que su gorro era sostenido, Jiro intentó quitárselo, ya que era de su hermano quien con mucho gusto se lo había prestado, pero cuando estaba por quitárselo el otro niño lo arrojó al arroyo. Ante tal acto, el resto de infantes comenzaron a reír, marchándose de ahí sin antes volver a empujar al pequeño niño que hacía todo su esfuerzo por no llorar.
Kyo al verlo en el suelo y ver qué el resto se marchaba, se acercó a Jiro, quien limpiaba las lágrimas de su rostro, pero al extender su mano para ayudarlo a colocarse de pie, no espero que ésta fuese golpeada, por el contrario.—No necesito tu ayuda— Murmuró, parándose por cuenta propia para tomar sus cosas.
—Solo intentaba ayudar.
—¡Sí querías ayudar debiste evitar que tirarán mi gorro! — exclamó molesto, comenzando a gimotear—. Era de mi hermano— dijo como último, marchándose del lugar y dejando a Kyo solo.
El pequeño niño rubio, miro como el gorro había quedado atascado entre un par de rocas no muy lejos de la orilla, pero no quería arriesgarse, razón por la cual siguió al resto.
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Dayligth [Baku-Deku]
RomanceA pesar de ser los seres más hermosos y preciados en la humanidad, los donceles vienen acompañados de combos de desdichas. Pero dentro de los matices grises, suelen haber colores brillantes escondidos. Cómo Izuku, que se volvería el dorado brillante...