La Suerte, La Noche Y El Destino - Betty X Daniel

11. El Destino: una verdad a medias

Cuando Daniel vió salir a Beatriz  de la oficina por primera vez sabía que no se equivocaba. Celeste tampoco, al parecer. Estaba preparado para encontrarse con el peor adefesio de la humanidad, pero, en realidad encontró una muchacha normal, mal arreglada, mal peinada y con mala postura, pero inteligente, fuera de eso era completamente normal.

Decidió contratarla después de todo el desorden que había dejado el anterior financiero. Alguien como ella, con los conocimientos que mostraba, y la facilidad en su trabajo sabía que sería de ayuda. Y no se equivocó. Entre su fácil adaptación a los procesos de Ecomoda, al sistema de temporadas, a la contratación de proveedores y todas las demás cosas vino a solucionar muchas cosas. Los Bancos, que conocían su reputación, la amaban, los empleados de Ecomoda, aprendieron a respetarla porque, el criterio de Beatriz era, es, impecable.

Y Daniel, siendo como era, encontró en ella una persona con quién compartir. Al principio, le costó admitir, que disfrutaba mucho su compañía. Beatriz es una persona sumamente inteligente hacia que las conversaciones se sintieran efímeras, que sus aportes, financieros, económicos, hacían ver a los suyos como minúsculos.

Y no quería decirlo, pero, con el paso del tiempo empezó a acostumbrarse a su presencia, a sus conversaciones, invitarla a cenar era algo que llegó a esperar con ansias todos los dias, o las oportunidades que tenían para salir con proveedores, le gustaba ver cómo ellos solían mirarla de menos únicamente para que ella les demostrará que en realidad, ella era quien llevaba las riendas de la conversación y de la negociación.

Era divertido también ver cómo sus círculos se interlazaban sin quererlo, académicamente hablando, Celeste, el profesor universitario, gente que había interactuado con ella alguna vez y no hablaba más que maravillas. A pesar de eso, Daniel pudo notar que Beatriz era una persona muy insegura, no solo físicamente, sino, también de su intelecto, a pesar de tener todo el conocimiento que tenía, todos los estudios, era como si le diera miedo dar un paso en falso y caer al abismo.

Y es esa afinidad que logró encontrar en Betty, que hizo que, al escuchar a Mario y Armando hablar de eso en el baño lo que hizo que, una sensación desconocida se instalara en su pecho. ¿Ella lo había traicionado? Ella, quien siempre respondía, que nunca le daba la espalda... Y sintió, que la primera vez que decidió bajar la guardia fue el momento en el que lo apuñalaron (Él no sabía que era un mal entendido, pero ¿Pueden culparlo?) y todos pagaron los platos rotos. Y cuando descubrió que fue un malentendido, y que, a pesar de sus deseos de ver a Beatriz a cuarentamil kilómetros lejos de Armando, no podía impedir que otra persona tuviese un empleo.

"¿No tienes algo que decirme?" Marcela caminaba junto con él, acababan de almorzar comida Tailandesa en un restaurante del centro, quería hablar con el de unos cambios en los puntos de venta. Daniel, por supuesto, accede a casi todo lo que ella le pregunta porque uno, son buenas decisiones, dos, son buenas ideas. El elevador iba subiendo y tenía una cancioncita repetitiva.

"No, ¿Por qué tendría que decirte algo?" Marcela se cruzó de brazos y lo miró de reojo.

"En la boda, María Beatriz podría haber estado borracha, pero yo no, estaba detrás de ustedes... ¿Ibas a besar a Beatriz?"

"Estabas borracha. Claro que no iba a besar a Beatriz."

"No estaba borracha, estaba buscando a Armando que se me había escurrido. ¿Tú y ella tienen algo?" Ya habían entrado a la oficina, y Daniel, odiaba hablar de termas personales de cualquier índole allí, porque las paredes (y el cuartel de las feas) escuchan. Y es peligroso.

"Claro que no tengo sentimientos por Beatriz, no seas absurda, jamás sentiría algo por ella... No con la forma en la que viste, menos con lo poco agraciada que es. Podrá tener intelecto, pero..."