Por los inocentes

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¿Por qué no se iban?

Era la pregunta que no dejaba tu mente. Ya se habia cumplido poco más de una semana y tanto Makarov como Milena seguían ahí, contigo en aquella casa.

Makarov actuaba como siempre, manteniéndose cerca de ti, llenándote de regalos que encontrabas innecesarios, caricias y besos. Cuando estaba de mejor humor, salía contigo al exterior de la casa, caminando un poco por las cercanías de la propiedad. Pero como era de esperar, siempre habia un equipo de miembros de Konni vigilándolos a la distancia, después de todo, Makarov quería seguir teniendo un poco de privacidad contigo.

Era precisamente durante esas caminatas que, de manera disimulada, intentabas reconocer algo a tu alrededor. No tenias ni la más mínima idea de en que parte del mundo te ubicabas, era tan desesperante. Si al menos lograras vislumbrar algo, una edificación, alguna ciudad o pueblo, al menos un anuncio o una carretera cercana, sabrías hacia donde correr en caso de que consiguieras escapar. Pero todo a tu alrededor eran arboles y mas árboles, no veías nada diferente, sumado a que nunca se alejaban demasiado.

Podrías correr y terminar perdiéndote en medio del bosque, en el mejor de los casos. Otra posibilidad es que hubiera fauna salvaje de la cual cuidarse, serias una presa tan fácil, era imposible que corrieras más rápido que un animal. Todo esto, suponiendo que no te dispararan por la espalda en el momento que huyeras de ellos.

"Paciencia", te repetías constantemente.

No serviría de nada apresurarse, tampoco es que estuvieras bajo tortura o algo así. Podrías pasar tus días tranquilamente, sin levantar sospechas, hasta que llegara tu momento. Mientras tanto, seguirías tomando nota de todo a tu alrededor. Eran humanos después de todo, en algún punto se distraerían, algo debería pasar, bajarían la guardia y esa sería tu señal.

—La vista es hermosa, ¿No lo crees? — los brazos te rodeaban desde atrás.

Ambos habían llegado a un pequeño claro, el agua lucia tan cristalina, a su alrededor crecían diversos tipos de flores. También era posible admirar como habia pequeños animales bebiendo de aquella fuente de agua.

—Lo es...— en verdad lo era, el sitio era precioso.

—Cuando logre estabilizar esta guerra, te llevare a recorrer el mundo...nuestro nuevo mundo — decía con gran orgullo, susurrando en tu oído de manera suave.

—Vladimir...— no te gustaba cuando mencionaba la guerra o sus planes, sabias que eso siempre significaba la muerte de inocentes. Incluso personas de nacionalidad rusa eran sacrificadas con tal de lograr sus metas.

¿Cómo construyes un mundo sobre la sangre de tu propia gente? Claro, culparía a los extranjeros de dicho derramamiento, occidente sería el responsable a los ojos del mundo, pero quien movía todos los hilos, era un propio ruso.

Era cruel...esto era extremismo puro.

Comprendía el sentimiento de nacionalismo, de sentir amor y orgullo por pertenecer a cierta nación. Cada una tenia su propia historia, sus luchas, sus logros, cosas buenas y malas. Pero hacer lo que el estaba haciendo, eso era demasiado, el precio era tan alto.

—Yo solo quiero que todo esto termine, Vladimir...por favor — colocaste tus manos sobre las suyas, que estaban cerradas a la altura de tu abdomen.

Con el paso de los días habías logrado soportar un poco el mantener contacto con él, aun costaba hacerlo de manera voluntaria.

—Créeme, pronto va a terminar esto — te aseguro, dándote un suave beso en la mejilla.

—¿Puedo hacerte una pregunta? — en medio de este momento de "intimidad" te habia surgido una interrogante y era ¿Por qué Price y Makarov se odiaban tanto? Bueno, habia muchas razones, pero recordaste que habían mencionado como Makarov habia asesinado a alguien, aunque nunca te dieron demasiado detalles. Quizás, esta era una buena oportunidad para tener un poco mas de contexto sobre esa historia.

Dulce venganzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora