La vida sigue...

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A veces la muerte no es la parte más difícil de perder a alguien, sino el hecho de tener que aceptar que nunca mas se vera a esa persona. El tener que aceptar esta nueva realidad en la que ellos ya no existen, habrá miles de cambios y ellos no serán testigos de ninguno.

Eso era precisamente lo que estaban experimentando todos los familiares de aquellos fueron asesinados en la ciudad de Glasgow. Y el dolor solo aumentaba al saber que no podrían recuperar pronto sus cuerpos, estos estaban aun contaminados, todo el lugar lo estaba.

La situación rebasaba por completo a las autoridades locales, quienes fueron dejadas de lado para cederle el asunto a los gobernantes y fuerzas militares. Cada grupo que entraba a revisar el lugar, a recuperar cuerpos, debía hacerlo vistiendo todo un equipo de protección perfectamente sellado para evitar exponerlos a los residuos que aun quedaran. Y aun cuando lograran sacar los cadáveres, estos serian enviados a una zona especial para contención de residuos o material contaminado.

Y cada persona tenia que soportar ver eso, que lo ultimo que quedaba de su ser querido era tratado como un pedazo de carne infectado de algo tan letal, que ni siquiera aun muertos podían estar en paz.

Esta seria la realidad bajo la cual vivirían todos los habitantes de la ciudad por una temporada, obligados a ser pacientes, a esperar su turno para serles entregados lo que fuera que haya quedado de sus familiares, amigos, amantes.

Toda esta situación habia hecho que la población en general tomara dos vertientes, la primera formada por aquellos que estaban tristes, deprimidos, empatizando con las personas que hubieran perdido a alguien en el atentado. Ellos eran quienes realizaban diversos eventos religiosos para rezar por su eterno descanso, porque sus almas pudieran ir al cielo después de haber sufrido tanto. Al mismo tiempo, se encargaban de coordinar marchas pacificas por la ciudad, todos vistiendo de blanco, para pedir al gobierno que no olvidara a las familias de los fallecidos, que les apoyara, y que hubiera justicia para darles un poco de consuelo. Nada iba a regresarles a sus seres queridos, pero ver a los responsables tras las rejas haría que el dolor fuera mas llevadero.

Por otra parte, estaba aquella facción furiosa, hombres y mujeres que le exigían a su gobierno que tomara cartas en el asunto. Si aquello habia sido un atentado, significaba que habia una bandera detrás, por lo que habría un país que debería responder. La justicia no era suficiente, una cárcel tampoco lo era, ellos deseaban que todos los responsables sintieran exactamente lo mismo que todos los inocentes que murieron ese día. Ojo por ojo.

Y esto conllevaba a una guerra...que así fuera.

Por supuesto que el gobierno no podía tomarse las cosas tan a la ligera, ante todo debía mantener una postura neutral hasta que no tuviera alguna prueba de quien era el o los autores de esta horrible tragedia. No habia forma que hicieran señalamientos con las manos vacías, no podían ser impulsivos, por lo que se encontraban prácticamente entre la espada y la pared. Pedían una y otra vez a su población que guardaran la calma, que respetaran los días de luto nacional, los invitaban a la unidad y no a la violencia, pero eran palabras que sonaban vacías cuando en un día como cualquier otro un grupo de personas tuvo total libertad para asesinar a sangre fría a miles de personas inocentes. Todos ellos eran civiles, no habia un solo militar, eran niños y jóvenes, eran familias que solo querían pasar un día en convivencia. Familias que nunca volvieron a casa...cientos de hogares fueron destruidos ese día.

Para cuando Price y compañía llegaron a Escocia, ya era notable el cambio en el ambiente. La ciudad habia pasado de ser un lugar tranquilo para volverse un lugar donde todos vivían con miedo, sospechando de todos, principalmente de los extranjeros. Incluso la ciudad misma habia incrementado su seguridad en todos los sentidos, aunque para ese punto, muchas personas ya estaban empezando a evitar salir de sus casas más allá de los escíticamente necesario. Tenían miedo de que la historia volviera a repetirse.

Dulce venganzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora