ℂ𝕒𝕡𝕚𝕥𝕦𝕝𝕠 𝟚𝟘

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𝓟𝓵𝓮𝓪𝓼𝓮... 𝓟𝓵𝓮𝓪𝓼𝓮... 𝓟𝓵𝓮𝓪𝓼𝓮... 𝓭𝓸𝓷'𝓽 𝓯𝓸𝓻𝓰𝓮𝓽 𝓽𝓸 𝓿𝓸𝓽𝓮 💋




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Chupar.


Se escuchó un sonido extraño mientras hacía rodar el caramelo con la lengua en la boca y lo chupaba. En ese momento, un gemido como un suspiro escapó de la boca de León. Se llevó la mano, que sostenía la ropa interior de la mujer, al centro de su cuerpo. Ya se había hinchado tanto que le dolía.


No resistió a la mujer desnuda que vendía cigarrillos hace un rato. Esta criada hizo que su cuerpo se excitara como un hombre en celo con su acto mundano de comer solo dulces.


León arrojó al azar la caja de dulces sobre la alfombra y metió el brazo en la bañera.


La mujer puso los ojos en blanco e infló las mejillas como una ardilla que muerde una bellota. Ni siquiera pudo alcanzarla, pero ella se estremeció como si la hubieran electrocutado y se escondió más en el rincón.


"¿Te gustan las cosas picantes?"


¿Así de caliente estaba la mujer por dentro? Él estaría feliz de sumergirse en ella, incluso si su piel estuviera quemada y descascarada.


"¿Recuerdas lo que te mostré hace unos días?"


Preguntó, moviendo lentamente la mano a un lado del pecho de la criada. Cuando la espuma estalló, la mujer que había recogido la espuma del otro lado y se había cubierto la piel expuesta se sobresaltó. Tenía unos ojos tan terribles como los de ese día.


León, que había logrado introducir su parte íntima en la cabeza de la mujer, movió lentamente su mano sosteniendo su ropa interior con una brillante sonrisa.


-Hace calor también, ¿no te interesa?


La mujer sacudió la cabeza mientras lo miraba fijamente mientras se agachaba. Entonces él levantó las comisuras de sus labios en un ángulo y tiró de los mechones de cabello castaño oscuro, que se habían quedado pegados como algas acuáticas, sobre el hombro de la criada.


Su cabello mojado se pegaba a su mano... ¿Se le pegaría así su carne interior?


Frotó el lugar donde su zona secreta habría estado en contacto con el interior de su ropa interior.


 Se sintió una leve humedad proveniente de la costura, que irritó suavemente la periferia.


Era evidente que se había filtrado humedad del cuerpo de la mujer.


La miró fijamente a los ojos turquesas, envueltos en desprecio, y se tragó silenciosamente el gemido que llegó a su barbilla.

𝓡𝓾𝓮𝓰𝓪 𝓟𝓸𝓻 𝓜íDonde viven las historias. Descúbrelo ahora