Capitulo 2: Nuevos horizontes

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Desperté en la penumbra, sintiendo el peso del polvo y el aroma pesado a humedad y tierra. Estoy en el centro de una cueva cavernosa y oscura, rodeado de figuras draconidas que están trabajando en un frenesí descontrolado. Los draconidos parecen organizarse en torno a montones de arena que remueven del suelo, como si buscaran algo importante. La presión de una cuerda ardía alrededor de mis muñecas. No reconocía el lugar en el que estaba, pero el aire rancio y el eco apagado de las órdenes de los draconidos me decían que no era un lugar común. A mi alrededor, varios draconidos desfilaban con expresiones ceñudas y miradas de desconfianza. Me empujaban con rudeza, con desprecio, como si fuera algo insignificante que cargaban por obligación. Era evidente que no les agradaba mi presencia, pero había algo por lo que me retuvieron allí, algo que quieren de mí.

La cueva parecía ser un gran centro de excavación; pilas de arena cubrían el suelo y se veían muchas marcas de excavación. De fondo, varios draconidos parecían hablar en susurros. Uno de ellos, de escamas rojas y ojos penetrantes, se adelanto al resto y me observo de arriba a abajo. Sus escamas relucían bajo la tenue luz de las antorchas que apenas iluminaban aquel espacio.

— Así que... tú eres el semi elfo  que nos dijeron que tenía un 'poder especial'. ¿No pareces gran cosa, cachorrito. Apenas diría que eres un semi elfo sin valor.— Dijo el Draconido con voz grave y condescendiente.

Lo miro con calma, aprovechando el momento para intentar obtener información de donde estoy o que quieren.

 — ¿Y qué es exactamente lo que buscáis aquí? Yo no soy más que un simple clérigo. ¿Qué podría tener yo, que tú no tengas?

El Draconido sonríe burlón, acercándose para hablarme al oído.

— No es lo que tienes, sino lo que puedes sentir. Mis superiores dicen que tú puedes sentir lo que está oculto, lo que no es visible para nosotros. Dice que eres sensible... ¿no es así, cachorro?— Dice mientras pasa una de sus uña por mi mejilla lentamente.

— Quizás tus lideres han exagerado mi... sensibilidad. No creo que os sea de ayuda.— Digo intentando ocultar el miedo que me produce el rumbo que esta tomando esta conversación.

El líder Draconido me observa con una mirada crítica y despectiva, y de un momento a otro me toma por el cuello, levantándome y apretando, no lo suficiente como para asfixiarme, pero lo justo para que entendiera la amenaza que suponía él para mi.

— Escúchame bien, cachorro. No me importa lo que tu creas. Si no encuentras lo que necesito, pagarás el precio. ¿Lo has entendido?

— S-si... L-Lo he entendido bien." — Intento decir con la voz entrecortada por la presión de sus manos en mi cuello.

El líder me suelta con un movimiento brusco, dejándome caer al suelo. Mientras me recupero del golpe, me doy cuenta que a cada segundo que pasaba con estos seres aumentaba el riesgo de no salir con vida de allí.

Debía encontrar una forma de escapar antes de que fuese demasiado tarde.

La tensión en la cueva aumentaba a momentos, pues los draconidos estaban cada vez más ansiosos por encontrar aquello que estaban buscando sin éxito. De repente y, sin previo aviso, un retumbar ensordecedor sacudió las paredes, y un resplandor anaranjado se coló por los pasadizos. En un instante, todo era un caos: Una bola de fuego iluminó la cueva, lanzando destellos anaranjados sobre las escamas de los draconidos que ahora corrían, confundidos y furiosos. las sombras de los draconidos se proyectaban de un lado a otro mientras gritaban y desenfundaban sus armas, buscando la fuente del ataque. 

Los ecos se acercaron, cada vez más ruidosos. Pero antes de que pudiera entender lo que ocurría, las sombras comenzaron a agitarse frente a mí, y, en un instante, figuras aparecieron, algunas alzando armas, otras pronunciando palabras cargadas de poder arcano. Sorprendido, retrocedí instintivamente y me escondí, sin entender si aquellos aventureros habían llegado por casualidad o simplemente yo me  había topado con ellos en medio de su lucha. 


Todo era muy confuso. Aún me costaba procesar lo que estaba pasando, y esos desconocidos parecían tener más control sobre la situación de lo que yo podía imaginar. Una maga tiefling, era quien parecía liderar el ataque. Intercambió una rápida mirada con sus compañeros, y por la seguridad en sus ojos y movimientos, supe que habían pasado por situaciones como esta antes.

Mi presencia era apenas un detalle insignificante en medio de su misión.

Antes de que pudiera articular alguna palabra, un enano fornido que les acompañaba alzó su escudo justo a tiempo para bloquear un golpe de garra. Al instante, un rayo de luz deslumbrante surgió de la espalda del enano, era un hechizo que una Aasimar había lanzado mientras el enano frenaba el ataque. el hechizo había impactando de lleno al Draconido dejándolo completamente muerto. El enano parecía agotado, pero sus ojos mantenían un brillo feroz. Otro de los aventureros, un joven de cabello blanco, mirada atenta, y movimiento rápido, lanzaba golpes con una precisión letal, derribando a un Draconido tras otro.

Dragolance: El Diario De KraftDonde viven las historias. Descúbrelo ahora