Capítulo 3: Noches de Hoguera

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Al llegar al campamento, el ambiente estaba lleno de un aire cálido y reconfortante que no había sentido en mucho tiempo. Las risas y las palabras de gratitud de los enanos nos envolvían como una hoguera encendida en una noche fría. Los enanos, liderados por Grassa, no podían contener su alegría al vernos regresar después de la victoria contra los draconidos. Grassa, con una gran sonrisa y una expresión de respeto, nos ofreció sus más sinceros agradecimientos.

—Gracias, viajeros —dijo Grassa, inclinando levemente su cabeza—. No solo nos habéis ayudado a eliminar a esos monstruos de nuestras tierras, sino que nos habéis devuelto la esperanza de establecer un nuevo hogar. Este lugar será seguro ahora para nuestra tribu, gracias a todos vosotros.

Mis compañeros, que a pesar de ser un grupo de personalidades tan distintas se habían unido en esta causa, respondieron con sonrisas y leves reverencias. Me sentía algo descolocado, tal vez por el tono solemne del momento. Al mirar a mis compañeros, no pude evitar notar un brillo especial en sus ojos, uno de orgullo y camaradería.

Grassa continuó, señalando la cueva que habíamos liberado.

—Con vuestra ayuda, tomaremos esta cueva y la convertiremos en nuestra nueva morada. Será un hogar seguro para nuestros jóvenes y ancianos, un lugar donde nuestra comunidad podrá florecer de nuevo.

Un murmullo de aceptación y alegría se propagó entre los enanos que nos rodeaban, y pronto nos ofrecieron quedarnos a pasar la noche. Nos invitaron a celebrar la victoria con ellos, una fiesta en honor a la limpieza de la cueva y al nuevo inicio que esto significaba para su tribu. Aceptamos la invitación, y pronto los preparativos para la celebración comenzaron.

Mientras los enanos comenzaban a organizar la fiesta, Dargus, el enano guerrero de nuestro grupo, se acercó a mí con un tono de seriedad que contrastaba con el ambiente festivo.

—Kraft, mañana al amanecer partiremos hacia un lugar que nos ha ordenado un tal Dalamar. —mencionó en voz baja, aunque no lo suficientemente baja como para que yo no pudiera captar el peso de sus palabras.

Lo miré a los ojos, intrigado.

—¿Dalamar? No conozco a nadie con ese nombre —respondí, esperando que él me diera más contexto.

Dargus asintió, mirándome como si sopesara sus siguientes palabras.

—Es un hechicero poderoso, y uno que no conviene tomar a la ligera. Parece que tiene información que necesitamos, y es probable que necesitemos de tus habilidades para lo que nos espera. No sera una misión sencilla.

Me sorprendía la seriedad en su tono. Si bien apenas había conocido a este grupo, estaba claro que sus misiones estaban llenas de peligros. Sin embargo, no podía ignorar que la misión que Mishakal me había encomendado se entrelazaba con esta nueva dirección en la que mi vida parecía ir. Asentí, decidido a enfrentar lo que fuera necesario junto a ellos.

Esa noche, la celebración comenzó en todo su esplendor. La música resonaba en el campamento, los enanos danzaban y cantaban al ritmo de instrumentos rústicos, con melodías que hablaban de historias y leyendas de su pueblo. Alegría y vida se podían ver entre los presentes, y aunque intentaba disfrutar de la fiesta, no lograba quitarme de la cabeza aquellos ojos llenos de miedo que había visto en la visión del líder draconido. Mis pensamientos iban y venían entre la música y las imágenes de aquel elfo azul, prisionero y torturado, que había alcanzado a ver en los recuerdos del líder draconido. Aún sentía un peso en el pecho, una sensación de impotencia que parecía intensificarse con cada pensamiento sobre ese elfo desconocido. Mis nuevos compañeros notaron mi distracción y se acercaron a mí.

Dragolance: El Diario De KraftDonde viven las historias. Descúbrelo ahora