「Señor Demonio」Rey Oni Sengo

Capítulo 7

Capítulo 7

"Te puedo ayudar con ese problema."

Frente mío, estaba una chica de mi edad.

Se llama, Nakiri Ayame.

Es otra raza diferente de oni al nuestro.

Los cuernos de ella eran más pequeño de un tono rosa pálido, en su cuerno izquierdo estaba envuelto con una tela negra.

Llevaba puesto el atuendo ceremonial de una doncella de santuario. Nos preparábamos para un ritual que, con suerte, me permitiría adormecer la locura que a veces me consume y controlar esos impulsos asesinos que despiertan sin previo aviso.

Si este ritual tenía éxito, puedo estar un poco tranquilo ante los deseos asesino que despierta explosivamente.

Momentos atrás.

Habían transcurrido tres semanas y cuatro días desde que emprendimos el regreso a casa. Ya estábamos cerca de nuestro territorio, pero había un obstáculo en el camino.

"Sengo-nii."

Escuche la voz de Tomoe a mi lado mientras saltábamos en los árboles.

"¿Sí?"

"Para llegar a casa... ¿no tendremos que cruzar el territorio que tenemos prohibido?"

"Si, lo sé", respondí. "Podríamos rodearlo para evitar problemas, pero nos tomará mucho más tiempo... "

"Prefiero llegar más rápido a casa. Intentemos ser más sigilosos al cruzar." sugirió Tomoe.

"Bien."

Con eso dicho, terminamos ingresando el territorio que teníamos prohibido.

Pasando varios minutos, nos terminamos encontrando una gran aldea en el centro de este lugar.

Ocupaba todo el centro, es fácil darse cuenta de que la aldea tenía varios kilómetros convirtiéndolo fácilmente en una región.

Ahora teniendo un poco de curiosidad por este dato, me puedo dar cuenta que esta raza de oni es mayor a la nuestra.

Es seguro que ellos son miles, y nosotros cientos.

Dejare de lado ese pensamiento, ahora tenemos que regresar a casa antes de ser descubierto por esta raza de oni.

...

No pasó mucho tiempo antes de que nos descubrieran. Un grupo de oni imponentes, expertos en detectar enemigos y con una habilidad de combate evidente, apareció entre los árboles, bloqueándonos el paso. Sus miradas eran filosas, listos para defender su territorio.

Sentí cómo las emociones oscuras comenzaban a emerger en mí, como una ola incontrolable de locura y sed de sangre. Sin pensarlo, me abalancé sobre el primero de ellos: un oni de dos metros, musculoso y poderoso. Lo sujeté por el cuello y, en un movimiento rápido, lo derribé al suelo, descargando una serie de puñetazos rápidos contra su rostro, dejándome llevar por la furia.

"Sengo, ¡detente!" gritó Tomoe, su voz tratando de atravesar la niebla de mi locura. Pero ya no había control.

De repente, sentí el frío de la katana de Tomoe perforando mi cabeza. Todo se apagó de golpe. Mi cuerpo cayó al suelo, inmóvil, mientras la consciencia se desvanecía. Era un abismo oscuro y silencioso, donde el tiempo parecía no existir.

Pasó una hora antes de que mi cuerpo comenzara a responder, y mis ojos finalmente se abrieron. La locura y la sed de sangre se habían desvanecido, dejándome en una calma extraña y vulnerable. Miré alrededor, tratando de ubicarme en el lugar en el que me encontraba. Era una habitación sencilla, yacía en el suelo sobre una estera, rodeado de paredes de madera y papel.