Los primeros rayos de sol se filtraban a través de las palmeras, iluminando la ciudad con un resplandor dorado. Brenda, habiéndose decidido a no dejar pasar otra oportunidad en su vida, revisaba un artículo en su computadora mientras se preparaba para un día más en el Baptist Hospital. Su mente seguía dando vueltas alrededor de su atracción por la bella doctora que el destino le había puesto en su camino, y aunque la noche anterior había tomado una decisión, aún no sabía cómo abordarla y si lo que pensaba hacer era correcto en estos momentos.
Su teléfono sonó, interrumpiendo sus pensamientos. Era un mensaje de Diana, que había pasado la noche de guardia en el hospital: "Estoy muy orgullosa de ti. Sé que Miami te traerá todo lo que buscas. Buena suerte hoy, nos vemos en la noche." Brenda sonrió, sintiéndose más animada para enfrentar el día. Se terminó de arreglar y se dirigió a su trabajo, lista para lo que pudiera venir.
En el hospital, el ambiente era frenético como de costumbre. Las emergencias nunca cesaban y los pasillos resonaban con el eco de pasos rápidos y conversaciones urgentes. La periodista se dirigió a su oficina, donde la esperaban varios correos electrónicos y tareas pendientes. Mientras se sumergía en su trabajo, una sensación de inquietud la invadía cada vez que pensaba en Elisa.
La castaña, por su parte, había pasado la noche reflexionando sobre su vida. Su encuentro con Brenda la había dejado con más preguntas que respuestas, y la conversación sobre los besos había despertado algo en ella que no podía ignorar. Por otra parte estaba el hecho de que Daniela después de haberle dicho que no existía posibilidad alguna de que su relación se volviera a materializar, está más cercana que nunca y enviándole mensaje a diario.
Sentada en la cafetería del hospital, observaba a los demás médicos y enfermeras moverse con rapidez. Sentía una necesidad de aclarar las cosas con Brenda, de descubrir sus sentimientos y entender qué era lo que realmente quería.
Brenda decidió tomar un descanso y se dirigió a la cafetería para un café. Al entrar, sus ojos se encontraron con los de la cirujana, que estaba sentada sola en una mesa, sumida en sus pensamientos. Tomó aire y, con determinación, se acercó a ella.
—Hola, Elisa —dijo intentando sonar casual—. ¿Te importa si me siento contigo?
Elisa levantó la vista, sorprendida pero complacida.
—Claro, Brenda. Siéntate.
Se hizo un breve silencio entre ellas mientras Brenda se acomodaba. Finalmente, la más baja decidió romper el hielo.
—He estado pensando mucho en lo que me dijiste sobre la noche que nos conocimos —confesó—. Te soy sincera, no puedo dejar de pensar en lo que podría haber pasado.
Brenda asintió, comprendiendo perfectamente lo que Elisa sentía.
—Yo también, Elisa. Pero quizás deberíamos hablar de eso en un ambiente más relajado. ¿Qué te parece si cenamos juntas esta noche y nos conocemos mejor? —dijo, con un nudo de nervios en el estómago.
Elisa sonrió, sintiendo un alivio y una emoción que hacía mucho no experimentaba.
—Me parece una excelente idea, Bren. —dijo con un rubor rosa en las mejillas luego de llamar a la más alta de esa manera más cercana y cariñosa. —Será bueno para ambas, te enviaré la dirección de un excelente restaurante. ¿Que te parece si nos vemos allí a las 9?
Mientras hablaban, la cafetería se llenaba de gente, pero para ellas, el mundo exterior se desvanecía. Cada palabra, cada gesto, las acercaba más, construyendo un puente entre sus mundos.
En un rincón del hospital, Marcela observaba todo con atención. Sabía que su amiga estaba pasando por momentos complicados y quería estar ahí para apoyarla, su mente estaba con Elisa, deseando que pudiera encontrar la felicidad que tanto buscaba de una vez y por todas, sea con Daniela, con la nueva jefa de márketing o quien sea, pero que ya sea todo lo feliz que se merece ser.
ESTÁS LEYENDO
Latidos Convergentes
FanfictionBrenda Arriaga, una periodista especializada en publicidad, marketing y redes sociales, se traslada a Miami para empezar una nueva vida como Gerente de Comunicación y Marketing en el prestigioso Baptist Hospital. Allí, su vida se entrelaza con la d...