Just Us (El Origen De Los Guardianes X Maleoc)

14. Memorias

Narra Matthew

Hice que mis alas aletearan con fuerza para poder tomar un mayor impulso y alcanzar a Jack. Pero teníamos bastante distancia de por medio.

—¡Jack, espera!

Por más que llamé no me escuchó en lo absoluto, parecia más bien absorto con aquella voz femenina que lo llamaba con insistencia en un tono divertido.

Jack frenó un momento y escuché el llamado nuevamente provenir del bosque que se encontraba cerca de la ciudad. En consecuencia Jack se dirigió de inmediato hacia allá, por lo que no tuve más opción que seguirlo mientras maldecía por lo bajo.

Se adentró al bosque y de un momento a otro se detuvo. Como ya estaba algo enojado, aterricé a propósito encima de él, sentándome en su espalda.

—Ay.... —se quejó un poco y rió.

—¿Por qué no me escuchas Jack? ¿Sabes lo preocupados qué estarán los—

Me detuve un momento al poner mi vista al frente y ver que había una cama justo en el medio del claro del bosque.

"Pitch, ¿no puedes ser menos obvio?"

—¿Qué hace una cama aquí?

—Tal vez la pusieron para invitarte a darte una siesta en ella, Jack.

Jack me miró con una mueca bastante graciosa, y solo pude reírme.

Nos acercamos a paso precavido hacia la cama, y vimos que había un agujero justo debajo de esta. La movimos un poco y un ligero escalofrío me recorrió al escuchar la voz de aquella niña llamar nuevamente a Jack.

—Jack, no me digas que vamos a entrar a— me pausé porque Jack ya había saltado. Suspiré pesado y me di con la palma de mi mano en la frente. —Y yo como imbecil tengo que seguirlo, ¿cierto? Como mosca a la mierda. —me quejé y entre sin más.

Le túnel se veía bastante tenebroso. Habían muchas telarañas alrededor. Al final de este, pude alcanzar a Jack y finalmente caminar a su lado.

—Jack, de verdad no creo que sea buena idea que sigamos aquí. Deberíamos volver. —dije en un tono más serio tratando de convencerlo.

—No te preocupes mucho Matt, aún llegaremos a tiempo. Tenemos que ver esto. —dijo algo relajado e intrigado por el lugar en el que nos encontrábamos.

Iba a seguir insistiendo de no ser porque escuchamos un sonido algo familiar, haditas. Volamos en seguida para asegurarnos. Sentí enojo crecer en mi ser al ver este acto tan cruel. ¿Cómo podía ponerlas en jaulas?

—Silencio ¿si?

Escuché a Jack decir a una de las cientos de jaulas que se encontraban colgando.

—Jack...

La voz de aquella niña sonó al mismo tiempo que llama a Jack. Miramos confundidos hacia abajo y pudimos ver una montaña de tubos dorados.

Eran los dientes. Todos ellos. Jack se dirigió rápidamente a una montaña de ellos y comenzó a buscar con algo de impaciencia sus memorias.

—Elias...

Antes de seguir a Jack, me paralicé al escuchar esa voz. No podía ser posible.

Miré a todas parte en busca de donde sonaba, pero no sabía por donde comenzar.

—Hermano...

Comencé a sentirme algo desesperado y me dirigí hacia donde suponía que escuché la voz.