Capitulo 1

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—No estés triste, alégrate por mi.

Le digo a Kenay mi mejor amigo, quien me mira con el ceño fruncido y la mirada un poco triste.

—Es que, enserio tenías que elegir ese club este año? Por qué no me dijiste?

Suspiro y lo miro con paciencia.

— Solamente quería explotar más mi lado artístico, además, nos seguiremos viendo en las otras clases.

— Sí, pero no estaremos juntos todo el día.

Dice con un tono dramático de tristeza y sonrío levemente.

— Apuesto a que no me extrañarás tanto.

— Apuesto a que sí.

— No lo creo.

—¡Que sí!.

Dijo rodeando sus ojos.

— Está bien, supongamos que te creo.

— Cómo que supongamos? ¿En serio no me crees? Incluso de pensarlo ya extraño molestarte.

— Basta, estás siendo muy dramático, solo estaremos separados la mitad del día.

Digo riendo.

— La mitad del día, todos los días de lunes a viernes.

— No es tanto.

— Parece que tú no me quieres tanto, se nota que no me extrañarás.

— ¡Ayy! ¡Kenay!.

¿Ese bobo cree que no lo quiero? Obviamente a mí también me duele no pasar todo el día a su lado, simplemente es que decidí unirme al club de arte para mejorar mis dibujos, y si yo le demuestro que también me afecta nos pondríamos a llorar como bebés y es casi seguro que se pasaría a mi club, aunque no le guste,  o yo al suyo.

— ¿Qué? Es que parece que no te afecta en nada esta decisión.

Dice en un tono tristón.

— Si, te voy a extrañar, pero literalmente nos vemos incluso los fines de semana.

— No es tiempo suficiente, cuando estemos viejitos no podré visitar a mi pulgui todos los días.

— O podré estar muerta.

Digo en broma mientras paso la mano por mi cuello simulando cortarlo y sacando la lengua.

— Ya empiezas con tus cosas, nunca te tomas nada en serio.

— Ya, lo siento, perdón, sorryyyyy.

Digo mientras le hago ojitos.
Él sonríe.

— si si ya, suficientes disculpas.

Suena la alarma y debemos de irnos a nuestros nuevos clubes.

— Chao Pulgui, no me cambies por alguien más.

— Lo mismo te digo a ti.

(*)

Las clases terminaron, son las 4 y 52 de la tarde, estoy en el parqueo del instituto para irme con mis padres a casa, pero el tonto de Kenay nada que llega y han pasado 22 minutos desde que salimos, y eso que él fué el que se auto invitó a venir a mi casa hoy.

— ¿Y Kenay? No va a venir?.

Pregunta mi madre que está sentada en el asiento de copiloto.

— No sé, voy a llamarlo.

Estoy por sacar mi celular cuando mi papá habla.

— No creo que sea necesario.

Dice señalando al chico alto de pelo negro que viene corriendo.

Lo que callan los amigos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora