School AU
Ivan siempre ha sido alguien práctico, con sus ideas claras, al menos en apariencia. Una tarde en especial, durante un viaje escolar cualquiera, cambiara su vida de una forma que no había previsto. Por que, seamos sinceros nadie reconoce e...
"Si me llamaras ahora, lo dejaría todo. Porque todo lo demás parece simple, lícito, vacío. ¿Podré escaparme de lo que aprendí de ti? ¿Podremos ser lo que siempre quisimos?"
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-Con que aquí estabas.
Prontamente, esa voz, aquella voz que podía hacerme sentir nervioso, me había dirigido la palabra, él me tocó el hombro, y casi con esa expresión seria, me sentí desfallecer de una especie de temor. No lo había visto en todo el día, y eso provocó que el desasosiego que ya intentaba ocultar se derramara entre el temblor nervioso de mis manos.
-¿Me habías estado buscando?- Inquirí, dándome la vuelta para mirarlo con una expresión tan seria como la de él.
Till me observó, pero no contestó de inmediato. Su mirada, normalmente llena de cierta despreocupación, se había endurecido de una forma que no lograba descifrar. Y es que ahora que lo recuerdo, siempre se hacía el misterioso; era de esos, que pierden su mirada por la ventana y se dejaban fantasear, se creaban un lugar y mentiría si no mencionase que hubiera preferido que me dijeras que tu mundo estaba hecho de mi, pero llegue tarde. Aún así, me sentía como si estuviera a la espera de algo más grande que una simple respuesta.
-Sí... algo así -respondió al fin, su voz baja, como si estuviera eligiendo cuidadosamente cada palabra. Una pausa. Luego, mirándome fijamente, añadió-: No te he visto en todo el día, y pensé que quizá querías evitarme.
Me quedé en silencio, notando cómo su expresión cambiaba apenas. Algo en mi pecho se comprimió. ¿Evitarlo? ¿Por qué pensaría eso? Si lo que más quería era, por lo menos, intercambiar dos o tres palabras con él. Con un "hola" me bastaba, o un "¿cómo estás?", si somos pretenciosos. Quería que tuviéramos comunicación, aunque no fuéramos nada, solo cenizas.
-No, no te estaba evitando -respondí, sin poder ocultar del todo el tono nervioso que se me escapaba-. Solo... estuve ocupado.
Él sonrió un poco, pero no era su sonrisa habitual. Era una sonrisa casi melancólica, como si hubiera algo que no estuviera diciendo.
-¿Ocupado, eh? -repitió, bajando la vista, y luego volvió a mirarme-. A veces parece que estás en otro mundo, Iván.
Ese comentario me tomó por sorpresa, y quise decir algo en defensa, pero algo en sus ojos me detuvo. Había una sinceridad, una especie de curiosidad genuina que me desarmaba, más, algo en mi provocaba un nudo lleno de pesar, de suplicio, que me recordaba que también era orgulloso, así que me arme nuevamente ¿Por qué me hacia sentir tan... vulnerable?
- No siempre estoy en otro mundo -contesté al final, tratando de encontrar la voz. -A veces solo... pienso demasiado, eso es todo. Y es que, ¿qué decía él? Si en todo el tiempo que pude observarlo como mi compañero, también se encontraba absorto en el suyo, en su mundo tan banal, tan cotidiano... y es que, yo también ¿por que me pongo tan a la defensiva? No pude evitar no fruncir el ceño y medio que me desconocí.