School AU
Ivan siempre ha sido alguien práctico, con sus ideas claras, al menos en apariencia. Una tarde en especial, durante un viaje escolar cualquiera, cambiara su vida de una forma que no había previsto. Por que, seamos sinceros nadie reconoce e...
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Quería que algún brazo me rodeara cuando había llegado la noche, porque sentí un frío calcinal en los huesos, uno que provocaba que ni las cálidas colchas de la cama me quitaran aquella inefable sensación, y es que, sin que me diera cuenta lágrimas comenzaban a mojar la almohada, como si no pudiera retenerlas. La noche estaba llena de pensamientos que se me atravesaban sin que pudiera frenarlos, y sin embargo, allí me encontraba inamovible.
Estaba mirando hacia el cielo taciturno del insípido techo, mientras un silencio abrumador llenaba el espacio. Till se mantenía aferrado a mi mente y aunque intentaba distraerme contando las grietas en el techo, cada línea de mis pensamientos, se encontraban con aquel primer cruce de miradas.
"¿Qué es lo que quieres de verdad, Iván?" me pregunté a mi mismo, en un susurro que solo el eco de mi propio miedo respondió y fue casi incapaz de escuchar.
Había pequeños castillos de ilusiones que, si miraba con honestidad, se tambaleaban bajo el peso de lo incierto, había estado construyendo ideas sobre ti. Tal vez había leído demasiado en cada gesto, en cada silencio compartido, y el solo pensarlo me llenaba de una mezcla de esperanza y amargura.
Sentía que había un deseo en mi pecho que me quemaba de una forma desconocida. "¿Te gusta, o solo es el miedo de estar solo?" No podía saberlo, realmente. Till tenía un modo de desarmarme, de exponer una vulnerabilidad que yo mismo intentaba ocultar. Y el mero hecho de pensarlo me desgastaba, me hacía sentir un poco perdido. Pero, al mismo tiempo, había algo tan... bonito en esa incertidumbre, que me gustaban nuestros silencios.
Sin poder evitarlo, mis pensamientos se volvieron hacia la playa, aunque tampoco había pasado tanto tiempo, tan sólo un instante, y es que, él me había sonreído de una manera que me hacía pensar que tal vez... tal vez no estaba imaginándolo todo.
Me acostumbre a guardarte.
Entre la elocuencia y el laconismo de mi juicio, salí. La terraza estaba fría, pero el aire nocturno me despejaba un poco. Me quedé allí, sentado, con los ojos fijos en el cielo oscuro, como si pudiera encontrar alguna respuesta entre las estrellas. Pero no encontraba más que silencio, y, en ese silencio, mis pensamientos seguían martillando en mi cabeza, aunque en realidad ese no era el punto.
"¿Qué es lo que quieres de verdad, Iván?" me repetí nuevamente en voz baja, como si esas palabras pudieran despejarme. La verdad era que no lo sabía. Till seguía siendo un enigma, y yo, un desastre de sentimientos sin entender. Quería mostrar mi interior para comprenderlo y aceptarlo o tal vez sentir ese desespero de ser querido, de ser amado. Veo a todos a mi alrededor y parecen amarse o amar, pero yo creo ser incapaz de estar en ninguno. Es por eso que odiaba la noche, porque me encogía entre mis cuatro paredes mentales y me comenzaba a sentir melancólico, darle vueltas a cosas que quizás no son algo que sienta en realidad.
No me di cuenta de que no estaba solo hasta que escuché unos pasos suaves detrás de mí. Giré la cabeza y vi a Sua, que se acercaba lentamente, sin decir nada. No me sorprendió, siempre había tenido esa habilidad de aparecer en los momentos en que no sabía que lo necesitaba. Como la vez que, por estar tan emergido en otros asuntos, se me había olvidado la tarea de inglés, y casi recibo una banda de injurias, pero bueno, fue un pequeño desliz. A todos nos pasa, ¿no?