Algo sobre nosotros.

Capitulo 4.

Después de que todos retomaron sus posiciones, bueno, volvimos al hotel metí la mano en el bolsillo y recordé el papelito que había encontrado mientras buscábamos a Mizi. Lo saqué, arrugado y algo maltrecho, pero aún legible, al fin y al cabo. No sé, porque tenía el presentimiento de que estaba metiéndome en donde uno debe estar, pero soy curioso, entonces, ¿alguien podría culparme? y además, ¿quien deja un papel tirado en la nada? eso es muy malo para el ecosistema, si me preguntan, aunque ya el planeta está hecho trizas...pero bueno.

Observé por unos segundos más aquel papelito, asegurándose de que nadie estuviese viendome, hasta le hice miraditas y todo, quería sacarme esa expectativa, al abrirlo fue algo inesperadamente esperado o algo así, ya comentaba yo que me sentía fuera del lugar.

"Siempre supe que hay algo en ti que me hace sentir todo, cada emoción y pensamiento... Mizi, siento que soy nada y todo cuando te veo, y me asusta. Creo pensar que me gustas"

Me congelé en mi lugar, sin poder apartar la vista de aquellas líneas, y es que instantáneamente creí saber de quién era. "Uy, que la perdimos" fue lo que solté entre una que otra risita, me sentí como un chismoso y es que en ese papel me hacía sentir inexistente, como si no supiera bien cómo es aflorar los sentimientos correctamente, como si no supiera sentir. Miré a mi alrededor nuevamente para asegurarme de que nadie había notado mi reacción, y entonces, sin pensarlo dos veces, guardé el papel. Si Sua había escrito esto... tendría sentido. Tenía sentido cada una de sus miradas, esa manera de proteger a Mizi, y el modo en que las palabras parecían casi florecer en el papel; se sentía su esencia en cada una.

No lo iba a negar: me carcomía la inquietud. Quería hablarle, decirle que ya lo sabía y que, más que nadie yo podría guardar ese vivo secreto, porque quería sentirme en medio de algo. Pero, ¿y qué pasaba si me equivocaba? ¿Y si no era suyo? ¿y si...y si, bueno, quién más estaba allí? Me quedé ahí, parado, sintiendo que había cruzado una línea sin querer. Quería ayudarla porque entender el cariño no compartido, era muy normal para mi, bueno, tal vez ya sabía lo que era.

En algún momento, después de un rato de dudas, busqué un momento en que Sua estuviera sola en el lobby, y es la que la sala estaba llena, entre que llegaban y salían, gente que salía y llegaba, el ruido, y que la musiquita que ambientaba, todo era monótono, pero por alguna razón era fascinante. Me acerqué y, sin muchas vueltas, extendí el papel hacia ella. Lo notó de inmediato y sus ojos se abrieron grandes. Había una mezcla de sorpresa y nervios en su rostro que trató de esconder detrás de un ceño bastante fruncido que se me enojo la calladita, si pudiera ponerle nombre sería algo como un enojo silencioso.

-Lo encontré... mientras buscábamos a Mizi -le dije, bajando un poco la voz. No era necesario decir nada más, el mensaje estaba claro. Sua me miró un momento, como si buscara en mi expresión algún rastro de burla o juicio, pero solo asentí levemente.

-No diré nada -le aseguré, con una seriedad que hasta a mí me sorprendió.-Si necesitas a alguien que lo guarde contigo, cuenta conmigo.

Ella arqueó una ceja, media extrañada, ¿Por que sentía que no estaba siendo bienvenido? ¿No era yo quien debía hacer esa cara? -No tienes que decirlo igual, tú no lo entiendes - murmuró con una voz y una expresión que hasta me hizo replantearme, si yo hablaba con la Sua que conocía, o bueno decía conocer. Y si, tenía razón pero ¿por qué se enojaba conmigo? Si la estaba pasando de mal de amores, tampoco era mi culpa, ¿no? Ay, Iván ¿qué entiendes tú? Suspiré, abrumado. El corazón se me alteró y no dejé de sentirme culpable, una terrible ansiedad que compartí por minutos.