Ciro es una científica creada a partir de cadáveres de pacientes de su abuelo, que la envía a trabajar en el laboratorio de la base principal que él había fundado cuando joven, para que esta sea sus ojos y oídos en el lugar. Pero comenzará a tener p...
Primer fin de semana libre tras un largo mes de trabajo en el laboratorio. Son las 7 a.m. de un tranquilo sábado en una zona rural entre las montañas. Ciro, al llegar a su abandonada casa, deja su mochila sobre el descuidado sillón. Se dirige a la cocina justo al lado, bajando dos escalones que rechinan cada vez que alguien los pisa. Abre la puerta de la estufa a leña que usa para calentarse; por suerte, aún tiene suficiente leña para abrigar el lugar.
La enciende con facilidad y observa el entorno polvoriento, descuidado y con evidentes insectos invasores, además de otros roedores. Tiene tantas cosas que hacer, o que podría hacer, que decide que lo más acertado es acostarse a dormir toda la tarde. Casi entra en un estado de coma de tan plácidamente que duerme entre sus viejos peluches y sábanas polvorientas.
El dormitorio tiene suelo y paredes de madera, aunque estas están cubiertas por un tapiz de flores verdoso. La cama es un desastre, y todos los muebles polvorientos y medio abandonados decoran el lugar. Algunas figuras infantiles y pósteres con dibujos extraños animan un poco el sitio, mientras por la ventana entra la tenue luz del atardecer, pintándolo con tonos cálidos. El sonido del viento se oye a lo lejos. Pronto, unos ruidos de pequeños golpes contra la madera parecen acercarse a la habitación. La "apestosa" se queda inmóvil, esperando lo que sea que se acerca a ella, hasta que algo tira de las sábanas con suficiente fuerza para hacerla caer al suelo.
—¡Mira la hora que es y aún duermes! —una voz femenina, algo gangosa, resuena en los oídos de Ciro.
Ella se quita la sábana y se levanta aún medio somnolienta para ver frente a ella a una figura femenina algo bajita y de pelo corto, quien enciende la lámpara sobre la mesita junto a la cama, iluminando el lugar.
La chica parece de unos 20 años o más, con cabello oscuro y corto, ojos azules como el cielo, cejas delgadas, una frente algo prominente y unas pocas pecas en su pequeña nariz. Tiene dientes perfectos, salvo por dos colmillos notoriamente largos. Su piel es pálida, casi de un tono celeste, y está bien vestida y arreglada, con un vestido negro algo largo y tacones. Al parecer, está molesta mirando a Ciro.
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—¿Qué esperas? ¡Ve a bañarte! —le grita la mujer.
—¡Voy, voy! ¿Qué hora es? —La "doc" entra al baño y se mete en la tina sin poner resistencia—. ¡Búscame ropa! —le grita mientras se jabona el cuerpo.
—Eso hago, como siempre, tan irresponsable, Ciro —la joven vampira busca entre las prendas embolsadas en el clóset—. Y son las 8:40 de la tarde.
—Tss, dormí todo el día... aprovechado al máximo, diría yo —dice, mientras se enjuaga y sale del agua.
La "doc" toma una toalla y comienza a secarse mientras camina hacia la entrada de la habitación.
—Nina, ¿qué es esa ropa? —mira extrañada las prendas sobre la cama.